Por Mariana Carbajal
Por primera vez
desde que comenzó su gestión, el ministro de Justicia y Seguridad bonaerense, León
Arslanian, reconoció que hay una tendencia de aumento de la criminalidad en
la provincia, que se inició en el mes de diciembre. Lo atribuimos a un fenómeno
estacional de mayor consumo vinculado con las fiestas de fin de año. Hay más dinero en
la calle, más mercaderías circulando, más camiones llevando productos y esto genera un
marco favorable para el aumento de delito, evaluó el funcionario, en diálogo
telefónico con Página/12, desde Punta del Este. En coincidencia con los penalistas
Eugenio Zaffaroni y Ricardo Gil Lavedra, Arslanian adjudicó a la exclusión social y a un
ineficiente sistema judicial y policial el origen de la delincuencia urbana. Hay un
esquema de impunidad significativo: como no hay sanción, es muy fácil delinquir,
señaló el ministro.
Cuando el martes próximo regrese de sus vacaciones en Punta del Este, Arslanian se
reunirá con Graciela Fernández Meijide y Raúl Alfonsín para procurar la creación de
un polo democrático que sustente la seguridad.
Desde la costa uruguaya, el funcionario bonaerense admitió por primera vez un
ligero crecimiento del delito. No obstante, aclaró que el incremento
registrado en diciembre es habitual cada fin de año, e insistió en que, en términos
generales, a lo largo del 98 hubo un marcado descenso de la criminalidad
en el territorio bonaerense, un dato que no se condice con la creciente sensación de
inseguridad que vive la gente en el conurbano. De acuerdo a las estadísticas del
Ministerio de Justicia y Seguridad provincial, el índice de delitos experimentó una baja
del 21,7 por ciento entre marzo y diciembre: de 27.269 hechos criminales denunciados en el
tercer mes del año se pasó a 21.340 en el último. Pero en diciembre hubo un crecimiento
de casi el 5 por ciento en relación a setiembre, el mes de menor criminalidad de 1998.
Sin embargo, para Zaffaroni no son válidos estos índices para tener una idea real de la
criminalidad, ya que un 70 por ciento de los delitos no se denuncian. Sólo se puede
tener un dato certero con una amplia encuesta sobre victimización. Un estudio de un año
atrás de la Dirección Nacional de Política Criminal reveló que más de un 50 por
ciento de los encuestados había sido víctima de un delito, polemizó el legislador
porteño y profesor de la cátedra de Derecho Penal de la UBA.
La exclusión social es uno de los fenómenos que genera más pobreza. Cuando el
índice de desempleo crece, aumenta el delito, señaló Arslanian como factores
desencadenantes del fenómeno. Otra variable terrible continuó es la
impunidad. Debido a la ineficiencia del aparato judicial y policial, se sanciona una
cantidad ínfima de delitos. Como no hay sanción, es muy fácil delinquir. Según
estadísticas de la Dirección Nacional de Política Criminal, de cada 100 hechos
delictivos, sólo cumplen prisión entre 0,6 y 5 personas.
Para Zaffaroni hay dos formas de parar esta ola de delitos. Por un lado, prevención
primaria, es decir, atacar el origen del conflicto mismo que a su entender es
la pobreza acompañada de exclusión social. Por el otro, prevención secundaria, a cargo
de la policía. Hay que atacar en los dos niveles. Pero si la prevención primaria
no se hace, deja pasar una gran conflictividad que no puede controlarse con la prevención
secundaria, que a su vez hoy está totalmente resentida. El problema actual es que las dos
están fallando, consideró el legislador del Frepaso.
El penalista Gil Lavedra coincidió con Zaffaroni. Se deben adoptar medidas de largo
plazo que atiendan la cuestión social y educativa y hacer de inmediato que las agencias
del sistema penal actúen con mayor eficiencia, pero siempre en el marco de los derechos
individuales, opinó Gil Lavedra.
UN ROBO DE PELICULA EN BELGRANO Y A PLENA LUZ
Huida con disfraz de albañil
Vamos, vamos... hace 15 minutos que estamos metidos acá y podemos tener
problemas. El hombre dio la orden de partida mientras su cómplice se apuraba a
embolsar el botín. En una de las habitaciones del departamento que acababan de asaltar,
en el barrio de Belgrano, seguían encerrados dos jóvenes junto a la empleada doméstica
y el portero del edificio, a quienes habían tomado como rehenes. Pero las sirenas de los
patrulleros obligaron a los ladrones a un rápido cambio de planes. Escaparon por la
terraza y saltaron hasta una obra en construcción, donde se vistieron con ropa de
albañiles. Pero uno de ellos se lastimó una pierna y fue detenido. El otro se cruzó con
los hombres de uniforme y, camuflado entre el grupo de obreros, salió caminando sin
llamar la atención hasta perderse entre los curiosos que se habían amontonado en la
cuadra ante el impresionante despliegue policial.
A las nueve de la mañana de ayer, la dueña del local vecino al edificio de Vidal 1803
presagió el mal trago que sacudiría a todo el vecindario. Estos son chorros,
dijo señalando a los dos hombres detenidos en la vidriera de su negocio. A los pocos
minutos, la mucama del 7º b llegaba a trabajar. Metió la llave en la
cerradura de la puerta del edificio y, mientras intentaba entrar, uno de los dos hombres
le apuntó con su arma en la cabeza: Lleváme, lleváme al departamento si no te
mato, la amenazó. En el camino hacia el ascensor sumaron como rehén al portero que
limpiaba el palier, pero no advirtieron que habían sido vistos por otras dos personas que
hacían trabajos de mantenimiento en el lugar. Me los choqué justo cuando salía
del edificio y mi compañero vio desde la sala de máquinas cuando los encañonaban con un
revólver. Llamé a la policía y llegó a los 25 minutos, contó Eduardo a este
diario. Al encargado y la mucama los encerraron en la habitación donde dormían un joven
de 16 años y su hermana embarazada. En tanto, robaron joyas, electrodomésticos y 1800
pesos. Les tuve que alcanzar un bolso porque no tenían dónde guardar lo que
estaban robando, relató más tarde el encargado, Marcelo Rey.
Mientras huían con el botín, cuarenta policías cercaron la calle apoyados por dos
helicópteros. Los ladrones dieron marcha atrás, escaparon por la terraza y saltaron
techos vecinos, hasta detenerse en la obra en construcción ubicada a 30 metros del
edificio. Buen día, muchachos, saludaron al grupo de obreros. Según contó
uno de ellos, ya estaban vestidos con los mamelucos de los compañeros que están de
vacaciones. Pero uno rengueaba de una pierna lastimada, por lo que se tiró al patio
de la escuela lindera, donde fue atrapado con parte del dinero robado escondido en el
calzoncillo. El otro esquivó a la policía con astucia. Se cruzó con la decena de
hombres que entraba a buscarlo pero pasó sin ser visto entre el pelotón de obreros. Los
testigos cuentan que se detuvo en la vereda de enfrente y comentó con los albañiles el
impresionante despliegue policial. Después saludó y se perdió entre la multitud.
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