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Condenado a perpetua por inyectarle
sida al hijo
En un fallo aplaudido por la mayoría de los norteamericanos, Brian Stewart, enfermero de 32 años, fue condenado ayer a cadena perpetua en el condado de St.Charles, en los Estados Unidos, por haberle inyectado a su hijo de 11 meses una jeringa con sangre infectada con el virus del VIH para no tener que pagarle la pensión alimentaria. El 6 de febrero de 1992, cuando su pequeño hijo se encontraba hospitalizado por problemas respiratorios, robó una jeringa del laboratorio del hospital de Saint Louis donde trabajaba y aprovechando la ausencia de Jennifer Jackson, la madre, se la inyectó. Poco tiempo después, en plena disputa con su ex mujer porque ella le exigía el dinero correspondiente para mantener al bebé, Stewart le contestó: "ni te molestes porque va a vivir muy poco". Fue entonces cuando se convirtió en sospechoso. La pareja se había separado antes del nacimiento del chico, y el hombre había intentado también desligarse de sus obligaciones alegando que él no era el padre biológico de la criatura, pero diversos exámenes de ADN demostraron lo contrario. El equipo de médicos denunció el caso a la policía cuatro años más tarde al diagnosticar la enfermedad y no encontrarle una explicación satisfactoria. El chico, cuya identidad no fue revelada, tiene ahora 7 años y está gravemente enfermo; una combinación de potentes drogas lo mantiene vivo y debe ser alimentado por una sonda estomacal. Ha perdido gran parte del cabello y estuvo varias veces al borde de la muerte. Jackson dijo a los tribunales que su ex marido los había convertido a ella y a su familia en prisioneros al realizar esa acción.
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"Su
crimen lo sitúa en la misma categoría que los peores criminales de guerra; peor que eso:
inyectar el sida a su propio hijo constituye una categoría propia", sentenció el
juez Ellsworth Cundiff, de Missourí; y agregó: "cuando su hijo muera, estoy seguro
de que irá al cielo, y usted arderá en el infierno para toda la eternidad".