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EL GOBIERNO DE CARDOSO CEDIO A LA PRESION DEL MERCADO Y DEVALUO EL REAL
El carnaval es de los especuladores

Brasil intentó parar la fuga de divisas con una devaluación para calmar a los mercados. Pero ayer se escaparon otros 1500 millones de dólares. Cayeron en picada todas las bolsas del planeta por temor a un crac mundial.

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Por Claudio Zlotnik

t.gif (67 bytes) Llegó el día tan temido. Finalmente, el gobierno de Brasil cedió a la presión del mercado y el real, la moneda brasileña, se devaluó un 9 por ciento. Ayer a primera hora, Fernando Henrique Cardoso dio vía libre a la ampliación de la banda de flotación del dólar llevando el techo a 1,32 real por dólar. No bien comenzaron las operaciones con divisas, el real se depreció hasta el máximo habilitado y el Banco Central brasileño debió salir a vender unos 2000 millones dólares para impedir una mayor disparada de la moneda estadounidense. Desde Brasil ayer se fugaron otros 1500 millones de dólares. La crisis brasileña derrumbó a las bolsas de todo el mundo. El índice de acciones líderes MerVal cayó, en Buenos Aires, el 10,2 por ciento.
“Este es el inicio del efecto caipirinha. A menos que los milagros existan, en los próximos días asistiremos a una seguidilla de devaluaciones del real. La situación es muy parecida a la que ya vimos en México en diciembre del ‘94, cuando el gobierno de Ernesto Zedillo apostó a una devaluación controlada. Como entonces Zedillo, Cardoso tampoco tiene ninguna chance de ganar. Nada bueno puede pasar si se empieza con una estafa. Y hasta anteayer, Cardoso juró que no iba a devaluar”. En lo medular, la opinión de Aldo Abram, de la consultora Proeco, coincide con la totalidad de los economistas consultados por Página/12 para evaluar la nueva coyuntura brasileña: que, tras la devaluación de ayer, Brasil no podrá sostener por mucho tiempo la actual paridad cambiaria.
Fue en ese mismo sentido que se expresaron distintas agencias calificadoras internacionales. La norteamericana Merrill Lynch, por caso, sostuvo que “los nuevos márgenes de fluctuación del real establecidos no aguantarán. El real debe bajar más antes de encontrar un nuevo equilibrio, y Brasil deberá hacer frente a una recesión todavía más fuerte”. Por su parte, la firma Duff & Phelps dijo desde su sede en Nueva York que la devaluación del real puede continuar en los próximos días. Y la inglesa Fitch-IBCA colocó bajo revisión con connotaciones negativas a la calificación asignada a Brasil y a su sistema financiero.
Bien temprano, los financistas se desayunaron con que la crisis se había engullido al presidente del Banco Central brasileño, Gustavo Franco, un férreo opositor a una devaluación del real. Franco, quien había sido defendido a capa y espada por Cardoso hasta último momento, fue reemplazado por Francisco Lopes al frente del BC. No bien asumió como presidente interino del organismo emisor, el hasta ayer director de Política Económica del BC aseguró que el real se devaluará un 12 por ciento durante 1999, “y un 15 por ciento en el peor de las hipótesis, si hay mucha presión en el mercado”.
Pero lo cierto es que la moneda del país vecino se depreció un 9 por ciento en una sola jornada, y su cotización frente al dólar quedó en el techo de la flamante banda de flotación. La primera medida que tomó Lopes fue devaluar en un 6,7 por ciento el piso de la paridad cambiaria –de 1,12 a 1,22 real por dólar– y en un 7,6 por ciento el techo: de 1,22 a 1,32 real por dólar. No bien abrió el mercado de divisas, el dólar se disparó al nivel máximo permitido. Y durante la jornada, el BC debió vender 2000 millones de dólares para satisfacer la demanda de los inversores y lograr sostener la paridad.
La renuncia de Franco y la posterior corrección cambiaria llevó el caos a los mercados internacionales. En Europa hubo caídas históricas. Y la ola de pesimismo arrasó los salones bursátiles latinoamericanos y Wall Street. La baja en San Pablo fue del 5 por ciento, aunque esta medición puede resultar engañosa. Medido en dólares, y tras la devaluación de ayer, el derrape alcanzó al 14 por ciento. Con la merma de ayer, el MerVal se colocó en los 356,16 puntos, el mismo nivel que presentaba cuando comenzó la última primavera, en medio del anterior pico de la crisis. El desplome alcanzó también a los títulos públicos. Los bonos Brady argentinos cayeronentre 5,4 y 6,0 por ciento. Y los Globales entre 8 y 12 por ciento. La tasa interbancaria (call) saltó ayer del 7,5 al 9,5 por ciento anual en pesos, y del 7,2 al 9,2 por ciento anual en dólares.
“La modificación presentada esta mañana es sólo técnica” y tiene como objetivo “facilitar la continuidad del compromiso del gobierno de Brasil de mantener las políticas fiscal, monetaria y cambiaria con reglas claras. No significa un cambio en el rumbo económico”, aseguró Cardoso durante una conferencia de prensa en Brasilia. Por otra parte, apuntó que su país cumplirá con todas sus obligaciones internas y externas. El desmadre de la situación económica obligó al presidente brasileño a interrumpir las vacaciones que había iniciado el día anterior.
Con el terremoto bursátil encima, el Congreso brasileño terminó de aprobar anoche una serie de cuatro medidas que forman parte del ajuste fiscal anunciado por Cardoso en diciembre pasado. Las cuatro normas permitirán recaudar unos 4000 millones de dólares adicionales a lo largo de este año.
Con reservas internacionales inferiores a los 33.000 millones de dólares, tasas de interés cercanas al 30 por ciento anual y una deuda interna en torno de los 300.000 millones de dólares, la administración Cardoso debería tomar medidas drásticas de forma urgente, razonan en la city. Es entonces cuando a la memoria de los financistas salta el recuerdo del Plan Bonex instalado en la Argentina allá por 1989, como forma de patear hacia adelante los vencimientos de deuda. Ahora, el Plan Real, lanzado en julio del ‘94 con el objetivo de planchar la inflación, pende de un hilo.

LA ENCRUCIJADA DE MAS DEVALUACION O MORATORIA
La clave es la deuda interna


Por Raúl Dellatorre


t.gif (862 bytes) Brasil le entregó una devaluación al mercado, pero no lo conformó. Ayer habría perdido reservas por un valor de 1500 a 3000 millones de dólares, según distintas versiones. Ahora que la política cambiaria perdió el invicto, los operadores financieros van en busca de otra victoria. Los analistas señalaban ayer en Nueva York que el real seguirá siendo blanco de ataques especulativos. Pedro Malán verá fracasar, entonces, su estrategia: devaluar para ganar confianza, y así poder bajar las tasas de interés, que aprisionan a empresarios y gobiernos estaduales endeudados. Ahora, probablemente, el ministro de Hacienda deberá hacer lo contrario: subir las tasas para evitar que continúe la sangría sobre las reservas internacionales del país.
La decisión que adoptó ayer Brasil, devaluando su moneda, es el inicio de la tercera etapa de la crisis económica mundial iniciada hace un año y medio en Asia, cuyo segundo capítulo lo protagonizó Rusia. El demonizado gobernador de Minas Gerais, y ex presidente, Itamar Franco, desató la huida de capitales al anunciar, hace ocho días, una moratoria de su deuda con el gobierno central, de 15.400 millones de dólares. Lo mismo que hizo Rusia en agosto pasado y desató el pánico. Lo mismo que pronto debería hacer Brasil con su deuda interna de 300 mil millones de dólares, el verdadero problema de fondo al que aún no se atrevió a echar mano.
En realidad, Itamar no es el causante de la crisis, sino el que puso la última gota en un vaso que rebalsaba. “La crisis podría haber estallado en octubre, pero Cardoso ganó tiempo mediante el apoyo financiero internacional de 41.500 millones de dólares; podría haber aguantado hasta marzo, pero los mercados le demostraron que no llegaba; lo que era inevitable es que en algún momento sucediera”, comentó a Página/12 el analista José Siaba Serrate.
Y ahora que la crisis se desató, el riesgo es que a Brasil se le vaya de las manos. “Esta medida va a acelerar la tasa esperada de devaluación de los financistas”, comentó Siaba, y se reflejó en la reacción de los mercados bursátiles y de los analistas de los centros financieros mundiales. Malán puede caer en un tobogán de rápido desprestigio, que se amplificará cuando deba subir las tasas de interés, desilusionando a los empresarios y gobernadores aliados que confiaron en la devaluación como la medicina para atacar el mal.
“Las primeras repercusiones de la medida vuelven a poner sobre el escenario una cuestión central de política monetaria: ¿es posible administrar una devaluación, medir las consecuencias? La regla general es que cuando un gobierno cambia las reglas, pierde credibilidad”, señaló Siaba. El gobierno brasileño, a su juicio, no está en condiciones de garantizar que el techo de 1,32 reales por dólar sea inamovible o que sólo suba de acuerdo a la pauta fijada hasta fin de año.
Los operadores financieros ya están advertidos de que Brasil no pudo sostenerse con la misma política cambiaria y una promesa de ajuste fiscal a tres años. Ayer tomó una medida audaz, la devaluación, pero no resolvió la incertidumbre en los mercados ni atacó el problema de fondo, su deuda interna. El avance sobre este último punto quedó para más adelante, cuando la crisis se profundice. Pero ayer fue recién el primer día de la tercera etapa de la crisis mundial, con Brasil como epicentro.


TERREMOTO CON VARIOS EPICENTROS
México y Chile sufrieron

t.gif (862 bytes) La tormenta financiera que ayer se desató en Brasil impactó de lleno en los mercadosimage4.jpg (17948 bytes) cambiarios de México y Chile. El peso mexicano se devaluó ayer un 4,2 por ciento frente al dólar, por lo que extendió su depreciación a un 7 por ciento en los últimos dos días, al pasar de 9,86 a 10,55 unidades por dólar. Por la mañana, el peso mexicano llegó a devaluarse un 11 por ciento, pero la efectiva intervención del Banco de México inyectando 200 millones de dólares al mercado desinfló en parte el derrape.
En tanto, en Chile, el peso se devaluó un 1,3 por ciento en el mercado minorista, al cerrar en 480 unidades por dólar (frente a 474 del día anterior). En la apertura, cuando se conoció la renuncia de Gustavo Franco a la presidencia del BC brasileño y la posterior elevación de la banda cambiaria, el peso chileno llegaba a depreciarse un 4 por ciento. También se golpeó el dólar, que se depreció 1 por ciento frente al flamante euro.

 

La preocupación de Clinton


El presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, admitió ayer su preocupación por la crítica situación de Brasil. “Estamos mirando los acontecimientos muy de cerca”, dijo el mandatario ante periodistas de la Casa Blanca. No obstante, Clinton expresó su confianza en que el gobierno brasileño tendrá éxito en las reformas comprometidas con el FMI. Destacó, así mismo, que su gobierno está en contacto con los demás miembros del G7, el FMI y las autoridades de Brasil para seguir la situación.
Clinton se expresó ante la prensa tras ser informado de la situación en Brasil y el resto de las plazas financieras del mundo. “Obviamente –dijo- esperamos que la situación se resuelva de manera satisfactoria, no sólo para el pueblo de Brasil sino también para el de todas las Américas, que quieren seguir disfrutando de los buenos avances de los últimos años.”
Al mismo tiempo el secretario del Tesoro, Robert Rubin, enfatizó la importancia de que Brasil lleve adelante “la implementación de un programa económico fuerte y creíble”. Para Rubin la clave para que reciban el apoyo de los organismos multilaterales y de los gobiernos extranjeros es “que el presidente Fernando Henrique Cardoso haga lo que se ha comprometido a hacer”. En su interpretación, Brasil “actuó para aumentar la flexibilidad de su sistema cambiario”, y aseguró que este país reafirmó su compromiso de implementar el programa de ajuste fiscal acordado con el FMI.
En tanto el director gerente del Fondo, Michel Camdessus, dijo que el organismo está evaluando las implicancias que tendrá la devaluación del real sobre el programa de rescate financiero de Brasil. “Creo que no se debe escatimar ningún esfuerzo para asegurar la rápida adopción del programa de ajuste fiscal, y al mismo tiempo, seguir una política monetaria adecuadamente fuerte”, sentenció el funcionario.


El mandamiento de Menem y Roque es no devaluarás

El Presidente le dijo a Página/12 que “la Argentina tiene una economía sana y no se verá mayormente afectada”. Roque dice que “la competitividad no se logra con la política cambiaria”.

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Por Martín Granovsky
Desde Washington

Página/12

en EE.UU.

t.gif (862 bytes) “Yo vengo diciendo en los Estados Unidos, y también lo dije en Argentina, que un peso es un dólar y así se quedará. No vamos a devaluar. En tres años tuvimos una inflación del 1,1 por ciento y no vamos a tirar todo por la borda.” Decidido a ser realmente enfático, el presidente Carlos Menem aseguró a Página/12 en declaraciones telefónicas desde Texas que “la Argentina tiene una economía sana y no se verá mayormente afectada por lo que pase en Brasil”.
El Operativo Tranquilidad de Menem fue completado en Washington por Roque Fernández:
–Lo dije y lo repito: la competitividad de Brasil o de cualquier otro país no se logra a través de la política cambiaria –dijo el ministro preocupado por buscar nuevos argumentos para el compromiso público argentino de no devaluar la moneda frente al dólar.
Roque se quedó en Washington para terminar de cumplir con su agenda mientras el presidente Carlos Menem volaba a Texas y el resto de la comitiva viajaba a encontrarse con el Presidente antes de volver a la Argentina.
Ocupado en llamar al Fondo Monetario y al Banco Mundial, Fernández casi no pasó por su habitación del hotel Hay Adams, donde su equipo se encargaba de despistar con datos falsos al periodismo sobre el destino de Roque con ayuda de funcionarios de la representación financiera que jugaban como chicos a la contrainteligencia.
–Lo que pasó no afecta la competitividad de la Argentina –dijo Roque una vez que su equipo de distracción fracasó–. Puede afectarla que el nivel de actividad en Brasil descienda. Pero lo fundamental es que el Congreso (de Brasil) apruebe ya las medidas que hacen falta.
Fernández relativizó, de paso, la decisión de Fernando Henrique Cardoso y en ningún momento quiso presentarla como una modificación de la política cambiaria. “No son medidas de política cambiaria sino una respuesta financiera al ataque contra el Plan Real”, quiso interpretar.
Dijo que para él la devaluación de un ocho por ciento “fue realmente una sorpresa”. Así la recibió cuando recibió el llamado de su colega de Hacienda brasileño Pedro Malán.
Lo primero que hizo cuando cortó, a las once y media de la mañana hora argentina, fue llamar a Menem desde Washington a la suite del Burton Creek, el club de golf de Austin, Texas, donde el Presidente viajó para jugar con Bush padre y Bush hijo.
Después de convenir los cursos de acción con el ministro, Menem evitó llamar de inmediato a Fernando Henrique Cardoso, como hubiera indicado el instinto, y eligió los links para acompañar con el rélax las muchas bajas y las pocas alzas de la Bolsa argentina.
Lo siguieron su profesor de golf Roberto de Lucca, el embajador argentino en los Estados Unidos Diego Guelar y el secretario general de la Presidencia Alberto Kohan. Menem y De Lucca jugaron contra George Bush padre, presidente de los Estados Unidos cuando la Argentina inició la etapa de relaciones carnales, y con George Bush hijo, actual gobernador del Estado de Texas.
Ex senador, ex director de la CIA, ex embajador en China, ex vicepresidente de Ronald Reagan y ex presidente, Bush padre está retirado de la política. Bush hijo aspira a ser el candidato republicano que enfrente al probable candidato demócrata –el actual vicepresidente al Gore– en las presidenciales de noviembre del 2000. Se ubica entre los centristas del Partido Republicano, habla perfecto español y apuesta al liderazgo de los hispanos en los Estados Unidos. El partido de golf fue largo. Comenzó a las nueve y media de la mañana y terminó recién a las tres y media. Seis horas de paz bucólica en medio de la crisis internacional de los mercados. La de ayer, al menos, fue una tranquilidad consciente. El martes, en cambio, argentinos, norteamericanos y algún brasileño pasaron un día en estado angelical. La tormenta llegaba, segura, y el canal del tiempo sólo anunciaba nubosidad variable.
Con la devaluación quedó certificada la impresión que recogieron algunos funcionarios argentinos durante el desayuno del martes con el director del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus; el presidente del Banco Mundial, James Wolfenson; el secretario del Tesoro, Robert Rubin, y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias: el Fondo y el Banco no tenían información precisa sobre lo que haría Brasil.
Uno de los participantes argentinos del desayuno con Menem definió así su sensación:
–Me parece que estos tipos están rezando.
Página/12 pudo establecer, también, que el lunes por la noche las máximas autoridades del Fondo Monetario Internacional, reunidas en privado, tampoco sabían exactamente lo que se vendría.
Hasta un brasileño clave en los Estados Unidos quedó enredado en la ignorancia frente a la crisis inminente. El martes por la noche, Paulo Tarso Flecha da Lima, embajador de Brasil en Washington, estuvo hasta las diez en la recepción que ofreció Menem en la embajada argentina. Durante tres horas, por lo menos la mitad de los 700 invitados trató de compartir certezas y dudas –con más dudas que certezas– sobre si Brasil devaluaría o no su moneda más allá de los pequeños retoques habituales. Todos comieron sus salchichitas y dejaron la residencia de Diego Guelar con la idea de que no habría una gran modificación del tipo de cambio. Paulo Tarso también. Horas después, un llamado lo despertó.

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