Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


COMIENZA HOY FORMALMENTE EL JUICIO A CLINTON
El Sexgate de nunca acabar

Los más pesimistas dicen que el juicio político contra Bill Clinton podría durar seis meses, por lo que se busca una salida rápida.

Negativo: Siete de 10 norteamericanos piensan que no es necesario hacerle un juicio completo a Clinton, y más del 80 por ciento cree que sería negativo.

Clinton entre el “impeachment” y un respaldo masivo.
Ayer se frustró el primer intento de acortar el proceso.

na19fo01.jpg (10719 bytes)

Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (67 bytes) En medio de una situación decididamente inusual signada por la inminencia del juicio de destitución de Bill Clinton, el 106º Congreso estadounidense inició ayer las sesiones con la jura de sus nuevos miembros y del flamante presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Hastert. La expectativa habitual por el recambio de legisladores pareció hacerse más obvia en la atmósfera de incertidumbre que aún rodea casi todo lo concerniente al impeachment. En el Senado, las negociaciones entre los dos partidos acerca de los procedimientos y las características que tendrá el juicio –si no se opta finalmente por la moción de censura, como quieren los demócratas– continuaron a todo vapor. Poco fue lo que se pudo decidir, sin embargo. El senador Trent Lott, jefe de la mayoría republicana, dijo que anunciará hoy el “marco” que seguirá el proceso. Pese a los interrogantes y la confusión en que parecen sumidos los legisladores por la forma que revestirá este impeachment rechazado por la mayoría del pueblo estadounidense, el juicio contra Clinton se inicia hoy, pero sólo con el procedimiento formal de la jura de los senadores ante William Rehnquist, presidente de la Suprema Corte.
En la Casa Blanca, el vocero Joe Lockhart dijo que allí se experimentaba “cierta obvia frustración por no saber cuáles serán los procedimientos que se seguirán”. El presidente, comento Lockhart, “está ansioso porque esto se resuelva rápida y justamente”. Entre otros asuntos pendientes por lo que ocurra con el juicio y su eventual duración, figura el discurso del “Estado de la Unión” que todos los años da el presidente el 20 de enero, aniversario de la jura presidencial. Según algunos observadores, podría posponerse si el juicio está en pleno desarrollo para esa fecha. Después de varios días infructuosos transcurridos en el intento de lograr consenso, no sólo entre demócratas y republicanos sino también en el seno de estos últimos, divididos entre moderados y halcones que buscan la remoción del presidente, Lott dijo que los lineamientos que anunciará hoy “brindarán a todas las partes una chance correcta para que presenten su caso y se llegue a una conclusión equitativa”. Aclaró que “ni la Cámara de Representantes ni la Casa Blanca” considerarán que su plan “es maravilloso”.
Lott tuvo ayer una reunión a puertas cerradas con Henry Hyde, el presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara de Representantes, la cual tendrá a su cargo la presentación de las pruebas contra Clinton. El republicano Hyde ha explicitado que él y los miembros de la comisión quieren que se llamen testigos a declarar, alternativa que los demócratas rechazan por unanimidad. El encuentro entre los dos republicanos concluyó sin que se tomara ninguna decisión sobre el punto “testigos”.
Con respecto de la convocatoria de estos testigos –que podrían ser la propia Monica Lewinsky y también el confidente presidencial Vernon Jordan–, Lockhart emitió una opinión intermedia: sin pronunciarse a favor, tampoco se opuso frontalmente. Admitió que los asesores presidenciales comparten “cierta preocupación” por las consecuencias que pueda acarrear la inclusión de testigos, especialmente en lo que hace a los detalles exhaustivos de los encuentros íntimos entre Clinton y la ex becaria Lewinsky que surgirán nuevamente. Los abogados de Clinton, si bien se han pronunciado por un juicio breve, se están preparando “agresivamente” para un proceso que en su estimación más pesimista puede durar “hasta unos seis meses”. Ayer, una propuesta de los senadores Slade Gordon (republicano) y Joseph Liebermann (demócrata) para un juicio de una semana y sin testigos fue bochada por los republicanos más conservadores. Inmutable, la opinión pública continúa respaldando firme a Clinton. Según una encuesta de CBS, aproximadamente siete de 10 norteamericanos piensa que no es necesario hacerle un juicio completo al mandatario, y más del 80 por ciento de los encuestados cree que un proceso de ese tipo tendría un impacto negativo en el país.

 


 

UN EDITORIAL DEL DIARIO “THE GUARDIAN”
Una censura, please, y rápido

t.gif (862 bytes) El macartismo sexual sigue fluyendo en las cloacas, mientras la división de tanques del juicio en el Senado avanza por la avenida. Ahí, un tabloide de supermercado revive la vieja, fría y remanida historia del bastardo del gobernador, el hijo que supuestamente Bill Clinton tuvo con una prostituta de Little Rock hace 13 años. Acá nos ofrecen el orgullo y el empaque de oscuros senadores que consiguen aparecer en los talkshows nacionales para declarar que sólo los motiva su obligación constitucional de sopesar los temas imparcialmente y llegar a un dictamen.
Hay una decisión importante que debe tomar el 106º Congreso reunido ayer, y tiene tanto que ver con salvar el honor de Estados Unidos como con salvar el pellejo de Clinton. Este último está garantizado ya que nadie espera que dos tercios del Senado voten por su destitución. Clinton ha sido su propio peor enemigo. Abandonó su oportunidad de ser un gran presidente reformista al comienzo de su primer período. Perdió la esperanza de una agenda de reconciliación en Europa después de la Guerra Fría con su errónea decisión de expandir la OTAN contra Rusia. Rechazó la opción de un nuevo internacionalismo centrado en torno de las Naciones Unidas y continuó con el arrogante unilateralismo de los años Reagan/Bush. En los últimos 12 meses destruyó su imagen con su inadecuada respuesta al affaire Lewinsky, primero al mentir y luego pretendiendo que no lo había hecho. Pero nada de esto merece la sanción terminal de la destitución. El castigo es demasiado majestuoso para la vulgaridad del crimen.
De manera que el asunto verdadero es si el Senado decidirá preservar la dignidad internacional de su país terminando con el asunto rápidamente. No hay que escuchar más evidencias, ni se necesita llamar a más testigos. Cualquier senador que todavía no pudo decidirse debería renunciar al jurado basándose en su vacilación congénita. Los norteamericanos le dicen repetidamente a los encuestadores que los affaires de Clinton no son tema de renuncia. Alrededor del mundo, la propensión al fanatismo de Estados Unidos, su puritanismo sin sentido del humor, su forma en la que el árbol les impide ver el bosque, convierten al país en un objeto del ridículo. Si los manoseos de Clinton en la Oficina Oval fueron un alto crimen o una inconducta del tipo que contempla la Constitución norteamericana, ¿cual es el límite? Que el Senado lo censure por perjurio. Pero háganlo rápido y pronto.
Traducción: Celita Doyhambéhère

 

PRINCIPAL