Por Irina Hauser
Los fiscales que
investigan a María Julia Alsogaray por enriquecimiento ilícito incorporaron al
expediente una nueva hipótesis de trabajo: quieren saber el origen exacto y los datos de
posesión de tres departamentos en Junín al 1400, dentro de un edificio que linda con el
petit hotel en el que vive la secretaria de Recursos Naturales. En su declaración
espontánea de bienes ante la Oficina de Etica Pública María Julia solo dijo que tenía
un departamento de 45 metros cuadrados. Los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia
debieron sumar las nuevas sospechas a la causa por la que el juez Juan José Galeano ya
decidió citar a la funcionaria.
Como adelantó Página/12 en su edición del 20 de noviembre pasado, en el resumen de
expensas del edificio de Junín 1441/43 los tres departamentos figuran a nombre de
Francisco Erize, de 23 años, hijo mayor de la secretaria de Recursos Naturales, y
corresponden a la unidad 31 del segundo piso y a las unidades 41 y
43 del tercer nivel. Pero, según afirmó un allegado a la investigación, en
los registros oficiales una de las viviendas está a nombre de la propia María Julia.
El departamento del segundo piso es una adquisición previa a 1996, tal como figura en el
expediente judicial, y los del tercer nivel fueron comprados entre fines de 1997 y
principios de 1998. Son parte de un edificio viejo de cuatro pisos sin ascensor y limitan
con la mansión de 600 metros cubiertos (Junín 1435) donde vive la ingeniera, quien los
habría aprovechado para sumarle metros a su hogar. Según contaron sin revelar su nombre
algunos vecinos enojados, este año María Julia repartió gestos de generosidad entre
ellos para poder hacer uso de la medianera (la Ley de Propiedad Horizontal exige el
acuerdo de los copropietarios) y expandir su casa a lo alto y a lo ancho. Así, hizo lavar
el frente del edificio vecino, prestó sus albañiles y aportó 5000 pesos al consorcio.
La existencia de las tres propiedades en cuestión tuvo que ser incorporada como
información válida para la causa porque, pese a las evidencias que según pudo
averiguar este diario le constan a la Justicia, María Julia excluyó dos de ellas
del inventario de bienes que presentó de motu proprio en noviembre ante la Oficina de
Etica de la Presidencia, una repartición comandada por el ex decano de Medicina (UBA),
Luis Nicolás Ferreira, encargada de prevenir y combatir la corrupción.
Lo cierto es que el texto de la declaración patrimonial mencionaba en el rubro
inmuebles (que refería como bienes adquiridos con ingresos personales y
donaciones recibidas de mis padres), textualmente, sólo un departamento
ubicado en la calle Junín de 45 metros cuadrados y (además de excluir los otros
dos) no especificaba la dirección exacta, ni el valor, ni quién figura como titular
real.
Tampoco sería ésta la primera vez que la funcionaria adquiere inmuebles a través de su
hijo Francisco Erize: lo hizo en la compra de un departamento (valuado en 400 mil
dólares) con vista al Central Park de Nueva York, en la Essex House, operación que
también reveló este diario. La escritura fue suscripta por el joven, quien figuraba como
director de la Purple Cross Corporation, una sociedad off shore de la cual María Julia se
declaró propietaria del 100 por ciento del paquete accionario y que tiene sede en las
islas Vírgenes Británicas, un codiciado paraíso fiscal. En realidad, en la causa por
enriquecimiento, los fiscales habían pedido a través de lo que en términos
técnicos se conoce como requerimiento que la secretaria de Estado
justificara el origen de todos los bienes que obtuvo desde que ocupara su primer cargo
público en 1985 hasta 1996. Esto no la obligaba a explicar sus adquisiciones de los
últimos dos años. Pero hay dos cuestiones claves que llevaron a los fiscales y a Galeano
a tener que valorar la totalidad de su riqueza: su historia de contribuyente plagada de
anomalías (cabe recordar que esta causa, originada en 1993, cobró impulso cuando el juez
Juan José Galeano descubrió que María Julia le debía 320 mil pesos a la DGI y que
obviaba declarar parte de sus posesiones reales) y su automática rectificación de su
listado patrimonialcada vez que surgían nuevos datos (desde la Justicia o desde la
prensa) sobre sus pertenencias. Si lo consideraran necesario, Mullen y Barbaccia podrían
hacer un segundo requerimiento que abarque la evolución patrimonial de la
mujer hasta la actualidad.
Un día antes de Nochebuena el juez Galeano decidió que le tomará declaración
indagatoria aunque todavía no fijó fecha. Este paso significa que considera que Maria
Julia es sospechosa. Después, tendrá diez días para decidir si la procesa. A pedido de
los abogados defensores, el magistrado accedió a que, antes de interrogarla, los peritos
oficiales hagan un nuevo estudio de los bienes de la acusada.
La historia de las propiedades de María Julia se agrega a un listado de circunstancias
que convencieron a los fiscales de pedir la indagatoria:
María Julia
tendría un ingreso de 31 mil pesos mensuales, mientras como funcionaria pública gana
sólo unos 3000. Algunos meses, ha llegado a gastar 10 mil pesos en tarjeta de crédito e
hizo inversiones altísimas como 650 mil dólares en reformas de su casa (un inmueble que
le costó 243.500 dólares) y 200 mil en una fiesta en el Hotel Alvear en la que celebró
su cumpleaños número 47, entre otros ejemplos.
Incorporó a su
patrimonio 300 mil pesos de fondos secretos del Gobierno.
Cobró 500 de
Astilleros Alianza, a la que asesoró como ingeniera. Pero esa firma estaba en quiebra.
Vinculados con esa operación aparecieron recibos truchos.
Recibió una
donación de sus padres por 863.769 pesos.
Aparecen
movimientos extraños, algunos de mucho dinero, en sus cuentas bancarias. Y los fiscales
están a la pesca de cuentas en el exterior.
Un custodio con ínfulas El hombre brotó de las cercanías de una auto con vidrios polarizados
estacionado cerca de la esquina de la calle Junín al 1400, en la vereda de enfrente de la
mansión de María Julia Alsogaray. Se paró casi delante de Daniel Jayo, un fotógrafo de
Página/12 que intentaba obtener una imagen de la casa de la funcionaria, incluido el
nuevo piso que se está construyendo, y desplegó su credencial sin dar tiempo suficiente
para una clara lectura. La interpretación era obvia: era un custodio oficial de la
secretaria de Recursos Naturales que venía a impedir la fotografía. El detalle es que,
sin derecho alguno, el guardaespaldas (foto) le pidió a Jayo que le exhibiera sus
documentos y que le dijera de qué medio era. El, ante la amenaza, accedió a mostrar su
credencial de reportero gráfico y el hombre tomó lápiz y papel para guardarse los
datos. En todo momento intentó obstruir con su cuerpo la posibilidad de un retrato del
petit hotel. En el barrio, al parecer, este clima de persecución para algunos es
conocido. Después del episodio, un muchacho del edificio vecino a María Julia le
advirtió al fotógrafo: Mirá que desde arriba te están filmando. Te van a
buscar. |
Desafiante hasta la irritacion Crónica de
una señora
Por Susana Viau
El 22 de junio del
93 María Julia hizo doblete: festejó en un mismo acto la inauguración del petit
hotel de Junín 1435 y el cumpleaños de su padre, el capitán ingeniero. Tenía buenas
razones para celebrar: estaba por cumplir 51 años, llevaba cinco en tareas oficiales y
contaba con la protección incondicional del Presidente. Era casi fatal que, siendo dama
del menemismo, un coiffeur se cruzara en su vida: la casona de tres plantas y 650 metros
cuadrados la compró a Eric Charretier, el estilista que arrastraba las erres en un aviso
publicitario de champú. Obvio que no el que corrió en la noche del 22 de junio para
hidratar las gargantas de los 130 invitados y regar el buffet froid, los crêpes y el
helado de limón provistos por Susana Ewert. A ella, María Julia, Julita para
el clan Alsogaray, se la vio espléndida metida a presión en el vestido de Elsa Serrano;
radiante, como el set de aros, pulsera y gargantilla que los presentes calcularon en más
de 3000 dólares. La ingeniera se había soltado definitivamente el pelo y disfrutaba
construyendo para sí misma el perfil de personaje invulnerable, seguro, desafiante hasta
la irritación.
Parece mentira que una mujer con esas agallas fuera engañada como una modistilla en esos
mismos días por Ernesto Furlone, el contador que llevaba sus asuntos. El hombre, explicó
ella a la DGI, jugó con su buena fe y su declaración de rentas, extendió recibos
apócrifos, falsificó sellos del Banco Nación y vaya a saber qué desbarajuste hizo con
la gruesa suma que le había entregado para saldar sus obligaciones impositivas. Una
verdadera truchada la del contador. Lo que más le dolía a María Julia Alsogaray era que
su distracción daba pasto a las fieras, habilitaba la maledicencia, pan cotidiano en un
país que no perdona el éxito. Fue así nomás: le buscaron las cosquillas. Criticaron
que una señora otoñal se diera el gusto inocente de posar como una cover girl,
empañaron con la murmuración la transparencia de las privatizaciones, revolvieron basura
hasta encontrar el precio de sus vestidos, de sus zapatos, de sus alfombras y hasta de la
grifería de sus baños; admitió un pequeño departamento, pegadito al petit hotel, y
ahora le sacan a relucir otros dos. Le habían advertido que la política es una jungla,
pero nunca creyó que fuera para tanto. No creas en las cosas que no te explican
exhaustivamente, le había aconsejado el padre a esa niña en la que descubría su
vivo retrato. María Julia lo cita con frecuencia. Reproduce su estilo. A él, incluso, le
debe ese modo de hablar, sin pelos en la lengua. Lo que se hereda no se roba.
Nicolaides reconoció la legitimidad de la
causa
El último jefe del Ejército
durante la dictadura señaló que es saludable que se esclarezca el robo
de niños.
Teniente general retirado
Cristino Nicolaides.
No asistió a la cita y envió un escrito.
Comando: Aun si hubieran
existido directivas secretas éstas debieron haber sido confeccionadas con mucha
anterioridad al tiempo de mi comando. |
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Por Adriana Meyer
El último jefe del
Ejército durante la dictadura, Cristino Nicolaides, reconoció la legitimidad
de la causa sobre la sustracción sistemática de los hijos de los desaparecidos, y se
transformó en el primer militar imputado en ese proceso que admite la validez e incluso
elogia la investigación que lleva adelante desde hace dos años el juez federal Adolfo
Bagnasco, cuya carátula paradójicamente lleva su nombre. Humildemente
entiendo que estos hechos nunca fueron juzgados como tales y es saludable que se
esclarezcan, afirmó Nicolaides por escrito, en un explícito rechazo del argumento
de la cosa juzgada, favorito de sus ex camaradas de armas. Sin embargo, el
teniente general retirado que reside en Córdoba volvió a faltar a la citación prevista
para ayer, aduciendo padecer una angina de pecho. Bagnasco esperará un nuevo informe de
los médicos forenses, antes de resolver cuándo y dónde declarará este represor.
Estoy absolutamente de acuerdo con que se investiguen hechos de presunto tráfico
ilegal de niños recién nacidos, ocurridos durante el gobierno militar, expresó
Nicolaides en el escrito al que tuvo acceso este diario, presentado ayer sin el patrocinio
de ningún abogado (aunque con evidente asesoramiento jurídico). Pero en el párrafo
siguiente aclaró que durante su comando nunca se presentó un caso de una
detenida que estuviera embarazada, porque no se practicó ningún tipo de
detención. Sin embargo, agregó que aun en la hipótesis sustentada por el
fiscal de que hubieran existido directivas secretas relativas a un plan sistemático de
sustracción de menores, éstas debieron necesariamente haber sido confeccionadas por un
órgano del cual no participé y con mucha anterioridad al tiempo de mi comando.
La mayoría de los militares imputados en esta causa intentaron evitar ser procesados o ir
presos con diferentes recursos. Recusaron al juez por enemistad manifiesta y
prejuzgamiento, apelaron al argumento de la cosa juzgada, adujeron que los
delitos que se les imputan están prescriptos, o invocaron la jurisdicción de la justicia
militar. En sus declaraciones ante la Justicia, deslindaron responsabilidades hacia arriba
y hacia abajo en la cadena de mandos y señalaron casi sin excepciones que la
lucha antisubversiva comenzó antes del golpe de Estado de 1976 y ellos sólo
se limitaron a cumplir las directivas emanadas por el gobierno de Isabel Martínez de
Perón.
Nicolaides se apartó de la estrategia fijada por sus predecesores y llegó al punto de
hacer suya la posición de la fiscalía, en cuanto al rechazo del argumento de la
cosa juzgada y a la existencia de un plan sistemático de apropiación de
menores. Entiendo que estos hechos nunca fueron investigados como tales y es
saludable que se esclarezcan, ya que los investigados lo fueron por casos muy
aislados, afirmó el militar. A modo de conclusión, aseguró que esos hechos
lesionan el orden jurídico, inclusive en lo internacional, como el narcotráfico y
el terrorismo.
Los comandantes fueron juzgados por la Cámara Federal en 1985 por el secuestro de sólo
seis bebés, porque eran los únicos casos que se habían logrado documentar. En los
últimos años, los familiares de los desaparecidos y grupos de derechos humanos lograron
reunir datos sobre centenares de casos similares y consiguieron restituir más de 60
jóvenes a sus parientes biológicos. En principio, las causas que investigan delitos
relacionados a menores estuvieron enfocadas hacia los autores materiales. Pero los
abogados de las Abuelas de Plaza de Mayo plantearon la teoría de la autoría mediata, por
la cual los máximos jefes militares podrían ser juzgados, por haber otorgado impunidad a
lo que el mismo Nicolaides denominó como un sistema infame de apropiación de los
hijos de los detenidos.
El ex jefe del Ejército evidenció tener clara conciencia de que sus pares pueden aún
terminar tras las rejas, en los juicios que investigan elrobo de los bienes de los
detenidos, al expresar su deseo de que se investigue también a quien se enriqueció
ilícitamente en ocasión de sus funciones en el gobierno del que en su última
etapa formé parte. Pero no pudo escapar al remanido argumento de los
errores y excesos con que los uniformados siempre intentaron justificarse.
Seguramente he tomado algunas decisiones erradas en mi carrera militar o incurrí en
falencias como Presidente, pero nunca delinquí, afirmó un Nicolaides
político, como si haber negociado con los hombres de la incipiente democracia
lo exculpara de su responsabilidad por ejemplo en la masacre de Margarita
Belén, por la cual llegó a estar procesado.
En su escrito, Nicolaides negó que durante el período en que integró la última Junta
Militar haya habido desapariciones o centros clandestinos de detención. Sin embargo,
omitió mencionar la orden que él dio el 5 de diciembre de 1983, por la cual fueron
incinerados documentos referidos a la lucha antisubversiva. Y también se
olvidó de haber elaborado el Documento Final con el que dieron por muertos a
todos los desaparecidos. Durante los feroces primeros años de la dictadura había sido
jefe de las Subzonas 23 y 53, y de las zonas 4 y 5, y como tal estuvieron bajo su mando
los campos de concentración de esas regiones. El represor le confesó al juez Bagnasco
que lo atormenta que se lo involucre en el robo de niños, porque hechos de
esa naturaleza no tuvieron nada que ver con la defensa de los principios que
defendí y que con posterioridad han sido cuestionados por algunos sectores de
la sociedad.
El lunes, Bignone El ex presidente de facto Reynaldo Bignone deberá declarar como imputado el
lunes próximo en la causa que investiga la sustracción sistemática de hijos de
desaparecidos durante la dictadura. El juez Adolfo Bagnasco lo había citado el 23 de
diciembre, pero el ex general lo recusó y planteó la nulidad del llamado a indagatoria
que lo incluía. El magistrado rechazó la presentación, al igual que el fiscal Eduardo
Freiler, quien consideró que el reclamo aludía a una situación que se planteará en el
futuro. El juzgado entendió que se podía seguir adelante con el proceso, hasta que la
Cámara Federal tome su resolución. Bignone está acusado de haber otorgado impunidad al
plan de apropiación de menores, a través de la llamada Ley de Pacificación
Nacional, que implicó una autoamnistía para los involucrados en el terrorismo de
Estado.
Preparado para ir preso
Estoy preparado para ir preso si la Justicia me
encuentra responsable indirecto de la apropiación de algún menor que pudo haber cometido
un subalterno, aseguró Cristino Nicolaides ante las cámaras del noticiero de Canal
13. Y si me asignan otros cargos en los que no tuve participación directa ni
indirecta me tendré que responsabilizar igual porque las cosas que hice por convicción
me tienen con la conciencia tranquila, agregó. El periodista Juan Miceli le
preguntó por qué no se enjuició a los detenidos en vez de hacerlos desaparecer. El
general retirado pensó unos segundos y respondió: No tengo una respuesta clara. La
idea era someterlos dentro del marco de la Justicia, pero llegó un momento tal que no
hubo dominio de la Justicia sobre los acontecimientos. Antes había asegurado que
estaba convencido de que la lucha contra la subversión era en defensa de los
intereses de la Nación y de nuestra tradición como República o permitir la imposición
de una patria socialista, aunque reconoció que pudo haber cometido
errores. Desde su casa del barrio Cerro de las Rosas, en Córdoba, Nicolaides
dijo que se enteró de la apropiación de los hijos de los desaparecidos a través de los
medios de difusión, y que de haberlo sabido no lo hubiera
permitido. |
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