Un estudio encontró el secreto de esos flacos que pueden comer mucho sin cambiar: la NEAT, una cierta inquietud que se manifiesta en cientos de ejercicios involuntarios. |
Por Pedro Lipcovich "Pero, ¿cómo puede ser que, si las dos comemos lo mismo, vos no engordes y yo sí?" Desde hoy, la amiga envidiada puede contestar: "Es que mi NEAT es mayor que la tuya". Una investigación publicada en la prestigiosa revista Science demostró los efectos de la nonexercise activity thermogenesis (NEAT): dos personas pueden desarrollar las mismas actividades pero una de ellas, imperceptiblemente gasta más energía porque es más inquieta, gesticula, cambia de postura..., y no engorda, o engorda menos. Si bien la NEAT está fuertemente determinada desde el nacimiento, y sus variaciones se han registrado en bebés, haber empezado a entenderla permite plantear algunos consejos para la vida cotidiana, que se resumen en un lema encantador: "no sea eficiente"; haga más movimientos que los necesarios. Los resultados que publicó Science ayer fueron obtenidos por James Levine, Norman Eberhardt y Michael Jensen, de la Unidad de Investigaciones Endocrinológicas de la Clínica Mayo. Trabajaron con 16 voluntarios, 12 varones y 4 mujeres, de entre 25 y 36 años y peso normal. Durante ocho semanas, cada uno de ellos recibió 1000 kilocalorías (equivalentes a unos 420 gramos de pan) más de las necesarias para mantener su peso. Encontraron que, en promedio, 432 kilocalorías diarias se almacenaban como grasa, y 531 kilocalorías se disipaban por un gasto incrementado de energía. Pero lo más interesante fueron las diferencias individuales: el aumento total de peso varió desde 360 gramos a 4,23 kilos, según la persona. Las variaciones de peso dependen sencillamente de la diferencia entre la energía que entra en el organismo por los alimentos, y la que se gasta. La energía se gasta, primero, en el metabolismo basal: lo que el organismo consume sólo para continuar vivo. El segundo factor de gasto de energía es el necesario para la actividad misma de digerir y asimilar los alimentos; un diez por ciento de la energía que entra se consume en esa especie de actividad administrativa. El tercer factor es el ejercicio físico por trabajo o deporte. El cuarto es la nonexercise activity thermogenesis (NEAT): corresponde a actividades físicas diferentes del ejercicio voluntario, que se dan en la vida diaria: las contracciones musculares espontáneas, la mayor o menor agitación o inquietud expresada en movimientos, el mantenimiento mismo de la postura. Los científicos utilizaron un método de última generación para medir el gasto de energía. Antes, las mediciones metabólicas precisas requerían encerrar a la persona en una cámara especial. La técnica que usaron en la Clínica Mayo requiere que los sujetos beban un agua modificada, que contiene isótopos de oxígeno e hidrógeno, lo cual permite, mediante dosajes periódicos de orina, medir con precisión cuánta energía consumió el organismo en sus actividades habituales. Las mediciones establecieron que, estando los sujetos igualmente sobrealimentados y desarrollando las mismas actividades físicas por trabajo o deporte, las diferencias de sobrepeso se debían centralmente a la NEAT. Según los investigadores, "esta actividad física espontánea es un rasgo familiar, muestra marcadas diferencias entre los individuos en su contribución al gasto diario de energía, y tiene valor predictivo del futuro aumento de peso". Afirman que "la variable activación del NEAT en respuesta a la sobrealimentación podría explicar las amplias variaciones en el aumento de peso". En realidad, se trata del triunfo de la ineficiencia: la grasa corporal es un tejido de reserva, que permitió la subsistencia de la raza humana en épocas en que, como todos los animales salvajes, el homo sapiens comía salteado. Las personas que en vez de acumular grasa la disipan en movimientos innecesarios probablemente no hubieran sobrevivido hace cien mil años pero, en la época de las hamburguesas y el popcorn resultan ejemplares valiosísimos. Jorge Braguisky --especialista en obesidad y consultor de la OMS-- añadió para este diario que "en otra experiencia se filmaron y compararon los movimientos espontáneos de bebés recién nacidos y, varios meses después, se constató que, con la misma alimentación, los que se agitaban y pataleaban más tenían menos riesgo de sobrepeso que los menos activos. Según los investigadores, "nuestros resultados sugieren que los esfuerzos para perfeccionar la activación NEAT puede ser un aporte fructífero a la prevención de la obesidad". La activación NEAT está muy ligada a factores congénitos, pero en alguna medida puede ser cultivada: "Yo tengo una especie de lema para los obesos: no sea eficiente; si tiene que ir a buscar algo en su trabajo, no lo encuentre enseguida, olvídese de alguna cosa, vuelva a levantarse; impaciéntese si no viene el ascensor y suba por la escalera", dice Braguinsky.
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