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LOS NEONAZIS MUESTRAN OTRA VEZ SEÑALES DE ACTIVIDAD

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(pero que los hay, los hay)

Son pocos, pero están creciendo. Después de varios años en que parecían extinguidos, los fascistas están reclutando, organizando partidos y recogiendo los pedazos “del movimiento nacional que traicionó el Modin”.

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Por Sergio Kiernan y
Laura Vales


t.gif (67 bytes) Después de un sueño que tomó buena parte de la década del 90, los grupos neonazis están dando señales de vida. Todavía ínfimos en tamaño, tienen sin embargo una presencia nueva en los medios y en la calle, con herramientas clásicas como la movilización, la captación de jóvenes y la recolección de firmas para legalizarse, y de elementos nuevos como las publicaciones de Internet. Es un sector extremista en sus sentimientos y sus ideas, fraccionado en grupos de tamaño molecular y de lealtades cambiantes; dos formaciones protagonizan la nueva movida: el Partido Nuevo Triunfo, que conduce el veterano Alejandro Biondini, y el Partido Nuevo Orden Social Patriótico, que lidera el más joven Alejandro Franze. Ambos coinciden en poco, pero están de acuerdo en que dos factores explican el resurgir de “la causa nacional”. Son la “crisis moral y material del país” y “la traición del Modin al campo nacional”.
A fines de los ochenta, los argentinos percibieron como un peligro a su democracia la actividad de los neonazis locales. “A nosotros se nos ha tomado demasiado en serio, exagerando la peligrosidad o las posibilidades que tenemos, y otras veces se nos ha subestimado lastimosamente. Pasamos de ser considerados irrepresentativos a ser una agrupación que podía hacer tambalear la democracia”, se queja Biondini quien, a los 43 años, se muestra más cauto y mesurado que a los 33. En aquel entonces, este ex estudiante de Derecho, hijo de un comunista, actual programador de computadoras y viejo militante de la UES en sus tiempos mozos, empapeló Congreso con carteles rojos con una esvástica, para convocar a un acto. La flamante ley antidiscriminatoria lo hizo terminar en la cárcel, 200 días de cumplimiento efectivo en Villa Devoto que recuerda “como de régimen de castigo, con abusos de todo tipo”.
Biondini emergió del calabozo rodeado de causas legales que paralizaron su acción política e hicieron que se concentrara en sus computadoras y en escribir. Los locales del PNT se cerraron, sus publicaciones pasaron a ser artículos de colección entre especialistas.
Las acciones legales contra individuos y contra organizaciones como la librería Huemul le enseñaron a la derecha radical y racista una nueva cautela. Hoy resulta casi imposible lograr una opinión pública sobre Hitler o sobre la comunidad judía.
Pero fue el surgimiento del Modin, la expresión política del carapintadismo liderada por Aldo Rico y tachonada de ex represores con aspiraciones políticas e ideológicas, lo que realmente secó el reclutamiento de filofascistas. El Modin ofrecía un coronel con discurso autoritario pero demagógico, que muchos fascistas sintieron como propio. El éxito electoral carapintada preocupó a muchos, permitió una medida bastante exacta del potencial del autoritarismo de derecha en el país y a la vez fue la semilla del fin: Rico acabó “entrando en el sistema” de la mano de Eduardo Duhalde.
“Hubo un momento a principios de los noventa en que se dio un crecimiento muy grande del nacionalismo bajo la égida del Modin”, explica Alejandro Franze. “El Modin logró estructurar y unificar una serie de elementos de distintas tendencias del campo nacional. Con la traición de Rico, con su paso a la partidocracia, el acuerdo con Duhalde, se disgrega todo y el nacionalismo queda en una situación anárquica en cuanto a conducción. Pasa un año, un año y medio, y se empiezan a estructurar grupos en forma autónoma.”
Franze asegura sin dudas que la mayoría de los actuales “nacionalistas” tuvieron “un paso o una militancia por el Modin”, algo en lo que Biondini está de acuerdo. El primero de enero de 1994, Franze comenzó a reunir a “los nacionalistas dispersos en un frente de la juventud, el Movimiento Nuevo Orden”. En 1997, el movimiento se transforma en partido y presenta “6000 firmas a la Justicia, junto con el nombre, plataforma, símbolos partidarios y plataforma de gobierno”. Según Franze, se aprobaron 3000 delas firmas presentadas, con lo que faltarían “1500 para cumplimentar el paso a partido en la Capital”. Este número está en duda: según un informe al que tuvo acceso Página/12, las firmas aprobadas por el juzgado electoral número uno serían apenas 996.
Sean las que dicen Franze o las que indica el informe, el número brilla en términos históricos. “Si eso es cierto, es la mayor cantidad de afiliados de un grupo nazi desde la década del 30”, afirma un especialista en el tema que sigue de cerca sus actividades.
Los neonazis sienten que están viviendo un momento favorable. “Hay un fenómeno internacional”, afirma Biondini. “La Argentina está ahora en una especie de limbo, donde no se elige lo mejor sino lo menos malo. Si no, no se entiende por qué Menem está en el poder hace nueve años. La mayoría de la juventud no está en nada y es por la falta de expectativas. Cuando se acabe la siesta... a grandes males, grandes remedios. Nuestro movimiento se está preparando para cuando estalle la crisis.”
Franze, que se declara “concentrado en la acción” y sin tiempo para actividades “intelectuales”, dice que “la decadencia en lo ético y moral” junta gente a su partido. “Nosotros ponemos una mesa una tarde en cualquier lugar y juntamos cien firmas. Cosa que hace diez o quince años atrás un partido de las características del nuestro juntaba una firma por semana. La decadencia social es muy grande y hay una reacción.”
Desde 1997, el PNOSP organizó reivindicaciones al Día de la Soberanía, primero en un magro acto ante el Congreso y, en noviembre pasado, en una reunión con 400 concurrentes en la librería Marista; dos marchas contra la embajada británica, sede “del enemigo anglosajón”; actos en recuerdo de su militante Marcelo Scalera, muerto en una refriega en Parque Rivadavia; y, últimamente y en un paso diseñado para lograr cobertura en los medios, puso a su gente en la calle para apoyar y reivindicar al procesado almirante Emilio Massera. Las mesas del partido aparecen regularmente frente al shopping Alto Palermo, una meca de “la cultura consumista” que Franze detesta con pasión, y en la zona de Flores. Los militantes que juntan firmas, reparten volantes y venden la publicación La Victoria Será Nuestra, se organizan en “grupos de tareas”. El partido mantiene regulares contactos con la Concentración Nacionalista Argentina, el Movimiento para la Reconquista, con ex carapintadas y con nacionalistas “clásicos” como los que organizaron un congreso en el colegio La Salle al que asistieron algunos de los rapados de Franze.
El PNT de Biondini está, según confiesa su líder, pasando por “una lenta reorganización de la fuerza”. Mientras que Franze tiene seis locales, una célula en Salta y simpatizantes en Neuquén y Rosario, Biondini sólo tiene una pequeña oficina y su página en Internet. Para el 20 de abril, cumpleaños de Hitler, Biondini anuncia su “vuelta oficial a la actividad pública” con un Congreso de los Camisas Pardas.

 

ALEJANDRO BIONDINI.

“Soy nacionalsocialista”

Por L.V.

t.gif (862 bytes) El joven rubio de ojos celestes parece salido de una antigua fotografía Tercer Reich: lana17fo02.jpg (8649 bytes) camisa parda, el pantalón de un tono apenas más oscuro, el brazalete rojo con un logo que remite a la simbología nazi. Es uno de los secretarios de Alejandro Biondini, el führer local que ambiciona gobernar la Argentina. En esta oficina –un dos ambientes en el barrio de Congreso–, sus seguidores respetan la jerarquía de los cuarteles y se saludan con el brazo derecho en alto a la manera de los fascistas italianos. Pero estamos en Buenos Aires: la camisa parda fue comprada en un negocio del Once y es en realidad de color caqui. Los pantalones son de jean y en el brazalete se descubre el hilván de una mano paciente.
–Tome la guardia, oficial –ordena el secretario a un adolescente con la cara marcada por el acné juvenil, para indicarle que lo reemplace en el escritorio de la pequeña recepción. Después anuncia:
–Ha llegado Kalki. Ahora pueden pasar.
Kalki es el seudónimo con que Biondini firma sus notas en Internet, donde reivindica a Hitler sin temor a sanciones legales. Para este reportaje, en cambio, elige un tono mesurado. Su abogado presenciará toda la entrevista.
–No soy nazi, sino nacionalsocialista argentino. En este país hay un ensañamiento contra los que piensan distinto. He sido tan ingenuo que cuando quise usar la esvástica no fui a pintarla en un paredón, sino que le pedí a la Justicia que me autorizara a hacerlo. También quise llevar este planteo al Congreso, pero me detuvieron antes de lograrlo.
–Cualquiera que siga su revista puede encontrar notas antisemitas.
–Nuestro problema no es con el judaísmo sino con ciertos sectores del sionismo. Por otra parte, aun suponiendo que hubiera habido un genocidio contra los judíos, los 300 años de la Inquisición, los 50 millones de víctimas de Stalin, los palestinos en los campos de concentración de Israel y lo que está haciendo EE.UU. con Irak también es un genocidio, así que el que esté libre de culpas que tire la primera piedra.
–¿Usted piensa que los inmigrantes pueden ser argentinos?
–Claro, no hago distinción de raza, religión o color de piel.
–Pero impulsa la deportación de los inmigrantes.
–Digo que hay entre 2 y 4 millones de inmigrantes dispuestos a trabajar 18 horas diarias por un sueldo de miseria, y que no hay forma de competir contra eso. Si tengo que optar entre darle una piedra a mi hijo o un pan al del vecino, yo le doy de comer a mi hijo. En todo caso que el vecino trate de hacer lo necesario para salvarse.
–¿Va a candidatearse en las próximas elecciones?
–Me vengo preparando desde los 16 años para gobernar el país, pero todavía no es el momento. Cuando se termine esta larga siesta y se desate la crisis económica, será nuestra hora. A grandes males, grandes soluciones; para eso está trabajando nuestro movimiento.



ALEJANDRO FRANZE

“Soy fascista argentino”

Por S. K.
t.gif (862 bytes) Alejandro Iván Franze tiene una presencia literalmente masiva: grande, alto, ronco, dena17fo03.jpg (15203 bytes) cabeza grande, con tres cicatrices visibles, de mirada dirigida y estudiada para ser penetrante. Se mueve y habla con una seguridad de mando y, si algo lo pone nervioso en una entrevista, lo disimula con aplomo profesional. Este representante de una nueva generación de “nacionalistas” dispensa de saludos nazis, de órdenes militares y de uniformes. La feria del Parque Rivadavia, su lugar de trabajo y de reunión, no es ámbito para andar dando tacazos. Sus seguidores, jovencísimos, casi todos rapados (aunque uno sorprende por su pelo hasta la mitad de la espalda y sus jeans chupados de rocker) dan la impresión de estar más cómodos en un recital de Comando Suicida que en una cervecería de Munich tramando un putsch.
Franze conduce el grupo fascista más activo del momento, el de más alto perfil, el que se identifica comúnmente como los skinheads. Hablando con él se entiende que su idea fundamental es ampliar el espectro de atracción de la derecha radical: Franze, hace treinta años, probablemente hubiera militado en la JPRA o en el CdeO, en un grupo afín a sus ideas pero integrado a algo mayor. En las circunstancias actuales, creó su propia agrupación y la hace crecer “sin distinciones de religión o del pasado militante de los que se acercan a nosotros”.
–¿Cuáles son sus objetivos?
–El partido se plantea una serie de escalones hasta el trampolín arriba. El primero es lograr la legalidad y participar de una elección en Capital, más allá del resultado. El segundo es la participación en la provincia de Buenos Aires. A partir de ahí, el tercer escalón sería la colocación de un diputado nacional. No nos importa el tiempo que tome, aunque más rápido mejor.
–Cuesta creer que una elección sea un objetivo en sí para usted.
–La línea de trabajo del partido es la legalidad, o sea el sistema este, nos guste o no. Aceptamos la ley, el postulado esencial es insertarse socialmente, insertarse en la legalidad. Si el pueblo apoya al partido y tenemos la fuerza suficiente, en algún momento haremos una reforma constitucional. Nosotros venimos de grupos que en la década pasada han tenido marginación política y social. Han sido grupos intelectuales, grupos chocantes. Nosotros nos postulamos tener inserción.
–Pero su fin último es un cambio.
–Una revolución nacional. Nos proclamamos un partido nacional revolucionario, nos proponemos un cambio que llamamos revolución, una democracia popular con corporativismo social al estilo fascista italiano.
–¿Usted es fascista?
–Soy fascista. El fascismo es universal con modelos propios de cada pueblo. Yo soy fascista argentino.


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