Brasil va por un camino de cornisa
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Por Raúl Dellatorre
La suerte de Brasil --y con la suya la de Latinoamérica, con Argentina en primer lugar-- está atada al movimiento de los capitales financieros de corto plazo. Así lo reflejó ayer Cardoso en el discurso que pronunció frente a otros jefes de Estado de la región en Brasilia. Allí reiteró sus advertencias sobre "los riesgos de un proceso perverso, que transforma la acción de ciertos sectores de las finanzas internacionales en un insensato juego de apuestas y al mercado en un casino". Se refería a la salida de capitales que le hizo perder a su país 30 mil millones de dólares en reservas inmediatamente después de la crisis rusa, y que parece haberse reflotado en diciembre. "No es bueno un sistema en el cual los que operan con la perspectiva exclusiva del corto plazo, de las ganancias inmediatas, tengan las condiciones para inviabilizar el esfuerzo de los que trabajan para el largo plazo", agregó el presidente brasileño. Posteriormente, llamó a una acción conjunta de América del Sur para revertir "las tendencias y prácticas negativas" del sistema financiero internacional. La desconfianza de los especuladores en el plan de ayuda orquestado por el FMI --consistente en un apoyo de 41.500 millones de dólares-- no sólo se vio reflejada en la fuga de capitales. Ayer, Carl Ross, jefe de Investigaciones Latinoamericanas de la consultora Bearn Stearns & Co., expresó que "si Brasil puede llegar a recortes realistas en los gastos, será bueno para ellos", pero agregó que las propuestas del gobierno no tendrán demasiado significado. "No sólo buscamos las propuestas, sino que necesitamos una señal del Congreso de que van a ser aprobadas", dijo Ross. Stanley Fischer, subdirector gerente del FMI, no mostró demasiado optimismo al comentar la salida de capitales del país en el que la institución se juega buena parte de su prestigio. "En diciembre (el volumen) fue mucho, en enero será más pequeño", señaló, admitiendo que la fuga todavía no se ha detenido. Mientras dure la corrida, por pequeña que sea, Brasil no estará en condiciones de bajar las tasas de interés de referencia, que elevara a cerca del 50 por ciento anual como herramienta para retener los capitales especulativos. La baja de la tasa a menos del 40 por ciento, en la primera quincena de diciembre, parece haber vuelto a alentar la huida. Mientras tanto, el elevado nivel de los tipos de interés condena a la economía brasileña a la recesión y carga en las cuentas públicas un duro costo en materia de servicios de su deuda interna, pactada en un 65 por ciento a tasa flotante. El Parlamento brasileño inició ayer una reunión extraordinaria para tratar las medidas de ajuste elevadas por el Ejecutivo, que apuntan a una reducción en el gasto público equivalente a 23.500 millones de dólares durante este año. Además del recorte presupuestario --que alcanza a áreas vitales como salud y educación--, el programa contempla el aumento del impuesto sobre los cheques del 0,2 actual al 0,38 por ciento. Posteriormente, en el transcurso del primer semestre, está previsto el tratamiento de otro paquete de medidas, entre ellas la resistida contribución que se le impondría a los jubilados del 11 por ciento de sus ingresos. Para ello, el gobierno esperará la renovación del Parlamento, que se producirá a mediados de febrero, y que le otorgaría al Ejecutivo una composición más proclive a sus propuestas.
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