El crepúsculo de la universidad
Por Horacio González * |
La jubilación compulsiva de un conjunto numeroso de profesores de Sociología entraña diversos problemas y todos ellos se relacionan con el crepúsculo de la universidad pública. Desde luego, están envueltas cuestiones gremiales, políticas e intelectuales, pues se trata de una irresponsable amputación que desconoce derechos laborales, memorias culturales y compromisos colectivos. Estas cuestiones, por lo menos en una universidad, deberían ser más fuertes que las lánguidas reglamentaciones que acostumbran citar las autoridades. Pero también es la hendidura inesperada por donde surge el drama completo de la universidad pública, no sólo acosada por políticas gubernamentales, sino por la propia deficiencia de sus funcionarios, que han aceptado pasivamente lo que llaman "rediseño universitario", con lo que se pretende desmantelar la universidad con una arbitraria "segmentación" en ciclos y con exasperantes aparatos de categorización y ajuste. Estas jubilaciones coercitivas son parte de ese rediseño segmentador y pretenden resolver un problema de ideas con edictos y peritajes oficinescos. Hace mucho que las autoridades universitarias argentinas se han desligado de la aventura del conocimiento. Han sustituido el desafío intelectual por diagramas de nomenclatura y el interrogante vital por artimañas de intendencia. Hemos escuchado rebatir estas caprichosas sentencias jubilatorias con el argumento de que en las carreras de Ciencias Sociales faltan generaciones de reserva o llamando la atención hacia la atribulada historia de la Carrera de Sociología. Sea. Pero no hay que decirlo quejumbrosamente, porque la cuestión universitaria es siempre un hecho de conocimiento y no de ternura generacional. Por eso, sólo en nombre de una memoria cultural emancipada y sin reclamar conmiseración se pueden refutar estos últimos tiempos de administración universitaria carente de imaginación institucional y desprovista de pensamiento innovador. * Sociólogo - UBA. |