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SE MULTIPLICA LA DEMNADA DE APOYO A LA INDUSTRIA. ROQUE SIGUE EN SILENCIO
Todos piden y él esta solo y espera

El terrible impacto de la devaluación brasileña sobre la industria y el trabajo conmueve al mundo empresario y político. Reclaman medidas compensatorias. Mientras Brasil avanza, el ministro demora una respuesta.

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Pedro Malán, ministro de Hacienda de Brasil, sigue en Washington esperando un salvavidas del FMI.

Por Raúl Dellatorre

t.gif (67 bytes)  Nadie se quedó callado, salvo el Palacio de Hacienda. Diversos sectores industriales, políticos de la oposición y el oficialismo, incluidos el vicepresidente Carlos Ruckauf y el candidato a presidente Ramón “Palito” Ortega, sumaron sus voces demandando medidas que compensen el costo que tendrá para la industria nacional el fuerte ajuste aplicado por el gobierno de Brasil. Mientras tanto, la conducción económica prefirió el silencio. Las medidas que tendría en carpeta Economía para contrarrestar el impacto de la devaluación del real sobre la producción y el trabajo nacional siguen siendo un secreto, que recién se revelarían después que Roque Fernández logre reunirse con su par brasileño, Pedro Malán, con quien tratará de acordar el camino a seguir. Este último, en cambio, mantiene la política de los hechos consumados frente a su socio del Mercosur y ayer lanzó, desde Washington, una frase que sonó a cruel ironía. “No hay ninguna razón para estar preocupado por Argentina, yo tengo plena confianza en su capacidad de sobrellevar la actual turbulencia”, sentenció.
Las expectativas estaban centradas en la reunión que, ayer por la tarde, debía sostener el equipo económico, que terminó frustrándose convertida en un encuentro informal entre Fernández y su segundo, Pablo Guidotti. En tanto, representantes de diversos sectores industriales dieron a conocer la magnitud que para uno de ellos resultará de la pérdida de competitividad frente a la producción brasileña, por efecto de la devaluación. Dichas evaluaciones se suman a la ya anunciada suspensión, por un insólito período de quince meses, que aplicó la automotriz Ford sobre 1400 empleados.
Los reclamos llegaron hasta el despacho del propio presidente de la Nación, Carlos Menem, quien ayer recibió a miembros de la Confederación de la Industria Metalúrgica. Los empresarios le reclamaron la realización de un exhaustivo monitoreo de las importaciones de productos de ese rubro y la posible aplicación de derechos compensatorios, cuando se comprueben prácticas desleales. Hoy será el gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde, quien recibirá a dirigentes de quince nucleamientos empresarios, representantes de sectores amenazados por la crisis brasileña. Este encuentro forma parte de los compromisos asumidos por Duhalde en su reunión del lunes último con Domingo Cavallo, en el cual se comprometieron a un seguimiento común de las consecuencias de la actual tormenta.
Fernando de la Rúa, jefe del gobierno porteño y candidato a presidente por la Alianza, señaló que “hay que tomar algunas medidas transitorias para preservar el empleo y la producción nacional”. “Hay que hablar con Brasil para preservar el Mercosur –recomendó–, pero también tomar medidas en el orden local para que no decaiga el nivel de actividad y evitar un aumento del desempleo”.
Pero fueron más llamativas las expresiones del gobernador Carlos Ruckauf, quien se pronunció a favor de “evitar una invasión” de productos brasileños al mercado nacional y “cuidar la competitividad” de la industria argentina frente a la devaluación del real. “Hay que defender la industria nacional, los puestos de trabajo y el Mercosur”, acotó, subrayando que “ese delicado equilibrio le corresponde hacerlo al Gobierno”.
La conducción de la Unión Industrial Argentina (UIA) volverá a ser recibida mañana por Roque Fernández, a quien le presentará el menú de medidas consensuadas ayer por su mesa directiva. La propuesta no presenta mayores novedades respecto a lo ya trascendido: adelanto de la rebaja de los aportes patronales para los sectores transables, acelerar la devolución del IVA a los exportadores, y la aplicación de medidas compensatorias y elevación de aranceles a las importaciones, para combatir el dumping (ventas por debajo del costo de origen) y la subfacturación. Roque toma nota y gana tiempo. O lo pierde, según se quiera ver. Sin definiciones públicas sobre cómo resarcir a la economía nacional por los daños que le tocará afrontar, el Palacio de Hacienda sólo advierte que mediatará detenidamente los efectos antes de adoptar resoluciones. Ayer, el senador y precandidato Ramón Ortega, tras reunirse con Roque Fernández, sugirió que Economía “tiene en carpeta” la posibilidad de aplicar aranceles compensatorios sobre las exportaciones brasileñas, información adelantada por Página/12 el lunes último. Pero las medidas no tomarán estado público antes de recibir el visto bueno de Malán y el FMI.
El ministro de Hacienda de Brasil continúa en Washington, tratando de torcer la muñeca de Michel Camdessus, director gerente del Fondo, para que le adelante una partida de 9100 millones de dólares de ayuda financiera programada para principios de marzo. Mientras tanto, informó que conversó telefónicamente con Roque y mostró, con sus dichos, que si el argentino no tiene apuro, él tiene menos en acordar medidas compensatorias. “Estoy seguro que encontraremos maneras mutuamente satisfactorias para reparar los efectos negativos del problema”, señaló, “tenemos algunas ideas para explorar”.

EMPRESAS ACOSADAS POR LAS DEUDAS FINANCIERAS
Frágil como hoja en la tormenta


T.gif (862 bytes) La crisis brasileña no sólo impactará a la industria local por la menor demanda de ese país de productos argentinos. En varios sectores, el principal perjuicio provendrá de su actual fragilidad financiera, ante el previsible endurecimiento del crédito, más alto costo de los intereses y acortamiento de los plazos. Un estudio del Instituto de Economía de la Universidad Argentina de la Empresa arriba a tal conclusión tras analizar la situación de empresas líderes de distintos sectores manufactureros claves.
Como una manera de evaluar el grado de fragilidad financiera y comercial de algunas empresas manufactureras locales ante shocks externos, la citada entidad comparó la situación actual de éstas con respecto de la existente en momentos previos al impacto del efecto Tequila (cuarto trimestre de 1994). Surge de allí que el cambio de reglas por la devaluación de Brasil encontró a varios sectores (automotrices, químicos y petroquímicos, textiles y calzado, alimentos y bebidas) con altos índices de endeudamiento. En todos ellos –tomando en cuenta a las firmas líderes que cotizan en Bolsa–, los pasivos superan al patrimonio neto en no menos de un 37 por ciento, llegando al 157 por ciento en el caso de las terminales. Por otra parte, la UADE señala que “numerosos estudios sugieren que la sensibilidad de las exportaciones argentinas es mayor respecto al nivel de la demanda agregada de Brasil que al tipo de cambio real”. Es decir, la recesión interna del mercado vecino afectaría más sus ventas que la propia devaluación.
En el análisis por sector, el informe observa que “la industria automotriz aparece como la más afectada”, dado que Brasil absorbe el 85 por ciento de sus exportaciones y más del 50 por ciento de su producción. Por otra parte, “el indicador de endeudamiento de estas empresas está por encima del promedio de la industria”. El sector textil se encuentra en una posición similar: alto nivel de endeudamiento y con colocaciones en el vecino país que rondan el 60 por ciento sobre el total exportado. “El sector refleja tener mayores obligaciones corrientes que en la anterior crisis mexicana”, señala la UADE.
El sector de empresas químicas y petroquímicas sufrió, en los últimos meses, un crecimiento de sus vencimientos corrientes, “dando la noción que se acrecentó su exposición ante shocks de tasas de interés”. La industria alimenticia “en su conjunto parece no estar demasiado expuesta a la caída de la demanda brasileña”, en cuanto a la participación de las compras del vecino país en sus exportaciones, señala el informe. No obstante, corre con la desventaja de un elevado nivel de endeudamiento, “además de que las actuales circunstancias debilitan el proceso de reconversión de vencimientos que venían encarando las principales empresas del sector”.

Sin plata y sin mercados

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Brasil ataca de nuevo, con compras a otros países

Propondría que el Mercosur baje el arancel para compras a otros países, con lo cual resolvería problemas internos.

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Por Cledis Candelaresi

T.gif (862 bytes) Sobre llovido, mojado. Al impacto que la devaluación tendrá sobre la industria local, Brasil sumó ayer la intención de impulsar una rebaja del Arancel Externo Común del Mercosur. Una medida de ese tipo –por ahora sólo insinuada desde el otro lado de la frontera– podría descolocar a los proveedores argentinos que abastecen al mercado brasileño frente a la competencia de terceros países, por citar uno de los riesgos. Hasta anoche la Cancillería Argentina desconocía que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso fuera a adoptar aquella iniciativa, de la que Jorge Campbell podría tomar nota mañana, durante una serie de decisivas reuniones en Brasilia.
La mecha la encendió el secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, Bolívar Moura Rocha, quien ayer admitió públicamente la posibilidad de abrir negociaciones con los socios del Mercosur para rebajar el AEC. Esta decisión sería consecuencia de otra más amplia, como es la de instrumentar una rebaja general de aranceles para facilitar la importación, y que también incluirá a productos exceptuados de la agenda común.
El objetivo que Brasil persigue con aquellas bajas es doble. En algunos casos serviría para aliviar a las industrias brasileñas más golpeadas por la devaluación, ya que tienen muchos insumos importados. En otros, sería un recurso para controlar la inflación, aumentando la competencia de importados.
Rocha eludió precisar cuáles son los sectores que podrían demandar más amparo. Pero, previsiblemente, el listado incluiría a los de la alimentación (Brasil importa muchos farináceos y lácteos) y, quizás, al automotor. Este último es el que tiene un arancel para las importaciones de extrazona (desde otros países distintos al Mercosur) más elevado y, estrictamente, no es “común”, ya que mientras para Argentina asciende al 35 por ciento, para Brasil es del 49 por ciento, en unos casos, y 24,5 por ciento, en otros.
Si Brasil impulsara una rebaja arancelaria para productos alimenticios, los lácteos argentinos que hoy venden, por ejemplo, La Serenísima o Sancor podrían perder posiciones en el mercado del vecino país frente a, por ejemplo, los productos de la Unión Europea, sostenidos con grandes subsidios. Para evitar este perjuicio, el consultor Raúl Ochoa recuerda que Argentina podría escudarse en una cláusula del tratado de Asunción, que le permite exigir prioridad en la provisión: esto obligaría a Brasil a comprarle más a nuestro país, antes de acudir a otros proveedores.
Según presumía ayer el encargado de negocios de la embajada argentina en Brasil, Juan Sola, ese país también podría querer beneficiar con una rebaja arancelaria a su industria automotriz, terriblemente golpeada por la caída del consumo. Si el ministro de Economía, Pedro Malán, eligiera este camino, es posible que las terminales radicadas en Argentina disminuyan sus exportaciones, la mitad de las cuales nutren el mercado brasileño. Como consecuencia, aumentaría el multimillonario déficit comercial del sector.
Estos son sólo algunos de los impactos que tendría sobre la economía argentina la rebaja del AEC que impulsaría Brasil, aunque “después de una negociación”. La decisión aún no es firme, pero en Buenos Aires no suena descabellada. Ayer parte de la cúpula de la Unión Industrial Argentina también la adoptó como hipótesis de trabajo para analizar la situación, y reforzar sus pedidos de protección a Economía.
Pero es posible que los industriales puedan hacer un análisis más minucioso a partir del jueves, después que Campbell, secretario de Relaciones Económicas Internacionales, y el embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vega, con su equipo, se entrevisten con varios funcionarios de la gestión Cardoso. Según la agenda que maneja la embajada, el periplo comenzaría con un almuerzo con el canciller Luiz Lampreia y seguiría conJosé Botafogo Gonçalves y el ministro de Desarrollo, Comercio e Industria de Brasil, Celso Lafer, a quien el secretario de Industria argentino, Alieto Guadagni (órbita de Economía), entrevistará recién el lunes.


LA INDUSTRIA METALURGICA LLEVO SUS PESARES A MENEM
Más de mil empresas en la cornisa

Por Pablo Ferreira

t.gif (862 bytes) La onda expansiva de la crisis brasileña golpea cada día nuevos sectores económicos. A la grave situación de la industria automotriz se le sumó ayer el alerta generalizado de las empresas metalmecánicas. El fenómeno pone en riesgo el empleo de unos 200 mil trabajadores ocupados en más de 1500 empresas Pymes y sus proveedoras. “Todas están afectadas y no pueden mantener a su personal pagando suspensiones como las automotrices”, alertó a Página/12 Juan Carlos Lascurain, presidente de la flamante Confederación de la Industria Metalúrgica (CIMA).
Una docena de representantes industriales se reunieron ayer de urgencia en Olivos con el presidente Carlos Menem para manifestarle particularmente su preocupación por las devaluaciones “competitivas” producidas en Brasil. El ministro Roque Fernández –también presente en el encuentro– escuchó de boca de los dirigentes metalúrgicos el pedido de que el gobierno haga un exhaustivo monitoreo de las importaciones procedentes de Brasil y del sudeste asiático. La avalancha de embarques que prevén éstos aparejará una caída del nivel de actividad y una mayor desocupación.
Los directivos de CIMA esbozaron ante los funcionarios, con quienes volverán a reunirse mañana, un panorama sombrío. “Desde hace algunos meses se han incrementado las presiones negativas sobre la industria metalúrgica”, reza una nota presentada a Menem aludiendo a la interminable crisis de los mercados financieros internacionales. Basados en ese razonamiento, requirieron a Economía que se estudie de inmediato las posibles consecuencias negativas a nivel local. Para los empresarios, la devaluación de la moneda brasileña “tiene efectos (...) que no habrá forma de compensar con los derechos de importación vigentes”. Por eso reclamaron, amén del monitoreo de las importaciones vía el sistema de licencias automáticas, que se aplique, en el caso que corresponda, los derechos compensatorios pertinentes.
Lascurain, quien también es titular de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), detalló a este diario el actual panorama de la industria metalmecánica. Entre los cerca de 400 autopartistas la situación es similar a la del sector automotor. “La diferencia es que los autopartistas no pueden pagarle a su personal meses de suspensión.” Ya hay decenas de ellas que están suspendiendo personal, producto de la caída de las ordenes de compra de las terminales locales y la pérdida del mercado brasileño para las que exportaban. Las empresas fundidoras, buloneras y estampadoras, entre otras, emplean la friolera de 40 mil trabajadores. En el sector de electrodomésticos, las perspectivas son similares. A la ola de importaciones de productos de origen asiático y de Brasil, se le suma un previsible proceso recesivo en el mercado local.
Los caciques empresariales pidieron al Gobierno dos medidas vinculadas al castigado segmento de bienes de capital. No es un pedido menor. En lo que hace al régimen de importación de plantas llave en mano, por ejemplo, Lascurain calcula que la industria podría proveer unos 500 millones de dólares que ahora se importan bajo la forma prescindible de cables eléctricos y de telefonía, escritorios, y hasta de sillas. Otros 2000 millones de dólares podrían ser abastecidos localmente de premiarse a los compradores con una amortización impositiva acelerada de sus compras de maquinarias.

 

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