El día en que Eurolandia le ganó al dólar
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La nueva moneda común europea de una zona que se extiende desde Laponia hasta Sicilia tuvo ayer un debut firme pero poco emocionante. En los mercados de divisas asiáticos el euro puso al dólar a la defensiva y cerró en alza. Las Bolsas europeas también fueron sensibles a la euroeuforia, y la tendencia fue alcista. Pero un rumor recorrió los mercados de Tokio a Bogotá: que el Banco Central Europeo (BCE) intervino para frenar la ascensión demasiado rápida del euro, que podría perjudicar las exportaciones europeas. Manfred Koerber, portavoz del BCE, se limitó a señalar que "la intervención es un rumor, y nosotros no comentamos los rumores del mercado". También el gobernador del Banco de Francia rehusó pronunciarse sobre los rumores. El Banco Central Europeo (BCE) ha resistido su primera prueba. El instituto, con sede en Frankfurt, es responsable de la política monetaria en Eurolandia, los 11 países de los 15 de la Unión Europea que ya tienen moneda común: Portugal, España, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Irlanda, Alemania, Noruega, Italia, Holanda, Austria. El último paso importante se dio en la mañana de ayer cuando exactamente a las 7, hora alemana, entró en operación el nuevo sistema internacional de pagos "Target" (Blanco). A partir de ese momento se efectuaron inmediatamente miles de pagos transfronterizos. La histórica sustitución de once monedas nacionales por la nueva unidad monetaria europea se produjo también sin problemas en el sector crediticio. "Eso transcurre con tanta normalidad que uno no deja de asombrarse", comentó un vocero del Deutsche Bank. La mayor institución crediticia de Alemania elogió los preparativos del BCE y los bancos emisores nacionales para el lanzamiento del euro. "Este es un buen resultado de todo el sistema bancario en su conjunto", sentenció el Deutsche Bank. El primer banco alemán señaló que en vista de este parto sin dolor del euro "casi podría quedar olvidado el hecho de que se trata de la implantación de una moneda totalmente nueva". El cambio se realizó sin dificultades en toda Eurolandia: mediante conferencias telefónicas permanentes con los bancos emisores de los once países adheridos al euro, el BCE se cercioró de que ningún contratiempo pusiera en peligro el suave inicio de la nueva moneda. Los expertos movilizados por los bancos emisores nacionales para atender eventuales emergencias no recibieron informes sobre problemas graves, indicó Manfred Koerber. "Lo hicimos todo a tiempo o antes de tiempo", dijo Koerber, para quien el acontecimiento fue satisfactorio pero "no sorprendente", dados los preparativos efectuados durante varios años. Poco antes de que se disparasen los cohetes de San Silvestre, miles de expertos de las centrales bancarias habían aguardado con gran expectativa los tipos de cambio del euro y luego ajustaron paso a paso los sistemas de computación de las casas crediticias. En Estados Unidos, donde el nacimiento del euro suscitó un gran interés después de años de escepticismo, la reacción no se hizo esperar, y fue discreta. "Será una moneda como cualquier otra", dijo el secretario del Tesoro Robert Rubin. "Como hemos dicho muchas veces, si es bueno para Europa es bueno para Estados Unidos", agregó. La aproximación de bajo perfil de Washington hacia el euro reflejó las preocupaciones norteamericanas de que, en su afán por lograr que la unión monetaria funcione, Europa pueda quizá dar la espalda a los problemas de otras partes de la economía mundial. También en el interior del continente europeo, donde el desempleo, que llega al 12 por ciento en Alemania, fue la variable de ajuste fiscal y del presupuesto. Tras el despegue técnicamente exitoso del euro, para el presidente del BCE, Win Duisenberg, y sus colaboradores empieza ahora el desafío político serio, al tener que asumir desde ya, en lugar de los bancos emisores nacionales, la responsabilidad por la estabilidad de la moneda de unos 290 millones de europeos. Dada la estabilidad general de los precios en toda Europa y las tasas inflacionarias extremadamente bajas, la nueva era monetaria ha nacido bajo buenos auspicios. Sin embargo, en la Bolsa de Francfort no tardaron en aparecer los primeros especialistas en advertir el riesgo de que esa situación pueda constituir una hipoteca sobre Eurolandia. Los analistas del Commerzbank, por ejemplo, prevén que de aquí a fin de año la cotización del euro aumentará del nivel actual de 1,18 dólar a 1,26 dólar. "La lucha contra un euro demasiado fuerte ha comenzado", alertó un operador bursátil.
UN GOBIERNO TRASNACIONAL, EUROPEO Y SOCIALISTA Los Estados Unidos de Europa
Por Martin Walker
El primer plan, que será debatido en la conferencia del Partido Socialista Europeo (PSE), llama a los partidos de centroizquierda europeos a unirse para apoyar una única candidatura para la próxima presidencia de la Comisión Europea. Como el Parlamento Europeo --gracias al Tratado de Amsterdam-- tiene el poder de veto sobre el presidente de la Comisión, si se implementa el Plan Delors, Europa tendría un presidente designado por elección indirecta. Como tal, el presidente podría arrogarse una lealtad más amplia y transnacional que la de cualquier político nacional. Hasta ahora, el presidente de la Comisión era designado en complejas rondas de regateos entre los jefes de Estado de las distintas naciones de la Comunidad Europea. En principio, un efecto inmediato del Plan Delors sería el de bloquear al actual favorito para el puesto, el ex premier italiano Romano Prodi, ya que no es miembro del PSE. Los italianos ven el Plan como una argucia de los franceses y alemanes para asegurar la designación de su propio favorito, el controvertido ministro de Finanzas alemán Oskar Lafontaine. La segunda parte del Plan Delors es la creación de un semigobierno permanente en Bruselas formado por un nuevo consejo integrado por los vicepremiers europeos. Este se reuniría semana por medio en Bruselas para coordinar políticas y proyectos de ley, y romper así el actual dominio de los burócratas nacionales y de la Unión Europea sobre estas cuestiones. Delors es un político astuto, fogueado en los procedimientos y costumbres europeos. Sus planes están bien preparados. Ben Fayot, parlamentario de Luxemburgo y vicepresidente del bloque socialista, presentará formalmente la primera parte del plan durante el congreso del PSE que se celebrará el 1º de marzo. Esto significaría la formación de un virtual Poder Ejecutivo europeo, con la presencia de un presidente elegido indirectamente y un consejo ejecutivo (prácticamente un gabinete) de vicepremiers con poderes reales para negociar y representar a sus países en el "gobierno". Si se considera que el Tratado de Amsterdam, al otorgarle importantes poderes al Parlamento Europeo, conformó un virtual Poder Legislativo, la conclusión es que podría existir en Bruselas el primer gobierno supranacional de la historia. Hasta ahora, la perspectiva de la autoridad independiente de un "Mr. Europa" al frente de la Comisión no ha agradado demasiado a los gobiernos nacionales, que se mantienen cautos al respecto. Sólo un puñado de figuras, y de la izquierda, como Tony Blair, el ex premier español Felipe González, Delors, y posiblemente Lafontaine, tiene la proyección trasnacional necesaria en el electorado "europeo" para que la iniciativa dé resultado. El plan para un superconsejo de vicepremiers también se enfrentará a
fuertes resistencias institucionales. El "superconsejo" planeado infringe
abiertamente la jurisdicción del poco conocido pero clave Consejo de Asuntos Generales
formado por los 15 cancilleres europeos, quienes ya se han unido contra la amenaza. El
Plan Delors refleja la frustración de los eurófilos ante la actual estructura
institucional europea, que identifican como el mayor problema para la Unión. Delors
afirma que el sistema de hoy es demasiado burocrático, demasiado distante del electorado,
y demasiado fijado en los recónditos procedimientos de Bruselas como para atraer el
interés de la opinión pública europea. |