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Por Eduardo Fabregat |
![]() Basta revisar los nexos que enlazan a los conglomerados multimediáticos para animarse a una teoría conspirativa: ¿y si todo esto no es más que un plan para que la gente abandone al obsoleto cable para volcarse a la TV satelital, que sí conserva a HBO, Cinemax y, dicen, una infinidad de ventajas más? Quienes persistan en la utilización del indexado por el aumento y por la ausencia de canales que realmente vale la pena pagar sistema de TV por cable seguirán representando un buen billete. Y quienes se pasen al carísimo DirecTV serán la nueva tajada de un negocio que siempre se financia por el lado de los consumidores. Más allá de las ideas trasnochadas o no, el hecho concreto es que desde el comienzo de 1999 el cable es pródigo en ofertas como el canal Rural, el Canal 26 de Pierri y la Deutsche Welle. O Hallmark, el promocionado reemplazo de HBO, una señal que se especializa en pésimas películas para TV, una programación lamentable que redondea la estafa. Los empresarios se llenan la boca asegurando que durante todo este tiempo la Argentina fue un paraíso del cable, ya que en la mayoría de los países señales como las levantadas son carne de premium. Pero parecen olvidar que en esta tierra el negocio fue rentable, y sus pequeñas empresas se convirtieron en monstruos, gracias a que la gente les dio la derecha y metió la mano en el bolsillo. ¿Serían Cablevisión y Multicanal lo que son hoy si nunca hubieran ofrecido HBO? Los cableoperadores pueden ensayar todas las teorías posibles, pero nada les puede quitar a los consumidores la sensación de que su buena fe está siendo pisoteada. En su tapa de enero, la revista de Cablevisión desea: Feliz año 1999. Gracias, muy amables.
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