El mundo según Mr. Hawking
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Por Raúl García
En su famoso libro Una breve historia del tiempo -donde recorre las teorías cosmológicas del Big Bang, la antimateria y los agujeros negros-- se propuso un difícil desafío que consiguió sortear con éxito: explicar las más complejas teorías científicas de tal modo que puedan ser comprendidas por el público no especializado. En el prólogo confesó: "Decidí escribir una obra de divulgación sobre el espacio y el tiempo (...) ¿De dónde viene el universo? ¿Cómo y por qué empezó? ¿Tendrá un final, y, en caso afirmativo, cómo será? Estas son cuestiones de interés para todos los hombres". Idéntico objetivo es el que persigue la serie televisiva titulada "El universo de Stephen Hawking" que Discovery Channel (Canal 30 de Multicanal y 42 de Cablevisión) emite todos los miércoles de este mes a las 22 (se repite los jueves a las 3 y los domingos a las 18). A lo largo de los 3 capítulos de una hora de duración que conforman la serie, echando mano a argumentos sencillos, Hawking explica el progreso de la ciencia, tomando como punto de partida el conocimiento de la antigua Grecia, pasando por los sabios alquimistas, la ciencia renacentista, hasta alcanzar finalmente la cosmología contemporánea. Allí expone también su controvertida hipótesis sobre las posibilidades que ofrece a la ciencia la última tecnología computacional, ya que ella -según afirma el científico-- aproxima al conocimiento una comprensión acabada del universo. Si ello fuese cierto, apenas entrados al siglo XXI los físicos tendrán una teoría que les permitirá explicar todos los fenómenos observables, con lo que de modo indirecto sugiere que el fin de la física teórica está muy próximo. Cumpliendo el papel de guía, Hawking conduce al espectador a distintos lugares del planeta en los cuales se produjeron acontecimientos importantes para la ciencia, construyendo de ese modo una breve historia de las teorías que se ocuparon del origen del universo. Entre otras, una visita a un museo de Florencia donde puede apreciarse el telescopio que utilizó Galileo Galilei, cuando observó por vez primera las lunas del planeta Júpiter. O excelentes imágenes del famoso laboratorio de Marie Curie en París, donde descubrió el radio. En 1974, cuando el progreso de la enfermedad parecía cortar su incipiente carrera de investigador, Stephen Hawking participó de un antiguo rito inglés: invitado por la Royal Society de Londres, estampó su firma en un libro histórico, cuyas primeras páginas cuentan con otra famosa firma, la de Isaac Newton. De este modo el joven científico de la silla de ruedas ingresaba a la historia de la ciencia. Y empezaba la leyenda.
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