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Por Claudio Zlotnik Cuarenta y ocho horas después de verse obligado a elevar la banda de flotación del real, el mercado volvió a quebrar la resistencia del gobierno brasileño y Fernando Henrique Cardoso quitó ayer todas las barreras para contener la cotización del dólar. El resultado de la jugada habilitó una depreciación del 7,7 por ciento de la moneda brasileña, por lo que la devaluación del real entre el miércoles y ayer resultó del 15,2 por ciento admitida oficialmente, y alcanzó al 25 en casas de cambio. Ante su propio triunfo, los financistas desplegaron la euforia: la Bolsa de San Pablo rompió un récord histórico al subir 33,4 por ciento; mientras que en Buenos Aires el avance fue del 12,3 por ciento y los títulos públicos recuperaron gran parte del terreno perdido en los últimos días. No obstante, el dato bursátil es tomado con pinzas por analistas consultados por Página/12. Más bien, y hasta tanto Cardoso y su equipo económico definan la política económica a seguir de aquí en más, los expertos se muestran cautelosos. El ministro de Hacienda brasileño, Pedro Malán, viajó anoche a Washington. Durante el fin de semana, Malán y el flamante titular del Banco Central de Brasil, Francisco Lopes, mantendrán reuniones con la plana mayor del Fondo Monetario, encabezada por Michel Camdessus, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y con el secretario del Tesoro estadounidense, Robert Rubin. La misión oficial intentará traerse la promesa de que Brasil continuará recibiendo el apoyo financiero de los organismos internacionales y del gobierno estadounidense. De allí, se espera, volverá con el futuro capítulo del plan económico. En un breve comunicado, el FMI respaldó al gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Y disfrazó a la devaluación del real como si hubiese formado parte de una estrategia voluntaria del gobierno brasileño. La decisión de liberar la flotación del real parece ser un paso inteligente para frenar la pérdida de reservas, señaló el Fondo. El viaje de Malán y Lopes tiene otro objetivo no menos importante: consensuar con Washington los próximos capítulos del programa económico. La noticia de que el Banco Central brasileño dejaba de respaldar la cotización del real vendiendo dólares de sus reservas se conoció a las 10 en punto. En segundos, el real perdió el 15 por ciento de su valor y se cotizó a 1,53 unidades por dólar. Con el correr de las horas, y con la espectacular alza de la Bolsa como contexto, la moneda brasileña se acomodó por debajo de aquel pico y cerró en 1,43. Sin embargo, ayer a la tarde algunas casas de cambio de San Pablo vendían dólares a 1,60 reales. La decisión de Cardoso de dejar en manos del mercado el valor de la moneda se divulgó minutos después de que el propio BC confirmara que el último jueves había destinado 1794 millones de dólares para defender al real. En una sola semana, Brasil perdió más de 5000 millones de dólares de reservas. En la city porteña desconfiaban de que, efectivamente, el BC de Brasil se haya desentendido de la cotización del real. No deja de ser sorpresivo que, tras la liberación del tipo de cambio, el real se haya devaluado sólo el 7,7 por ciento, comentó a Página/12 un grupo de agentes bursátiles. Con los costos de la corrida a la vista, Cardoso eliminó la banda de flotación cambiaria que había lanzado el último miércoles y dejó al real librado a suerte y verdad por lo menos hasta pasado mañana, cuando el BC difunda cuál será la política cambiaria definitiva. Aliviado tras el cierre de los mercados, Malán festejó. La previsión de una enorme disparada de la cotización no ocurrió, lo que representa una confianza en nuestra capacidad para continuar los esfuerzos del ajuste fiscal, dijo. Teníamos la obligación de defender el real, pero también tenemos la obligación de defender las reservas internacionales, justificó, por su parte, Cardoso. Una versión publicada ayer por The New York Times revelóque en la noche del jueves el FMI advirtió a Cardoso sobre la inviabilidad de continuar defendiendo la banda de flotación del real a cualquier costo (ver aparte). La devaluación no solucionó los males de Brasil. No hay que engañarse por la reacción positiva de la Bolsa; podría ser efímera si Cardoso no encuentra rápidamente el camino que lo lleve a reprogramar su multimillonaria deuda interna, convalidar el ajuste fiscal y ganar la confianza de los inversores. Sólo de esa manera podrá hacer caer las tasas de interés, comentó a este diario Andrés Pitchón, economista del Merchant Bankers Asociados (MBA). Por su parte, el consultor Pedro Lacoste señaló que el desconcierto es total. Las decisiones compulsivas de Cardoso de los últimos días dejan entrever que no tiene un plan elaborado. Da toda la impresión de que actúa empujado por el mercado. Lacoste, además, hizo alusión al posible rebrote de la inflación y a la eventual pérdida de popularidad del presidente brasileño como futuros escollos que Cardoso deberá enfrentar para sacar adelante a Brasil. Los detalles del nuevo esquema que Brasil pondrá en marcha para sostener su economía recién se conocerán en los próximos días. Mientras tanto, se puede intuir que la desvalorización del real profundizará la aguda recesión que ya se pronosticaba para este año. Que sus efectos se trasladarán a la Argentina, provocando una severa desaceleración de la economía, y que la devaluación trabará el ingreso de productos locales a Brasil. La Brasildependencia no es gratuita.
El FMI, preocupado por Argentina
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