Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


LA OPOSICION REPUBLICANA SE CENTRO EN LA GRAVEDAD DEL PERJURIO
Todos los delitos
del presidente

Los republicanos completaron su segundo día de presentación de pruebas contra Clinton. Hoy termina esta parte del juicio.

na19fo01.jpg (8385 bytes)
El presidente Bill Clinton habló ayer ante el “Foro Global para Reinventar el Gobierno”.
Espera que este “reinvento” no implique sacarlo de la Casa Blanca a través del impeachment.

t.gif (67 bytes)  Los 13 fiscales republicanos continuaron ayer con sus alegatos para convencer al Senado de que el perjurio y la obstrucción a la Justicia cometidos por el presidente Bill Clinton en el caso Lewinsky constituye un delito suficiente como para removerlo del cargo. Entre palabras encendidas y serias reflexiones legalistas, los 100 senadores de Estados Unidos pudieron aprenderse todas las partes de la Constitución norteamericana referentes al impeachment en las cartulinas que cada representante blandía a la derecha del púlpito desde donde hablaba. “Esto será sin dudas como un curso de derecho”, dijo entusiasmado un portavoz republicano. En los comunicados, declaraciones y reuniones posteriores a la larga sesión, la discusión entre demócratas y republicanos subía de tono por otro tema: si se citará o no a testigos. En otras palabras, si Monica irá al Senado para describir los mismos jueguitos que confesó ante el fiscal Kenneth Starr.
Mientras en el Congreso los republicanos le decían –en términos legales– de todo menos bonito, Clinton trató de evitar cuidadosamente cualquier comentario en público sobre el juicio político. En el Departamento de Estado, el presidente norteamericano habló en una reunión del Global Forum on Reinventing Government, integrado por 350 representantes de 40 países que discuten las vías para mejorar la eficiencia de los gobiernos. En referencia al tamaño y alcance de la maquinaria burocrática del gobierno federal, Clinton dijo que era “casi tan excitante como mirar pintura secándose” y, como si se estuviera refiriendo al impeachment, dijo que “la mayoría de la gente piensa que es tan aburrido que tenemos que hacer una broma cada tres minutos cuando hablamos de ello”.
Ocurre que, tanto en las encuestas como en las elecciones legislativas del 3 de noviembre pasado, el pueblo norteamericano parecía estar dispuesto a darle la espalda a los republicanos en su intento de llevar adelante el proceso de destitución. Ahora, aunque en realidad para Clinton no haya motivos para ninguna broma, los demócratas parecen esgrimir un argumento cercano al aburrimiento respecto del proceso de destitución: en la noche del jueves, luego del inicio de las sesiones sobre el tema, varios representantes oficialistas se quejaron de que sus pares republicanos no dicen nada nuevo sobre el caso Lewinsky.
“Varios senadores demócratas se quejan pero esto no es para nada sorprendente ya que a pedido de ellos esta parte del juicio sólo trata de hechos establecidos por el expediente”, dijo en un comunicado Trent Lott, el líder de la mayoría republicana en el Congreso. “Si quieren escuchar algo nuevo, sólo tienen que aceptar la petición de los fiscales de la Cámara para la convocatoria de testigos”, agregó. Antes de hablar ante el Senado como uno de los 13 representantes republicanos designados para presentar el caso, Steve Chabot declaró a la CNN que “una de las razones por las cuales todo esto se parece a un refrito viene del hecho de que los senadores aún no nos autorizaron a convocar testigos en persona”.
La decisión final sobre el asunto de los testigos se tomará el 25 de enero pero los demócratas tienen una cierta sensación de traición republicana al respecto. Ambos partidos habían negociado discutir el tema en una comisión con dos representantes de cada lado pero los republicanos, según algunos medios, ya están contactando a algunos testigos para que asistan al Congreso, y no descartan citar al mismo Clinton, aunque éste tenga la posibilidad de negarse a declarar.
“Si se resume el caso, alguien dice la verdad bajo juramento, y alguien miente bajo juramento. Y la única manera para los senadores de elegir entre los dos es convocando a los testigos del caso para darse cuenta de su expresión, del tono de su voz y permitirles juzgar”, dijo ayer James Sensenbrenner, otro de los que ofician de fiscales en el caso. Con pruebas tan contundentes como la voz o la expresión –si el acusado fuera Jack Nicholson o Dustin Hoffman, todo ya estaría resuelto, aunque nadie sabría si para bien o para mal–, los republicanos intentan convencer a algunos demócratas a que voten contra su propio partido porque las cuentas nocierran. De los 100 senadores, 67 deben aprobar la destitución de Clinton, pero sólo hay 55 republicanos en el Senado.
Si no lo logran, a los republicanos les queda el plan B: convertir al Congreso norteamericano en un carnaval de testigos, descripciones truculentas de las perversiones presidenciales y declaraciones constantes sobre lo terrible del perju-rio y de la obstrucción a la Justicia. Probablemente esto no conmueva a ningún senador demócrata a votar contra Clinton, pero al menos existe la posibilidad de que en ese lapso la presidencia se paralice y posteriormente se desgaste. Y que entonces Clinton, como Nixon, se vaya antes de que lo declaren culpable y lo destituyan del cargo de presidente de Estados Unidos.

 

Monica se la pasó comiendo

“Se comió todo, hasta la última miga.” Este comentario sobre Monica Lewinsky podría figurar en la larga lista de chistes fáciles sobre las virtudes sexuales de la ex pasante de la Casa Blanca. Pero lo hizo Yenisse Cacho Negrete, administradora de una conocida panadería de Manhattan, y se refería a la cantidad de tortas de chocolate, y los capuccinos con que las acompañó, que Monica se comió en momentos en que se abría el proceso de destitución contra su amiguito de travesuras, el presidente Bill Clinton. Según la nota publicada por el New York Post, la dueña del lugar, Elena Castaneda, hasta se permitió una ironía al decir que “Monica come bastante porque debe estar tratando de adelgazar para las audiencias del impeachment”. Después del atracón, Monica salió a caminar por las calles tupidamente nevadas de Manhattan de la mano de su madre. Mientras Lewinsky comía lejos de Washington, Clinton estaba en la Casa Blanca pero, de acuerdo a su agenda, debió haber estado en Nueva York alentando a los líderes de Wall Street a que inviertan en las ciudades y en las zonas rurales. La excusa para no viajar fue el mal tiempo. El tercer vértice del triángulo, Hillary, charló el jueves con los alumnos de una escuela primaria en Nueva York sobre la vida futura en Marte. Quizá la primera dama norteamericana pueda imaginar allí una vida mucho más tranquila, lejos del Congreso y sobre todo de pasantes tentadoras para su marido.

 

PRINCIPAL