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Los amigos de Astiz golpearon a un fotógrafo en Benavídez

El reportero gráfico descubrió al "Cuervo" en una estación de servicio, donde desayuna todos los días. El dueño del local lo golpeó y los guardaespaldas del ex marino lo persiguieron y le quitaron un rollo fotográfico.

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Astiz fue descubierto en el bar de una estación de servicio.

Por Santiago Rodríguez

t.gif (67 bytes)  "Lo atendemos porque todos son iguales", respondió días atrás el dueño de la estación de servicio Shell ubicada al 5700 de Constituyentes, en Benavídez, cuando otros clientes le manifestaron su desagrado en compartir el lugar con quien lo estaban compartiendo. Pero, por suerte, no todos son iguales a Alfredo Astiz, el cliente que habitualmente desayuna y lee los diarios en esa estación de servicio. Allí lo sorprendió el viernes pasado Enrique García Medina, un fotógrafo que colabora con Página/12, y fue agredido por los acompañantes del ex marino después de retratarlo: primero lo atacó con un golpe en la cara el dueño del comercio y después dos presuntos guardaespaldas de Astiz lo corrieron por la calle y lo obligaron a entregarles el rollo fotográfico que llevaba puesto en su cámara.

"Dame el rollo o te mato, dame el rollo o te mato. Te voy a matar, me sacaste a mí." Así, en medio de las amenazas que los dos laderos de Astiz le profirieron a plena luz del día, concluyó la búsqueda y cacería que García Medina puso en marcha apenas dos amigos le comentaron que el ex marino tenía por costumbre desayunar en esa estación de servicio de Benavídez, partido de Tigre.

Fueron esos dos amigos de García Medina quienes tiempo atrás increparon al propietario de la Shell de Constituyentes al 5700 porque aceptaba a Astiz en su clientela. "Lo atendemos porque todos los clientes son iguales", respondió entonces el comerciante, soslayando los antecedentes de quien es símbolo por excelencia de la represión ilegal durante la última dictadura militar.

Astiz integró los grupos de tarea de la Escuela de Mecánica de la Armada. Entonces, se lo conocía como "Gustavo Niño", "Cuervo", "Angel Rubio". Francia lo condenó en ausencia a cadena perpetua por el asesinato de las monjas Leonie Duquet y Alice Domon. Suecia lo juzgó por la desaparición de la joven Dagmar Hagelin. En la Argentina, en cambio, las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final garantizaron su impunidad, pero no lo libraron de los golpes, insultos y repudios que recibe cuando aparece en lugares públicos. La Armada, de la cual fue niño mimado, lo dio de baja a principios del año pasado después de que se definiera en un reportaje como "el hombre mejor preparado del país para matar a un político o a un periodista".

Al llegar a la estación de servicio de Benavídez el viernes por la mañana, García Medina llevaba consigo un dato adicional que tornaba aún más probable el hallazgo de Astiz en ese lugar: el ex marino estuvo recluido durante las últimas semanas en el Parque Náutico Boat Center, ubicado en las cercanías de la Shell sobre el kilómetro 50 del río Luján.

Este diario intentó infructuosamente dialogar con Astiz en ese lugar por la tarde, después de la agresión que sufrió García Medina:

--¿Cómo? --respondieron en la guardia de ese centro náutico.

--Sí, con la casa donde está Astiz, por favor.

--¿Quién habla?

--De Página/12.

--Usted habla con el Boat Center, señor.

--Por eso, con el Boat Center de Benavídez.

--Sí señor, pero acá Astiz no hay ninguno.

Es probable que a esa altura, Astiz efectivamente ya hubiera abandonado su refugio o que contara con la complicidad de los guardias para evitar otra mala sorpresa.

Horas antes, García Medina lo había capturado con la lente de su cámara mientras desayunaba, después de una guardia de varias horas frente a la estación de servicio. Durante su vigilia, el reportero gráfico vio merodear por las inmediaciones "el auto al que después se subieron los tipos que me obligaron a entregarles el rollo fotográfico. Era un Renault 21 bordó con una antena en el baúl como las que suelen tener los autos de la policía", relató.

Apenas entró en la Shell, García Medina descubrió a Astiz compartiendo una mesa del centro del salón --café y diarios de por medio-- con el dueño del local. La presencia del fotógrafo no alteró al represor. Las diez primeras tomas, en cambio, colmaron la paciencia del propietario de la estación de servicio, que sin más arremetió contra el reportero y lo golpeó en la cara. García Medina abandonó el lugar esquivando los golpes pero, no conforme con sus primeras fotos, decidió hacer otras. "'Bueno, ya está. No saqués más, ya sacaste', reaccionó entonces Astiz como diciéndome que ya había hecho mi trabajo", recordó el fotógrafo, que por precaución cambió el rollo de su cámara al salir de la estación.

De no haberlo hecho, las fotos de Astiz no se hubieran podido publicar, porque ya en la calle "aparecieron los dos tipos que me obligaron a darles el rollo". García Medina se percató después, al revelar la fotos, de que esos dos sujetos eran los que estaban sentados en la mesa ubicada atrás del ex marino.

 

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Toma café y charla con el dueño. Detrás, sus dos guardaespaldas.

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El dueño del local se levantó y le pegó una trompada al fotógrafo.

 

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