Bill le dijo a Charly que hablará con Tony
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Por Martín
Granovsky
El diálogo entre Clinton y Menem sobre las Malvinas se produjo durante la reunión restringida en la Casa Blanca, cuando sólo acompañaban al Presidente el canciller Guido Di Tella y el embajador Diego Guelar, y fue el primer tema de política exterior que lanzó Menem aprovechando el clima amistoso: trató a Clinton de "Bill" y sonrió complacido cuando escuchó que la traductora elegía el tuteo al transcribir al norteamericano. Como el inglés no distingue entre el "vos" y el "usted", la traducción reflejaba, al parecer, la confianza de Clinton a través de su estilo. Antes, en la ceremonia que anticipó la reunión --en interiores, por el viento frío de la mañana invernal-- Clinton dijo estar "agradecido por la cooperación personal y nacional que el presidente Menem y yo desarrollamos juntos", alabó el "liderazgo de la Argentina en las Américas" y destacó la participación argentina en el acuerdo de paz entre Ecuador y Perú, cosa que los funcionarios interpretaron como falta de preocupación por el contrabando de armas. "Gracias a su liderazgo, no hay límite para que las relaciones entre nuestros dos países progresen en el siglo que viene", cerró. Según relataron funcionarios argentinos a Página/12, en ningún momento Menem y Clinton hablaron del sexgate con todas las letras en su reunión casi a solas, pero Clinton entendió a Menem cuando éste, agradecido por los elogios públicos, expresó su "solidaridad" y rogó que el conflicto "siga un procedimiento rápido" para bien de la presidencia norteamericana. --Gracias --dijo un Clinton seco y, según los argentinos, conmovido aunque muy entero a simple vista, como un buen profesional de la política. Después, en una conferencia de prensa en Blair House, la residencia especial para huéspedes que queda justo frente a la Casa Blanca, Menem iría más allá, hasta pedir él mismo al Senado de los Estados Unidos que se apure en el trámite de impeachment para que Clinton pueda gobernar y liderar al mundo "con la tranquilidad que hoy no tiene". Parte de ese liderazgo debería ejercerse, según Menem, persuadiendo al primer ministro británico Tony Blair para que Londres negocie con Buenos Aires la soberanía de las Malvinas. Los funcionarios consultados aseguraron que Menem contó su viaje a Gran Bretaña de fines de octubre último, informó que la semana que viene tres diputados de la oposición acompañarán a Di Tella a entrevistarse con el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Anan, por Malvinas, y al final pidió: --Creemos que los Estados Unidos tienen un rol que jugar. Clinton replicó que las informaciones de Menem coincidían con el diagnóstico del Consejo Nacional de Seguridad y dijo que se alegraba por dos países amigos como la Argentina y el Reino Unido "y por la relación que tengo con Blair y contigo, Carlos". Luego vino la promesa: --Voy a hablar con Blair. Aunque colocó un contrapeso para que nada haga imaginar un compromiso: --Pero no soy decisivo. Menem, luego, ante los periodistas argentinos, interpretaría el diálogo con euforia. Dijo que la estrategia para recuperar las Malvinas fue en su gobierno siempre una política de Estado, sólo que ahora la oposición se suma a ella. Precisó lo que desearía de Clinton: que "apure los términos" de un acuerdo, siguiendo con las resoluciones de las Naciones Unidas que invitaban a las partes a negociar. Las resoluciones de la Asamblea General que mencionó Menem son las que la Argentina conseguía que la ONU votase hasta 1989, cuando el propio Menem ordenó retirar el proyecto como hábito de todos los años porque, explicó a sus ministros, "no quiero más torneos con los ingleses". Cada año la Asamblea General exhortaba a la Argentina y el Reino Unido a que negociaran sobre la soberanía, según la primera fórmula, y después, por una segunda fórmula que ordenó presentar Dante Caputo, "sobre todos los aspectos pendientes", que era como hablar del diablo sin mentarlo. Estados Unidos votaba contra el Reino Unido, junto con la mayoría de la ONU. ¿Cuál es, entonces, la novedad? Los funcionarios están convencidos de que, desde ayer, Washington puede jugar un papel más activo, y que la promesa de Clinton podría convertirse en un dato clave del proceso de acumulación política para que Londres termine por aceptar una discusión en serio sobre la propiedad de las Malvinas. "No hay ninguna gestión de los Estados Unidos, y si hay algo no será mañana", dijo a este diario un alto funcionario del gobierno buscando esquivar un ataque de exitismo agudo cuando el principal tema diplomático de Washington sigue siendo Irak. Clinton agradeció a Menem el respaldo del Presidente a los últimos bombardeos contra Irak. --Bill, te seguiremos apoyando --se comprometió Menem. Como la Argentina ya es miembro no permanente del Consejo de Seguridad, en público fue más allá. --La Argentina apoyará a los Estados Unidos en el Consejo --dijo. Francia, Rusia y China, miembros permanentes de la aristocracia de la ONU junto con los Estados Unidos y el Reino Unido, se opusieron al bombardeo y ahora quieren discutir dentro de las Naciones Unidas una fórmula de inspección nueva, que cambie derechos de vigilancia y monitoreo en canje por el levantamiento del embargo petrolero. La postura de Menem ubica al país como un seguidor casi solitario de Washington y Londres. Casi, porque el otro Estado que respaldó el bombardeo con entusiasmo fue El Salvador. El resto de la comunidad internacional, Brasil en primer lugar, fue crítico, cauto o silencioso.
LA RE-REELECCION EN CONFERENCIA DE PRENSA "El tema de la... ¿cómo es?"
Por M.G. "Siempre volvemos sobre el tema de la... ¿cómo es?" Esa fue la fórmula que usó ayer en Estados Unidos Carlos Menem cuando dijo que no hablaría de la posibilidad de una re-reelección para completar un tercer mandato. Las suspicacias surgieron en la conferencia de prensa que ofreció en la Blair House ayer por la tarde tras un párrafo de su discurso en la Casa Blanca frente a Bill Clinton: --Este es el comienzo de mi segunda visita de Estado a los Estados Unidos de América y es el comienzo del décimo y último año de mi segundo mandato como presidente de la Argentina. Menem usó el adjetivo "último" para el año, pero no para el mandato. ¿Estaba diciendo que podía no ser el último, al menos en su deseo más recóndito? --Me divierte que ustedes piensen eso. Me divierto mucho cuando leo cómo le buscan cinco patas al gato, que tan sólo tiene cuatro, y se devanan los sesos interpretando las cosas que digo --afirmó el Presidente durante la rueda de prensa, junto a una mesa oval de un salón decorado en tonos de oro, como toda la Blair House. (El sitio era en sí mismo una paradoja. El Blair que donó la House al gobierno federal se llamaba Francis y era, a mediados del siglo pasado, el editor del entonces poderoso diario Globe. Si hay un mundo sin periodistas, como soñaron en Estados Unidos siete años atrás Menem y el británico John Major, sin duda no es éste.) Los periodistas, ayer, decidieron buscar alguna pata más hablando de política argentina. --¿Qué opina de la fecha del 11 de abril para las internas del Partido Justicialista? --Que lo decidan (Eduardo) Duhalde y (Ramón) Ortega --fue la respuesta de Menem--. Total, yo no soy candidato, así que cualquier fecha me da lo mismo. Como se sabe, Duhalde quiere definir quién será el candidato del Partido Justicialista el 11 de abril porque argumenta que de otro modo corre en desventaja frente a la fórmula de la Alianza, Fernando de la Rúa-Chacho Alvarez, que ya está instalada. Menem sólo en apariencia fue equidistante, ya que en otra parte de la respuesta argumentó en contra sin nombrar a Duhalde: --En Córdoba José Manuel de la Sota hizo sólo 40 días de campaña, cuando (Ramón) Mestre llevaba dos años. Y ganó. Menem también recordó que en La Pampa el peronismo había triunfado sobre la Alianza. En cuanto a la reelección agregó en otro momento de la charla que su voluntad es "no hablar sobre este tema", una decisión que el Presidente suele tomar cuando ya habló y reinstaló la discusión sobre la improbable, y quizás imposible, re-re. Hace pocos días había dicho que era un "proscripto", sólo por el hecho de que la reforma constitucional de 1994 le permitió la chance de una reelección con una cláusula que le impedía presentarse nuevamente en 1999. Menem dedicó a la conferencia de prensa quince minutos más que los estipulados inicialmente y hasta buscó explayarse sobre ideologías. Rechazó ser "un neoliberal" y se autodefinió como "un pragmático". --Las ideologías desunen a los pueblos y, en cambio, las políticas pragmáticas los unen --explicó. El argumento era conocido. Por la mañana, en uno de sus elogios a Menem, Clinton había dicho que el Presidente argentino cambió un escenario de pelea ideológica por otro de discusión pacífica, y una economía planificada por una economía de mercado. Menem añadió por la tarde un dato que escapó a los asesores de Clinton. Dijo que se produjo un record en la producción y venta de automotores. En estos días, sin embargo, las terminales suspenden o despiden personal.
DICTADURA, PINOCHET Y FIDEL El peso del pasado
Por M.G. En la reunión entre Bill Clinton y Carlos Menem no se tocó ningún tema específico de derechos humanos o garantías individuales, pero el discurso del presidente norteamericano en la Casa Blanca incluyó un interesante párrafo sobre la actitud de los argentinos hacia su propio pasado. "Al examinar valientemente su pasado, el pueblo argentino marcó un ejemplo para otros países que buscan el respeto a los derechos humanos", dijo Clinton en una de las pocas menciones que no se refirieron al "liderazgo del señor presidente" sino a un valor que excede la figura de Menem. Este diario pudo determinar que en la reunión restringida los presidentes no hablaron de temas como el gatillo fácil de la policía, que el Departamento de Estado suele incluir en sus informes anuales, ni sobre un tema que afecta a los dos países como es el del arresto de Augusto Pinochet. Por el Plan Cóndor, de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur, Pinochet sufre arresto en el Reino Unido, y podría ser extraditado a España. Los Estados Unidos apoyaron el Plan Cóndor cuando Henry Kissinger dirigía su política exterior, aunque uno de sus efectos fue el asesinato en Washington del ex ministro de Defensa de Salvador Allende, Orlando Letelier, y una norteamericana, su secretaria Ronnie Moffit. Como Clinton habló en su discurso de que la democracia imperaba en todos los países menos uno y Menem interpretó que se había referido a Cuba, un periodista extranjero le preguntó ayer si su preocupación por las dictaduras incluía el caso Pinochet. --El ex presidente Pinochet... --comenzó Menem. --¿Presidente o dictador? --preguntó el periodista. --Bueno, ex presidente y ex dictador, aunque en Chile también lo llaman senador vitalicio. Pero mire, por lo de Pinochet en Francia ya lo están reclamando a Fidel, ¿eh? Para usted, ¿Fidel es presidente o dictador? --Presidente --dijo el periodista. --¿No es un dictador? Si desapareció gente y lleva 40 años en el poder... Fidel es mi amigo, pero... --Un periodista debe ser objetivo. --¿Y personalmente qué opina? --preguntó Menem convertido en reportero. --Personalmente, que Fidel es un dictador. Menem lucía satisfecho después del diálogo. Había experimentado una triple felicidad: insistir en su posición de que el juicio contra Pinochet es incorrecto, criticar a Fidel y presionar a un periodista hasta obtener una respuesta. BRINDIS EN EL ASADO DE GALA EN LA CASA BLANCA Solidarios ante la "crisis Lewinsky"
Es probable que éste haya sido el momento más esperado del viaje y es probable también que lo haya ensayado más de una vez para encontrar la forma de encararlo, pero lo cierto es que al llegar el momento de los brindis anoche en la cena ofrecida en la casa Blanca para agasajar al visitante, el presidente Carlos Menem levantó su copa para dejar en claro que apoya a su colega norteamericano Bill Clinton en los difíciles momentos que atraviesa a raíz de sus deslices con la pasante Mónica Lewinsky que lo han puesto al borde de la destitución: "Quiero expresar mi solidaridad profunda y absoluta" expresó un Menem combativo. Con la copa en alto y expresión de caballero en las Cruzadas expresó "Yo le quiero manifestar querido amigo presidente, la solidaridad total y absoluta en estos momentos". Para dar más énfasis a sus palabras y demostrar que no era sólo una cuestión de la boca para afuera su actitud ante la crisis desatada por la Lewinsky agregó: "Lo digo desde lo más profundo de mi corazón y de mis sentimientos". Ya con la espada desenvainada aludió a los esfuerzos que realizan los legisladores republicanos para arrinconar al mandatario norteamericano y ponerlo al borde de la destitución: "espero que sus conciudadanos comprendan que no tan sólo Estados Unidos lo necesita a usted". En su afán de defender al colega anfitrión, Menem se tomó la licencia de interpretar los deseos del globo terráqueo al señalar que "el mundo requiere que siga liderando a su país y proyectando su liderazgo al resto del planeta". Clinton, quien encontró de esta manera un aliado más en la "crisis Lewinsky", tampoco se quedó corto en los elogios cuando le llegó el turno de alzar la copa y rendir homenaje al papel que ha tenido Menem en el estrechamiento de las relaciones entre los dos países que, dijo "nunca ha sido tan fuerte". Si bien Clinton no se puso en intérprete del planeta, sí lo hizo del continente al señalar que "gran parte del crédito por el logro y la promesa de América del Sur se encuentra en manos del hombre a quien rendimos homenaje en estos momentos". De todos modos, el presidente norteamericano trató de distender la solemnnidad de los brindis de protocolo y aclaró que si bien se ha llegado a acuerdos y entendimientos en las más diversas áreas de las relaciones bilaterales, todavía quedaban algunos puntos en disputa y se refirió a uno en el cual es indudable que la disputa no existe "como saber qué país tiene la mejor carne vacuna y los mejores asadores". Menem aprovechó lo de los asadores para agradecer la cena y apuntar que ésta sirvió además para celebrar los diez años de su gobierno. Tras la cena, Clinton y su esposa Hillary ofrecieron a los invitados, entre los que se contaban además de la comitiva argentina los actores Robert Duvall y Salma Hayek y el compositor Lalo Schifrin, un espectáculo de tango. Madonna no asistió pese a que estaba anunciada.
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