DIA DE LA
VICTORIA EN SAN VICENTE DEL CAGUAN
Los Reyes Magos trajeron a las FARC
Por Miguel Angel Bastenier desde San
Vicente del Caguán
El 6 de enero, día de la
Epifanía de los Reyes, al caer la noche la guerrilla colombiana de las FARC celebraba con
la toma pacífica de la localidad de San Vicente del Caguán lo que era, a sus ojos, el
Día de la Victoria. Docenas de camiones atestados de jóvenes renegridos de
siglos y montaña, insurgentes de ambos sexos, perfectamente uniformados, con el fusil de
asalto M-15 terciado y cartucheras a reventar como si ya hubieran saqueado la Bastilla,
desembocaban de los cuatro puntos cardinales sobre el parque municipal en el que a la
mañana siguiente debía celebrarse la solemne ceremonia de apertura del diálogo de paz
con el gobierno.
Al llegar a los alrededores de la plaza de una media hectárea en la que estaba montado el
pequeño teatro al aire libre, con platea de sillones para casi un millar de invitados y
gallinero de grada para 300 periodistas, donde por la mañana debía
representarse una gran ópera pacificadora, los educadísimos insurrectos se apeaban y
daban la mano a los transeúntes que aceptaban en su mayoría complacidos la presencia de
la fuerza que ha garantizado una paz impecable durante los dos últimos meses sin policía
ni soldados.
No había triunfalismo, pero sí convicción en la juventud uniformada con la bandera de
Colombia en el pecho que tomaba la ciudad ocupando sus puntos estratégicos, que se
distribuía disciplinadamente en la noche para garantizar la seguridad del jefe, Manuel
Marulanda Vélez, líder de un movimiento nominalmente marxista que hoy encarna, sobre
todo, un agreste nacionalismo que pide la paz y enarbola el arma de repetición.
Y así este 7 de enero de 1999 los primeros destellos de una esperanza de paz para
Colombia, tras 40 años de guerra, estuvieron custodiados por un ejército de cerca de
1500 hombres, mientras, en cumplimiento de los acuerdos con la guerrilla para que ésta se
sentara a dialogar, el presidente constitucional Andrés Pastrana Arango se presentó con
un sucinto retén de 60 policías cuya misión fue formar un anillo exterior de
protección al pueblo. El verdadero jefe de seguridad del presidente fue ayer, por tanto,
el comandante guerrillero Edison Romaña.
Esto parece ya tierra conquistada. El vacío de poder había sido suficientemente
rellenado de antiguo en estos parajes de jungla y pasto, pero en la capital del municipio
el guerrillero no había osado entrar con uniforme de campaña. Las FARC sienten haber
llegado hoy a una tierra prometida que es, a la vez, la de su nacimiento. El desfile de la
Victoria así nos lo hizo saber una noche de Reyes del último año del siglo
XX. |