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PACTARON LA FORMA DEL JUICIO, PERO NO LOS TESTIGOS
Bill Clinton logró una tregua

El Senado de EE.UU. llegó ayer a un acuerdo que posterga una semana la crucial decisión sobre si convocar o no a testigos en el “impeachment” contra Clinton, pero la tregua puede durar muy poco.

Trent Lott (izq.) y Tom Daschle deciden sobre la extensión de las primeras sesiones.

Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (67 bytes) En la guerra partidaria desatada entre republicanos y demócratas a causa del impeachment a Bill Clinton, hubo ayer un acuerdo, que pareció casi una tregua en la atmósfera extraordinariamente enrarecida y cargada de frustración y rabia del Capitolio. Después de varios días de tira y afloje, negociaciones fracasadas e intransigencias inconmovibles, los senadores se reunieron a puertas cerradas durante la mañana y lograron llegar a una coincidencia en los lineamientos generales que tendrá el juicio de destitución. Votado unánimemente a la tarde, en una sesión corta que fue presidida por el juez William Rehnquist, este plan dejó sin resolver el punto quemante de si se llamará o no testigos a declarar, entre los que figurarían Monica Lewinsky, la protagonista femenina del “sexgate”, y otras mujeres vinculadas con Clinton.
“Alcanzando este consenso, el Senado quiere mostrar que no está dividido de modo tan partidista como la Cámara baja, y preservar así su autoridad moral ante la ciudadanía”, dijo un analista político radial. El momento de armonía que significó el acuerdo puede no durar mucho. Entre otras cosas, porque no se sabe qué pasara con los testigos, cuestión que hasta ahora parece innegociable con los ultraconservadores liderados por Henry Hyde. Comentando lo ocurrido en la jornada, la diputada demócrata Zoe Loefgren de California advirtió que “todavía tenemos por delante aguas embravecidas. Este es un asunto contencioso. (Trent) Lott ha dicho que se debe conducir en una forma digna y justa, pero resulta difícil pensar que se hará así porque en definitiva es un embrollo partidista”.
Según el plan, el juicio propiamente dicho comenzará el miércoles próximo con mociones presentadas por ambas partes. El jueves, los fiscales y la defensa harán sus declaraciones de apertura. Los fiscales, que son los miembros de la Cámara de Representantes, y la Casa Blanca tendrán 24 horas para hacer sus presentaciones y los senadores tendrán 16 horas para hacer sus preguntas a través del juez Rehnquist.
Luego, los senadores podrán presentar mociones a votación, entre ellas si se incluyen testigos y, la más deseada por los demócratas, si se cancela el juicio de destitución por perjurio y obstrucción de justicia, las dos acusaciones de la Cámara de Representantes, y se castiga a Clinton con la pena menor de censura. Pero aun si el juicio sigue en pie, la suerte podría, pese a todo, estar del lado de los demócratas, ya que éstos necesitarían sólo seis votos republicanos para conseguir que no se convoque a los testigos.
También se estableció que una comisión de cuatro miembros, dos por cada partido, estudiará la selección de testigos, decidiendo a quiénes se incluiría si el juicio prosigue con inclusión de testimoniantes. De acuerdo con cómo se desarrollen los acontecimientos, esto último podría poner un límite importante a la presión de los ultraconservadores para que haya más de quince testigos y para que entre ellos, se llame a mujeres que presuntamente estuvieron vinculadas con Clinton, tales como una presunta ex amante de nombre Dolly y Kathleen Willey, quien acusó al presidente de haberle hecho un avance sexual no solicitado.
Sonriente por haber podido campear el primer embate grave de la tormenta, Lott, jefe de la bancada mayoritaria republicana, dijo a los periodistas que el arreglo se había concretado cuando el demócrata liberal Edward Kennedy y el republicano conservador Phil Gramm, dos senadores ubicados en los extremos del espectro político, habían aceptado hacer concesiones mutuamente condicionadas. Lott no especificó cuáles habían sido las concesiones. Por su parte, el senador republicano John Cain, unapersonalidad querida y respetada bipartidariamente y un posible candidato presidencial, definió la reunión de la mañana como “un evento extraordinario” y dijo que el resultado más importante había sido que “no comenzamos este proceso con un voto partidista”.
Mientras una corriente de aire más pacífica abrazaba a Washington, Bill Clinton en una visita a Detroit pronunció un discurso sobre los buenos vientos que empujan a la economía norteamericana, la cual parece demostrarle una lealtad sólo equiparable a la de Hillary Clinton. Ayer se anunció que el índice de desempleo había descendido nuevamente y que llegó al mínimo record de 4,3 por ciento. “Me siento bien acerca del futuro. Creo que debemos confiar en nosotros mismos, en la capacidad que tenemos de enfrentar los desafíos”, dijo el demócrata en una afirmación interpretable en más de un sentido.
La racionalidad que ayer pareció finalmente dominar a los senadores, en particular a los republicanos, puede basarse, entre otros factores, en que están más dispuestos que sus colegas de la Cámara baja a reconocer los deseos del pueblo estadounidense. Dos tercios de los norteamericanos no quieren que haya impeachment. Y aunque Lott no puede ser considerado un “moderado” como el senador Arlen Specter, por ejemplo, él y sus correligionarios en la Cámara alta no estarían tan cegados por el fanatismo, como están los diputados, para no darse cuenta de que la popularidad del Partido Republicano se encuentra en el nivel más bajo de los últimos veinte años, gracias a políticos como Newt Gingrich y ahora Henry Hyde.

 

Toda la gente de Bill

Mientras los parlamentarios estadounidenses debatían los modos de procesar a Bill Clinton, un grupo de 53 personalidades, entre ellas varios intelectuales y artistas, expresaron ayer su apoyo al presidente y pidieron al Congreso que ponga fin al juicio de destitución. “Es tiempo de que el Congreso escuche al pueblo y detenga el juicio”, afirmó un comunicado publicado a página completa en el Washington Post por la organización “People for the American Way”. El texto, que reproduce el preámbulo de la Constitución estadounidense, que empieza con la célebre frase “Nosotros, el pueblo...”, está firmado por 53 personalidades entre quienes figuran el escritor y Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, los actores Gregory Peck, Glenn Close y Mia Farrow, los escritores Toni Morrison, William Styron, Norman Mailer y Arthur Miller, el director de orquesta Andre Previn, el cineasta Jonathan Demme y el músico Quincy Jones. “El pueblo norteamericano cree que a partir de ahora es tiempo de ocuparse de la gente”, dijo el portavoz de la organización, David Elliot, basándose en numerosas encuestas (la última de las cuales dice que un 63 por ciento está en contra de la destitución de Clinton) y en los resultados de las elecciones legislativas de noviembre. Mientras tanto, los clintonistas superaron a los anticlintonistas también en la feria del automóvil en Detroit: 12 manifestantes contra 150.

 

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