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LO QUEMARON CON AGUA HIRVIENDO. VA DE COMISARIA EN COMISARIA
Un detenido sin lugar en el mundo

Los presos atacaron al violador y asesino de la nena de San Miguel. En 48 horas estuvo en tres seccionales del noroeste del conurbano. Anoche amplió su confesión. “Nadie sano hace lo que yo hice”, dijo.


t.gif (67 bytes)  Eduardo Torres Rey, el acusado por la violación y el crimen de la pequeña Mariela Soledad Monzón, pasó por tres comisarías en menos de 48 horas. En el conurbano bonaerense ninguna dependencia policial quiere hacerse cargo del hombre que ayer a la madrugada fue quemado por un grupo de presos con una jarra de agua hirviendo, mientras era trasladado de su celda hasta el baño. Unas horas antes del incidente, en la comisaría de Villa Concepción, medio centenar de vecinos había protestado en la puerta reclamando su traslado. Para tranquilizarlos y resguardar la integridad física de Torres Rey, la policía cambió de táctica y ahora lo va rotando por distintas comisarías del noroeste del conurbano. El imputado, en tanto, amplió anoche su declaración y confesó haber asesinado y violado a la niña, aunque dijo que estaba alcoholizado, según reveló el fiscal Héctor Scebba.
“Nadie sano hace lo que hice yo”, se excusó Torres Rey ante el fiscal, intentando reafimar su versión de que estaba borracho cuando sucedieron los hechos. Llegó a los Tribunales de San Martín a las 16, rodeado de un amplio operativo de seguridad y durante dos horas completó la media confesión que había revelado en la madrugada del miércoles. “Contó con lujo de detalles cómo cometió el crimen, aunque adujo que se encontraba alcoholizado”, afirmó más tarde Scebba. Y agregó que en el relato incluyó “desde cómo la violó hasta cómo la mató”.
Hasta ese momento sólo había reconocido que golpeó y metió en un bolso a la pequeña, si bien los resultados de las autopsias constataron más tarde que murió por asfixia tras haber sido violada por ano y por vagina. “Compungido, tembloroso y visiblemente arrepentido –señaló el fiscal–, el imputado dijo que había ingerido gran cantidad de vino tinto y que la nena entró sola en su casa. Entonces la llevó a su habitación y la violó. Después la ahorcó con las manos y la llevó hasta un descampado”, agregó.
Anoche, el fiscal anticipó que dentro de un plazo de 10 días pedirá su procesamiento por los delitos de “homicidio criminis causa”, es decir, que mató a la pequeña para ocultar otro delito, en este caso la violación. Por esa calificación podría caberle prisión perpetua.
Por el delito que cometió Torres no es bienvenido en las comisarías, donde también rigen los duros códigos carcelarios: el castigo a los violadores, especialmente cuando se trata de abuso de menores. En la madrugada del miércoles Torres Rey estuvo detenido e incomunicado en una celda individual en la comisaría de San Miguel. Para evitar posibles reacciones de la gente del barrio, lo sacaron de allí y lo trasladaron a la comisaría de Villa Concepción. Pero la represalia llegó a los pocas horas. Entre insultos y amenazas de muerte, un grupo de detenidos le tiró un jarro de agua hirviendo y le quemó parte de los hombros y el cuello. Aprovecharon el momento en que salió de su celda para ir al baño. “Los internos estaban como locos, imagínese... son todos padres de familia”, contó una fuente de la comisaría.
Pero la agresión traspasó las paredes de la comisaría. “Ayer se habían juntado frente a la comisaría unos 50 vecinos indignados, pidiendo su expulsión”, comentó a Página/12 un oficial de Villa Concepción, que no ocultó su alivio cuando Torres Rey fue trasladado a otra dependencia: “Ahora los detenidos y los vecinos están tranquilos. Gracias a Dios lo sacamos de acá”, dijo sin disimulo.
La policía decidió ocultar la dirección de la comisaría donde fue trasladado transitoriamente, ya que la idea es rotarlo por distintas dependencias. Está aislado del resto de los presos y tiene una custodia las 24 horas para que no intente atentar contra su propia vida. Hasta ayer no había recibido visitas porque estaba incomunicado.

 

Fusilados por una bicicleta

t.gif (862 bytes) Un hombre obligó a dos jóvenes que, al parecer, le habían querido robar la bicicleta a ponerse contra la pared y, virtualmente, los fusiló. Una de las víctimas, de 20 años, murió en el acto mientras que el otro –de la misma edad– resultó con heridas graves. Ocurrió en el barrio Toba, de la ciudad de Rosario. La policía detuvo al presunto agresor, Manuel Rojas, de 51 años, quien a pesar de haber sido reconocido por varios testigos, negó haber participado en el hecho.
Rojas es dueño de una granja ubicada en Saavedra al 5700. Los dos jóvenes atacados, Gabriel Insaurralde y Arturo Vergara, se encontraban sentados en la vereda de la calle Garibaldi al 6180, en el sudoeste de la ciudad. Eran las 12.05 cuando Rojas pasó en bicicleta por el lugar, y al frenar delante de los jóvenes, sacó su arma, los obligó a ponerse de pie y apoyar las manos contra la pared, relataron los testigos. Entonces, el agresor comenzó a disparar hasta que los dos cayeron al piso.
Insaurralde murió en el acto, producto de los disparos, mientras que su amigo Vergara recibió tres balazos que le provocaron heridas de gravedad, dos en la región lumbar y una en el muslo, por lo que debió ser internado de urgencia en el hospital de Emergencias Clemente Alvarez.
Rojas fue detenido y alojado en la comisaría 19º. Según la policía, ninguna de las víctimas baleadas contaba con antecedentes penales.

 

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