No esperaban a los Reyes Magos. En dos adolescentes, madurados temprano, es comprensible. Pero, ¿cómo pensaron que tampoco iba a llegar la policía? Uno de ellos había matado, a dedo loco, en la orilla de su barrio, y ninguno de los dos tenía ni sabía adónde huir. Los encontraron, por supuesto, en el mismo lugar donde fraguaron la aventura que se volvió tragedia, donde consiguieron las armas, donde las esperanzas se agriaron hasta el resentimiento.
|