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VOLVIO EL PAJARO Y SE ALBOROTO EL AVISPERO BOQUENSE

Cani canta y no quiere morir

Se fue a Miami en junio y no jugó más. Tiene ofertas pero Boca pide mucho por su porcentaje. Ni Macri ni Bianchi lo quieren en Boca.

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Por Carlos Stroker

t.gif (67 bytes)  Claudio Caniggia llegó ayer a Buenos Aires. Lo hizo solo y por la mañana con la finalidad de reunirse hoy –o a más tardar mañana– con el vicepresidente de Boca, Pedro Pompilio. El veloz delantero quiere resolver su situación contractual y si el acuerdo no aparece está dispuesto a entrenarse en el club para ponerse a punto. En tanto, en la tranquila intimidad de Tandil, el entrenador Carlos Bianchi les avisó a algunos allegados que si el futbolista llegaba y decidía seguir en el club, su destino era la reserva, con Carlos García Cambón. Es más: si el director técnico en algún momento observa una cierta presión dirigencial para que Caniggia se entrene con la Primera, no descarta recostarse sobre su capital de resultados y amenazar con la renuncia. Caniggia dice tener ofertas –una del América de México, otra de Francia– que a Boca no llegaron. Aunque aquí también ya levantaron el teléfono Oscar Ruggeri, de San Lorenzo, y Ricardo Gareca, de Talleres de Córdoba. Pero la determinación de Caniggia de negociar personalmente su pase se debe a que, además, el responsable de las selecciones nacionales, José Pekerman, habló con él en diciembre pasado para interiorizarse de su situación y le dijo que si jugaba tenía las mismas posibilidades que el resto.
Cuando Caniggia decidió irse a Miami, nunca imaginó que la puerta de Boca se le cerraría de esta manera. El jugador de 32 años desea regresar al fútbol y se entusiasmó mucho más cuando el nuevo responsable de las selecciones nacionales lo llamó a Estados Unidos.
Le confesó su admiración pero también su preocupación por el hecho de que el jugador no tiene equipo. Su cuñado Gonzalo Nannis y algunos hombres cercanos al jugador, como el ex socio de Settimio Aloisio, Jorge Di Capua, y el ex volante de San Lorenzo Darío Siviski comenzaron a moverse y así aparecieron algunos contactos: México, Francia y ahora Argentina. La cuestión es que el 30 por ciento del pase de Caniggia le pertenece a Boca y el veloz delantero reclama que el valor de ese porcentaje no exceda los 500 mil dólares. Boca lo valoró en 2,5 millones y no piensa aflojar mucho.
Roberto Digón fue el contacto para tratar de encontrarle una solución al conflicto, que recién hoy empezará a tratarse. Caniggia no quiere jugar en Boca, pero ante un cierre definitivo de las negociaciones, podría hacerlo. Claro que chocaría con las ideas de Carlos Bianchi, quien no lo quiere en el equipo y ayer, en la Posada de los Pájaros, trascendió que hizo saber que si algún dirigente le llega a sugerir que Caniggia debería entrenarse con el plantel, no descarta amenazar con la renuncia. Es que Bianchi está sumamente fuerte tras la conquista del Apertura. Claro que Caniggia nunca pensó que Bianchi iba a tomar semejante posición. Hace seis meses, en una confitería de París, los dos estaban tomando café. No estaban solos, ya que los acompañaba otro ex jugador, y hablaron de Boca. Caniggia no había decidido irse y Bianchi había resuelto firmar.
Caniggia estuvo ayer con algunos de sus colaboradores y habló por teléfono con Digón para conocer detalles del pensamiento de Macri. El de Bianchi ya lo conoce y cree que le daría un buen dolor de cabeza si decide jugar en Boca. Pero si se queda en Buenos Aires podría elegir otro club. Oscar Ruggeri cree que lo puede convencer y el director técnico de Talleres de Córdoba piensa lo mismo. Por las dudas, Caniggia tiene reservado un hotel en Córdoba.
Una vez más ha llegado el Pájaro a Buenos Aires. Aquí está Caniggia una vez más, después de larga ausencia. Esta vez, dispuesto a resolver su contrato con Boca. Quiere seguir su carrera. Habrá que esperar para conocer dónde lo hace. Si bien es cierto que mira hacia México o Europa, en la intimidad sabe que debe resolver su continuidad con Boca y Boca no piensa aflojar.

LOS DIRIGENTES CREEN QUE VIENE SOLO A PRESIONAR
“Que se entrene con la reserva”

Por Facundo Martínez

T.gif (862 bytes) Si no se destraba mi pase, me presento a hacer la pretemporada”, amenazó a los dirigentes de Boca Claudio Caniggia. Ninguno de los directivos le dio demasiada importancia a esas palabras. “Eso lo dice para presionar, porque lo que quiere es que le bajemos la cotización del 30 por ciento del pase”, argumentan. Sin embargo, ante la amenaza, reaccionaron con rapidez: “Si viene a entrenar, tendrá que hacerlo con los jugadores de la reserva”.
Estas idas y vueltas no son sólo un juego de palabras; son las ruinas de un romance y su traición. Boca quiso a Caniggia, lo esperó, lo cuidó mientras no aparecía y trató de retenerlo cuando comenzaba el nuevo proceso. Y el Pájaro rajó. Se fue a Miami urgido por los reclamos familiares y golpeado por la desilusión de no haber sido convocado por Daniel Passarella para el Mundial de Francia. Lo cierto es que se fue –en su mejor momento, en Boca–, y que los dirigentes no lo quieren perdonar.
Caniggia llegó al club en julio de 1995, después de una temporada olvidable en el Benfica de Portugal. Eran los tiempos de Silvio Marzolini, y al delantero le costó mucho trabajo ponerse en forma. Recién bajo las órdenes de Carlos Bilardo comenzó a andar derecho, pero cuando la promesa se volvía creíble, surgió un problema con su contrato y abandonó.
Ese año en Boca alcanzó para enamorar a los hinchas. Caniggia era el ídolo que aparecía, mientras la figura de Diego Maradona se iba desdibujando lentamente. Pasaron 14 meses hasta que el Pájaro volvió a arreglar con Boca. Con Héctor Veira como entrenador, Caniggia tardó algo más de dos torneos para volver a mostrar sus increíbles cualidades.
Primero fueron las reiteradas lesiones, después la decisión de Veira –junto a la aparición de Guillermo Barros Schelotto–, pero lo cierto es que Caniggia no encontraba un lugar en el equipo. Volvieron las amenazas, y Veira se vio obligado a probarlo, lentamente, hasta que lo convenció y lo venció. Claro que con el apoyo de los dirigentes, justo cuando éstos comenzaban a restarle el apoyo al técnico. Había nacido una nueva reciprocidad entre el jugador y los directivos.
Veira perdió cuando faltaban unas fechas pera terminar el Clausura ‘98 y al equipo lo agarró Carlos María García Cambón. Esos seis partidos le alcanzaron a Caniggia para levantar vuelo, más alto que nunca, por lo menos en Boca, hasta que la hinchada y el periodismo comenzaron a pujar para que Passarella lo llevase al Mundial. Lo que podía pasar no pasó y el Pájaro cayó en picada. “Me quiero ir a jugar a Europa, no voy a jugar más en la Argentina”, le comentó el jugador a Macri.
Había un problemita con su sueldo pero todos sabían que el amor –y más en ese momento de Caniggia– podía más que el dinero. Hubo una propuesta final: “Quedáte en el club; y más ahora, que va a comenzar un nuevo ciclo”, le pidió Macri. Pero el esfuerzo fue en vano. Entonces le ofrecieron un sueldo de 5700 dólares mensuales más una prima anual de 400 mil, algo que frente a los 40.000 que ganaba por partido era demasiado poco. Y el Pájaro volvió a escaparse. Pero esta vez los dueños de la casa le cerraron la puerta: el romance había terminado.
Ahora, como es sabido, con el desamor llegan los abogados y empiezan los reclamos. Caniggia amenaza con entrar de prepo a la pretemporada, Carlos Bianchi no lo quiere, y los dirigentes no le creen. Caniggia quiere tasar el 30 por ciento de su pase –lo que le corresponde a Boca– en 400 mil dolares, los dirigentes piden 2,5 millones. Caniggia grita, golpea la puerta, pero los dirigentes no escuchan, saben en lo íntimo que van a arreglar un salida limpia. Sobre todo, desde que entre ambos se han instalado los ambiciosos consejeros del fútbol.

 

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