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La balanza comercial es reflejo de la recesión

En noviembre se cayeron tanto las compras como ventas externas. El déficit comercial anual creció a 5685 millones de dólares.

Las ventas a Brasil descendieron en noviembre en un 16 por ciento.
Se apagó el motor que salvó la economía de la recesión del tequila.

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Por David Cufré

t.gif (67 bytes) La caída del 12 por ciento en las importaciones que se produjo en noviembre es una señal contundente del estancamiento de la economía. Fue el retroceso más pronunciado del año, con compras que se ubicaron en el mismo nivel de junio de 1997. Pero el enfriamiento de la actividad no fue suficiente para revertir el problema del déficit comercial, al que el equipo económico no le encuentra la vuelta, pues las exportaciones tampoco lograron reactivarse. En noviembre cayeron 7 por ciento. En doce meses, el rojo comercial alcanzó a 5685 millones de dólares, luego de que en el penúltimo mes del año pasado sumara 588 millones.
En la primera mitad del ‘98, Roque Fernández explicaba la expansión del desequilibrio externo con el siguiente argumento: el sector privado está comprando más, lo que demuestra que la economía crece a pesar de la crisis financiera. El razonamiento excluía la advertencia que hacían consultores privados respecto del comportamiento errático de las exportaciones. Con el crac internacional, que sobrevino tras el estallido de Rusia, la explicación del ministro quedó sin sustento. Las importaciones empezaron a caer por el tobogán, debido a la retracción del consumo interno.
Lo mismo ocurrió en 1995, como consecuencia del efecto tequila. Sin embargo, en aquella oportunidad el excedente de producción que surgió por la caída de la demanda doméstica encontró otros mercados en donde desembarcar. Eso motivó un salto en las exportaciones, que esta vez no se está produciendo, por dos motivos. En primer lugar, Brasil dejó de ser el motor para las ventas externas, mientras que en el ‘95 había jugado un rol preponderante. En noviembre, las exportaciones a ese país –que representan casi un tercio del total– descendieron un abrupto 16 por ciento. En segundo lugar, la desaceleración de la economía mundial complica el acceso a cualquier mercado.
Pero hay otro factor de carácter estructural, al que el equipo económico se resiste a prestar atención: el deterioro en los términos de intercambio comercial. Es decir, los productos que vende Argentina, con escaso valor agregado, sufren una caída de precios que alcanza al 10 por ciento. En cambio, el valor de las compras se depreció un 4 por ciento. Los analistas consideran que este año los precios de los bienes primarios, que constituyen la base de las exportaciones argentinas, se mantendrán en niveles similares a los del ‘98. En consecuencia, el problema no encontraría solución.
En los primeros once meses del año pasado se registró una caída en las ventas al Mercosur del 3 por ciento (al totalizar 8576 millones de dólares), mientras que las importaciones aumentaron 7 puntos (hasta los 7427 millones). En la relación con el sudeste asiático, el déficit comercial creció hasta 1720 millones de dólares, frente a los 750 millones de igual período del ‘98.

 

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