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UN MICRO CAYO AL RIO EN SANTA FE: HUBO seis MUERTOS Y cinco DESAPARECIDOS
Una trampa mortal en el medio del río


Dos pasajeros fueron rescatados
por pescadores. Fue ayer a la madrugada. El micro perdió el control, chocó a un auto que venía de frente y luego cayó al río Colastiné. Una grúa que intentaba sacarlo también cayó horas después. Su conductor y el equipo de rescate se salvaron por milagro.

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Efectivos de la Prefectura trataron de sacar el micro, con la ayuda de una grúa.
Cuando habían rescatado los cadáveres de tres mujeres, la grúa que lo sostenía se vino abajo.

t.gif (67 bytes)  A las 3 de la madrugada, después de embestir de frente a un Peugeot 504 sobre el puente que cruza el río Colastiné, a 15 kilómetros de Santa Fe, un micro de la empresa local Etacer cayó al agua con unas 12 personas dentro. El conductor del auto falleció en el choque, y el chofer del ómnibus y diez de los pasajeros murieron ahogados. Un hombre y una mujer lograron ser rescatados por dos pescadores, después de romper las ventanillas, a 12 metros de profundidad, y aferrarse a un bolso que los mantuvo a flote (ver recuadro). El desastre pudo ser peor: después del mediodía, una de las dos grúas que intentaba levantar el micro no resistió el peso y también cayó al agua. El tránsito de la ruta que comunica con el túnel subfluvial fue interrumpido durante varias horas, provocando filas de vehículos de más de 4 kilómetros. Hoy se reanudarán las tareas de rescate, pero desde el agua, con equipos provistos por la Prefectura Naval.
El micro había partido a las 2.30 de ayer, de la terminal santafesina Manuel Belgrano, y se dirigía hacia Paraná por la ruta nacional 168, que desemboca en el túnel subfluvial. Mientras cruzaba los 200 metros del puente Silvestre Begnis Uranga, que une la costa con la isla de Berduc, sobre el río Colastiné, por causas que aún se desconocen, cruzó a la otra mano y chocó de frente a un Peugeot 504 conducido por Francisco Abasto, de 36 años, empleado del peaje del túnel subfluvial, quien falleció mientras era trasladado al hospital. El micro con las 12 personas que transportaba, incluido su chofer Luis Pretz, de 48 años, cayó al agua. Sólo lograron salvarse dos de los once pasajeros.
Las tareas de búsqueda de sobrevivientes y el rescate del micro y los cuerpos se iniciaron entre las 6 y 7 de la mañana. A esa hora, el comisario mayor Juan Carlos Pallavidini, subjefe de la Unidad Regional I de la policía santafesina, ordenó el cierre de la ruta. Una larga fila de vehículos se fue amontonando en ambos extremos del puente. Pocas horas después, también quedó cerrado el cruce del túnel subfluvial, a 20 kilómetros del lugar. Mientras la Prefectura de Santa Fe recorría la zona del accidente en busca de más sobrevivientes, dos grúas, una de la Empresa Provincial de Energía de Santa Fe y otra, de una compañía gemela de la provincia de Entre Ríos, comenzaron las tareas de sacar a flote al micro. Hasta ese momento, nadie estaba en condiciones de asegurar cuánta gente había allí dentro. Los dos sobrevivientes, bajo los efectos de un shock, habían señalado que viajaban doce personas –incluido el chofer–, pero como el micro se detenía en todas las localidades resultaba difícil determinar con certeza la totalidad del pasaje.
Aproximadamente a las 11.30, las grúas habían logrado subir al micro hasta la superficie del río. Los buzos de la policía pudieron en ese momento sacar los cuerpos de cinco personas pero, imprevistamente una de las grúas, la santafesina, no soportó el peso, osciló y desde lo alto del puente se vino abajo con sus tres operarios. La patética escena fue transmitida en directo por las cámaras de TV: la lancha de Prefectura logró retroceder a tiempo y el equipo de rescate se salvó por milagro.
Los operadores de la grúa lograron ser rescatados, pero las tareas fueron interrumpidas por orden del juez interviniente, Daniel Rucci. “No se contaba con los elementos adecuados, las grúas no soportaban el peso del micro –dijo el magistrado a Página/12–. Llegué a primera hora de la mañana y me volví más tranquilo para mi casa a las 11.30, cuando ya habían enganchado al micro y lo estaban levantando. Pero después me llamaron para decirme que una grúa se había venido abajo”. “Doctor, véngase en moto”, le recomendaron a Rucci. No había forma de pasar en auto: de cada lado del puente se había formado una fila de unos 4 kilómetros de vehículos. “No era de mi competencia, pero teniendo en cuenta cuestiones humanitarias, me dediqué a resolver la forma de sacar el micro del agua. Ahí estaban los familiares tratando de recuperar a sus parientes. Finalmente, la Prefectura recomendó que se trajeran equipos desde Buenos Aires, por lo que decidí interrumpir el trabajo hasta la mañana”. Un equipo de buzosespecializados y lanchas adaptadas fueron enviadas por la Prefectura de Buenos Aires, mientras que el túnel subfluvial proporcionará una isla flotante. “La idea es arrastrar el micro hasta una de las dos orillas”, sostuvo el magistrado. Según versiones, dos enormes grúas pertenecientes al puerto de Santa Fe, no pudieron ser utilizadas porque nadie sabe a quién pertenecen: el puerto está en pleno proceso de privatización.
El tránsito del puente fue reabierto alrededor de las 16. Primero, se habilitó una sola mano y a las 18, los dos carriles. Una hora después, todavía quedaban vehículos aguardando que les tocara el turno. Hoy, desde temprano, los miembros de la Prefectura continuarán las tareas de rescate del micro, los 7 cuerpos que aún guarda en su interior, y la grúa que se fue al fondo.

 

Viven pero perdieron todo

“Escuchamos los gritos de una mujer. Venían desde el agua, pero como estaba todo oscuro nos fuimos guiando por los gritos”, relataron Francisco Charvey y Pedro Góngora, los pescadores que rescataron a los dos únicos sobrevivientes. Los gritos eran de Mariela Galarraga de Biaggini, de 25 años, que se aferraba a un bolso de mano que milagrosamente flotaba. Junto a ella, asido también del precario salvavidas, se encontraba Andrés Bouchet, de 28. Biaggini regresaba con su marido a su ciudad, Paraná. Bouchet, de Chajarí, Entre Ríos, viajaba con su novia. Ninguno de los dos sabía nadar. La mujer salió por una puerta. El joven, rompiendo a puñetazos una ventanilla. Los dos quedaron al cuidado de Amalia Gómez, vecina del lugar, mientras los pescadores regresaron en busca de otros sobrevivientes. “El estaba mudo, temblaba y se agarraba de mis brazos -dijo Gómez al diario El Litoral–. Le limpiamos las heridas con un género. Tenía un corte muy profundo. Ella gritaba que se quería tirar al agua, que ahí estaba su marido.” Según parece, al escapar del micro, bajo el agua turbia, la mujer creyó que el joven era su marido, y el joven pensó que la mujer era su novia.

 

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