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Por Fernando DAddario Son cuatro chicas cordobesas que cumplen a rajatabla el espíritu que sugiere su nombre: De Boca en Boca han desparramado su música, que en rigor no es suya, sino que también ha corrido de boca en boca en viajes milenarios que ellas desandan en cada interpretación vocal y percusiva. La música que hacen es rara pero no snob, la naturaleza de sus búsquedas es extravagante, lo cual no se refleja en el concepto que manejan para llevarlo a cabo, despojado de ínfulas antropológicas. Simplemente queríamos encontrar un perfil distinto para cuatro voces femeninas, desarrollando otros matices. Partimos de lo primitivo, pero tratamos de mantener esa cosa lúdicra para no transformar esto en algo solemne, porque sabemos que es imposible trasladar exactamente algo que se fue gestado por culturas totalmente distintas. No somos negras ni somos chinas, ni queremos parecernos a ellos. Tomamos su música y vemos qué se puede hacer, dice Marcela Benedetti en la entrevista con Página/12, en una introducción teórica de lo que verá el público esta noche en La Trastienda. Más allá de que en Córdoba tienen ganado su prestigio luego de batallar durante tres años en el under, en Buenos Aires se hicieron conocer casi de rebote, cuando sorprendieron a todos como invitadas de la venezolana Cecilia Todd. Pero, ¿de qué se trata De Boca en Boca? Es simplemente Música de mundos, como se llama su disco debut. Un universo mágico donde conviven sin pretendida coherencia ritmos de Mali, Zimbabwe, Bulgaria, Nueva Caledonia, Colombia, Estados Unidos y... Argentina, esta última ni siquiera tomada como un punto de referencia sino como un apunte folklórico más. La globalización como un viaje de vuelta. Canciones tribales con historia. Para entender un poco mejor, por ejemplo, Mosaki Ku Rima, un tema originario de Zimbabwe grabado antes por Miriam Makeba, donde se cuenta la naturaleza del canto de la mujer que está en el campo, cosechando bajo el sol caliente, mientras su perezoso marido está durmiendo en la hamaca de su casa. Es una canción de melancólica protesta, y entonces los puntos de contacto con otros ritmos actuales surgen solos. En todas las culturas, a lo largo de la historia, se han repetido rituales, casamientos, nacimientos, trabajos, protestas, hay como una historia común, que hasta en la cercanía entre instrumentos de distintos continentes encuentra un hilo conductor, asegura Viviana Pozzebón. El grupo, que se completa con Alejandra Tortosa y Soledad Escudero, utiliza instrumentos desconocidos para el mundillo pop, como el djembe, kalimba, pandeiro, chéquere y palo de lluvia, más allá de que hayan sido utilizados por muchos grupos y solistas descubiertos por Peter Gabriel para su sello Real World. Una de las tantas rarezas es el tema Canción de cuna chané, originario del noroeste argentino, cerca de la frontera con Bolivia, absolutamente desconocido dentro del folklore criollo. ¿Abordar música argentina resultó para ustedes algo tan lejano como bucear en los ritmos de Mali? M: Sí, porque el abordaje fue el mismo. Ni la música de la tribu de los chané ni los cantos de Nueva Caledonia son nuestros. Nosotros los tomamos y los interpretamos con respeto, pero nos pasó que buscamos casi con culpa un tema que fuera argentino. ¿Cómo íbamos a hacer un disco con música de todo el mundo y dejar afuera a la Argentina? Pero no nos salía naturalmente, teníamos un prejuicio. No queremos ser un grupo de proyección folklórica argentina, porque no podríamos hacerlo mejor que el Chango Farías Gómez, o el Dúo Salteño. No conocer los lugares cuya musicalidad están abordando, ¿es una ventaja o una desventaja? V: A mí me encantaría conocer esos lugares. Podríamos meternos con más profundidad en sus mundos. M: Yo prefiero no conocerlos, porque así mantengo una relación idílica, y no se pierde la magia. ¿Entonces por dónde pasa la identidad de la propuesta de De Boca en Boca? V: Por el desenfado y el caradurismo. Nosotros no le hacemos asco a nada.
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