|
Por Mónica Flores Correa Montadas en un inusual jinete apocalíptico, la supuesta "caída" mundial de los programas computacionales que ocurriría el primer día del año 2000, todo tipo de teorías que auguran desastres parecidos al fin del mundo recorren Estados Unidos. Frente a las intranquilizadoras profecías, ya hay gente actuando y preparándose para sobrevivir: presa de una histeria anticipada y con escaso fundamento, pero alentada por aquellos que sagazmente lucran con el pánico milenarista, norteamericanos angustiados retiran sus dólares de los bancos, apilan alimentos no perecederos, compran fuentes energéticas individuales y hasta se arman para prevenir la eventualidad de que en el "apagón universal", haya saqueos, robos, violaciones, crímenes y, en fin, un pandemonium tal de "todos contra todos", al que sólo el Creador podría dar una solución. Siempre y cuando a El le funcione la computadora, claro. El temor tan especial como irracional que inspira el cambio de milenio hace que comunidades enteras se organicen para la debacle cibernética, anunciada por supersticiosos y por los eternos vivos que aprovechan las aguas revueltas para hacerse de unos dólares. Con variaciones de toda clase, y especial auge en algunos grupos religiosos e iglesias, estos accesos de pánico se hacen más frecuentes a medida que los meses corren y el primer día del calendario 2000 se acerca trayendo el temido "Y2K". Esta sigla es la forma abreviada de Year 2000 y la denominación específica que se le ha dado al momento (O hora del 1º de enero del 2000) en que muchas computadoras no reconocerán el número 2000 y leerán, en cambio, 1900, causando, indican los especialistas, un número amplio de inconvenientes en áreas tan diversas como las comunicaciones, el transporte, los bancos y los sistemas de seguridad y defensa. No confundir, entonces Y2K con 666, por más que haya una buena cantidad de "milenaristas" que piensen que un signo es igual al otro. Caos, anticristos y aeropuertos cerrados Los cambios de siglo alteran a la gente y más aún, los cambios de milenio. Profecías de todo tipo circulan, algunas tan viejas como las de Nostradamus, y se anuncian extensas listas de desastres inminentes. Lo que ocurra será siempre malo. Vendrá el anticristo; la humanidad se extinguirá por un desastre nuclear; un aerolito grande como la luna golpeará la Tierra y terminará con todos; se producirá el primer contacto con una civilización extraterrestre y sus ovnis, pero, por supuesto, el encuentro no traerá nada bueno. Y cuando a las supersticiones se les agrega un hecho concreto, como éste de la crisis de las computadoras, con todo tipo de alertas por los inconvenientes que puede traer en los sistemas bancarios, de seguridad y de telecomunicaciones, la orgía de irracionalidad alcanza su apogeo. Por cierto, expertos no supersticiosos consideran el problema de las computadoras serio, preocupante, aunque no desesperante ni ingobernable. Recientemente hubo dos conferencias para tratar las dificultades que acarreará el "mareo" finisecular de los sistemas, una en el cuartel general de Naciones Unidas en Nueva York y otra en Washington D.C. Hace muy poco también, refiriéndose a los inconvenientes de un "crash" global, un experto en aeronáutica cercano a la ICAO, la agencia que regula la aviación civil internacional, dijo que si no se llegaban a adaptar los sistemas de aviones y aeropuertos antes de la fecha clave, quizá el primer día del 2000 no volaría ninguna aeronave. No obstante, la ICAO ya tiene un plan de acción para enfrentar la emergencia cibernética y los países que integran la organización ya han recibido instrucciones sobre el caso. La amenaza de una cantidad de carencias como electricidad, agua, transporte y distribución de alimentos, debido a la caída de los sistemas, suena más creíble que la llegada del anticristo. Pero no despierta en algunos una paranoia mucho menor. A diferencia de las burdas supersticiones apocalípticas, recluta a los atemorizados entre sectores educados y económicamente prósperos. Según el New York Times, en un articulo publicado en octubre, "el diez por ciento de los más altos ejecutivos estadounidenses "están almacenando comida enlatada, comprando generadores y hasta adquiriendo revólveres". Y en el mismo diario, el periodista Jeri Clausing señaló que "en los casos más extremos, hay quienes en el estilo miliciano se están armando para enfrentar un conflicto violento que ellos creen que seguirá al advenimiento del milenio". Unidos para la batalla Hay residentes nerviosos que en más de 200 ciudades de Estados Unidos han formado grupos comunitarios de preparación, que asesoran a los vecinos y piden a los funcionarios locales que preparen planes para la contingencia. Entre otras medidas sugieren crear bancos de alimentos, albergues de emergencia e instalar generadores de electricidad por vecindario. "La mejor chance que tengo de superar la emergencia es estar en una comunidad que se encuentre bien preparada", dice Jay Golter, un analista financiero de 42 años que ha concurrido a reuniones de preparación para Y2K en la escuela de su hijo, en Springfield, Virginia. Golter cuenta que al principio no iba nadie, pero ahora existe el Northern Virginia Year 2000 Community Action Group con un lista de 200 miembros. En Boulder, Colorado, donde algunos residentes se están organizando barrio por barrio, unos 70 vecinos se reunieron recientemente en una escuela para escuchar las sugerencias de Kathy García, una especialista en dinámica de grupos. "Le pedimos a la gente que se prepare para una emergencia de cuatro meses, que tenga suficientes resguardos como para pasar el invierno", explica García, cuya familia ya ha gastado 600 dólares en acumular arroz, lentejas y otras provisiones. Hay un intento de lograr una cooperación nacional más estrecha entre estos grupos de ciudadanos angustiados, los cuales se comunican a través del "Proyecto Cassandra", un grupo establecido en Louisville, Colorado, que opera un sitio en Internet dedicado a los desvelos que provoca el Y2K. Están también los que retiran dinero de los bancos, previniendo el colapso que podría terminar con ahorros e inversiones. De acuerdo con otro sitio en Internet que se llama simplemente "Y2K" y que se dedica a ofrecer consejos para la catástrofe, un 62 por ciento de sus encuestados habría sacado algo de "cash" con el específico propósito de guardar ese dinero para campear esta versión electrónica del diluvio universal. Veinte por ciento, con una actitud más radical, habría decidido sacar hasta el último centavo y cerrar sus cuentas. Desde ya, muchos banqueros están preocupados ante la posibilidad de que se produzcan corridas y extracciones masivas de dinero. La Reserva Federal ya ha dicho que dispondrá de un fondo extra de 50 mil millones de dólares para el cierre de 1999. "Cuando concluyamos el año, el público puede entrar en pánico y querer 'cash'. Mejor que estemos preparados para poder resolverles el problema", comenta David Iacino, director del programa Año 2000 del Banco de Boston. Peste, mortandad y, de paso, dólares Pese a algunas frases pronunciadas por personalidades respetadas que los propagadores de advertencias se ocupan en repetir --como la del senador Patrick Moynihan de Nueva York que dijo que "hay motivos para estar asustado porque este problema en el cambio de milenio puede resultar en una catástrofe"--, la gran caída de los sistemas está si no completamente solucionada, por lo menos contenida y hace tiempo que se trabaja en resolverla. Esto es lo que dicen los expertos en comunicación y las agencias federales e internacionales relevantes como ICAO. Posiblemente --sostienen las voces más razonables-- se producirán algunas dificultades pero el tercer milenio no se inaugurará con un día tan infausto como creen algunos. Pero hay quienes le han encontrado la veta productiva al escenario bíblico de "hambre, peste y mortandad" que gustan profetizar. Si uno de los riesgos consiste en que las computadoras de los bancos se bloqueen y las cuentas de los clientes queden congeladas o perdidas en pantallas que no responderán, para contrarrestar "el peligro" ya han aparecido empresas que ofrecen "haga transacciones con nosotros que ya tenemos el sistema adaptado". Ese mismo tipo de compañías financieras o relacionadas con bancos se esfuerzan en aclarar que el bancario es por el momento el sistema mejor preparado para afrontar la crisis. Pero para no dejar demasiado espacio al alivio, contraproducente para sus ganancias, dicen que las telecomunicaciones, las fuerzas armadas y los servicios de salud figuran entre los peores organizados para lidiar con el desmadre cibernético. En Arizona, Craig Smith, presidente de una empresa de compra y venta de monedas antiguas, la Swiss America Trading Corp., ha fundado Year 2000 National Education Taskforce (Y2K NET) que realiza seminarios, vende libros, casetes y videotapes producidos por una cantidad de presuntos expertos en la crisis de las computadoras. El caótico debut del milenio es también bienvenido por el negocio inmobiliario, el cual, si es necesario para sus fines publicitarios, adopta un cariz religioso. "God's Wilderness" de Finland, Minnesotta, se autopromociona como tierras de reubicación para cristianos. Vende cabañas con molinos, generadores de electricidad, chimeneas, invernaderos, huertos y graneros. David y Johanna Hecker dicen en su página en Internet que ellos no estaban enterados de las angustias provocadas por el fantasma del Y2K hasta que comenzaron a vender las tierras y a recibir preguntas de gente que busca escapar de la hecatombe cibernética. En Arizona, la Heritage West 2000, otra empresa de propiedades y tierras, también promete una Arcadia salvadora y la publicita así: "En una extensión de 500 acres de bellísima naturaleza, usted contará con una confortable vivienda, tierra para cultivar sus propios alimentos (en caso de que no se consigan en los supermercados), energía solar (para no verse en la eventualidad de quedarse sin electricidad) y autoabastecimiento de agua. Escape de la infección del milenio. Consúltenos".
|