Por Raúl Dellatorre
Nadie
se quedó callado, salvo el Palacio de Hacienda. Diversos sectores industriales,
políticos de la oposición y el oficialismo, incluidos el vicepresidente Carlos Ruckauf y
el candidato a presidente Ramón Palito Ortega, sumaron sus voces demandando
medidas que compensen el costo que tendrá para la industria nacional el fuerte ajuste
aplicado por el gobierno de Brasil. Mientras tanto, la conducción económica prefirió el
silencio. Las medidas que tendría en carpeta Economía para contrarrestar el impacto de
la devaluación del real sobre la producción y el trabajo nacional siguen siendo un
secreto, que recién se revelarían después que Roque Fernández logre reunirse con su
par brasileño, Pedro Malán, con quien tratará de acordar el camino a seguir. Este
último, en cambio, mantiene la política de los hechos consumados frente a su socio del
Mercosur y ayer lanzó, desde Washington, una frase que sonó a cruel ironía. No
hay ninguna razón para estar preocupado por Argentina, yo tengo plena confianza en su
capacidad de sobrellevar la actual turbulencia, sentenció.
Las expectativas estaban centradas en la reunión que, ayer por la tarde, debía sostener
el equipo económico, que terminó frustrándose convertida en un encuentro informal entre
Fernández y su segundo, Pablo Guidotti. En tanto, representantes de diversos sectores
industriales dieron a conocer la magnitud que para uno de ellos resultará de la pérdida
de competitividad frente a la producción brasileña, por efecto de la devaluación.
Dichas evaluaciones se suman a la ya anunciada suspensión, por un insólito período de
quince meses, que aplicó la automotriz Ford sobre 1400 empleados.
Los reclamos llegaron hasta el despacho del propio presidente de la Nación, Carlos Menem,
quien ayer recibió a miembros de la Confederación de la Industria Metalúrgica. Los
empresarios le reclamaron la realización de un exhaustivo monitoreo de las importaciones
de productos de ese rubro y la posible aplicación de derechos compensatorios, cuando se
comprueben prácticas desleales. Hoy será el gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde,
quien recibirá a dirigentes de quince nucleamientos empresarios, representantes de
sectores amenazados por la crisis brasileña. Este encuentro forma parte de los
compromisos asumidos por Duhalde en su reunión del lunes último con Domingo Cavallo, en
el cual se comprometieron a un seguimiento común de las consecuencias de la actual
tormenta.
Fernando de la Rúa, jefe del gobierno porteño y candidato a presidente por la Alianza,
señaló que hay que tomar algunas medidas transitorias para preservar el empleo y
la producción nacional. Hay que hablar con Brasil para preservar el Mercosur
recomendó, pero también tomar medidas en el orden local para que no decaiga
el nivel de actividad y evitar un aumento del desempleo.
Pero fueron más llamativas las expresiones del gobernador Carlos Ruckauf, quien se
pronunció a favor de evitar una invasión de productos brasileños al mercado
nacional y cuidar la competitividad de la industria argentina frente a la
devaluación del real. Hay que defender la industria nacional, los puestos de
trabajo y el Mercosur, acotó, subrayando que ese delicado equilibrio le
corresponde hacerlo al Gobierno.
La conducción de la Unión Industrial Argentina (UIA) volverá a ser recibida mañana por
Roque Fernández, a quien le presentará el menú de medidas consensuadas ayer por su mesa
directiva. La propuesta no presenta mayores novedades respecto a lo ya trascendido:
adelanto de la rebaja de los aportes patronales para los sectores transables, acelerar la
devolución del IVA a los exportadores, y la aplicación de medidas compensatorias y
elevación de aranceles a las importaciones, para combatir el dumping (ventas por debajo
del costo de origen) y la subfacturación. Roque toma nota y gana tiempo. O lo pierde,
según se quiera ver. Sin definiciones públicas sobre cómo resarcir a la economía
nacional por los daños que le tocará afrontar, el Palacio de Hacienda sólo advierte que
mediatará detenidamente los efectos antes de adoptar resoluciones. Ayer, el senador y
precandidato Ramón Ortega, tras reunirse con Roque Fernández, sugirió que Economía
tiene en carpeta la posibilidad de aplicar aranceles compensatorios sobre las
exportaciones brasileñas, información adelantada por Página/12 el
lunes último. Pero las medidas no tomarán estado público antes de recibir el visto
bueno de Malán y el FMI.
El ministro de Hacienda de Brasil continúa en Washington, tratando de torcer la muñeca
de Michel Camdessus, director gerente del Fondo, para que le adelante una partida de 9100
millones de dólares de ayuda financiera programada para principios de marzo. Mientras
tanto, informó que conversó telefónicamente con Roque y mostró, con sus dichos, que si
el argentino no tiene apuro, él tiene menos en acordar medidas compensatorias.
Estoy seguro que encontraremos maneras mutuamente satisfactorias para reparar los
efectos negativos del problema, señaló, tenemos algunas ideas para
explorar.
EMPRESAS ACOSADAS POR LAS DEUDAS FINANCIERAS
Frágil como hoja en la tormenta
La crisis brasileña no
sólo impactará a la industria local por la menor demanda de ese país de productos
argentinos. En varios sectores, el principal perjuicio provendrá de su actual fragilidad
financiera, ante el previsible endurecimiento del crédito, más alto costo de los
intereses y acortamiento de los plazos. Un estudio del Instituto de Economía de la
Universidad Argentina de la Empresa arriba a tal conclusión tras analizar la situación
de empresas líderes de distintos sectores manufactureros claves.
Como una manera de evaluar el grado de fragilidad financiera y comercial de algunas
empresas manufactureras locales ante shocks externos, la citada entidad comparó la
situación actual de éstas con respecto de la existente en momentos previos al impacto
del efecto Tequila (cuarto trimestre de 1994). Surge de allí que el cambio de reglas por
la devaluación de Brasil encontró a varios sectores (automotrices, químicos y
petroquímicos, textiles y calzado, alimentos y bebidas) con altos índices de
endeudamiento. En todos ellos tomando en cuenta a las firmas líderes que cotizan en
Bolsa, los pasivos superan al patrimonio neto en no menos de un 37 por ciento,
llegando al 157 por ciento en el caso de las terminales. Por otra parte, la UADE señala
que numerosos estudios sugieren que la sensibilidad de las exportaciones argentinas
es mayor respecto al nivel de la demanda agregada de Brasil que al tipo de cambio
real. Es decir, la recesión interna del mercado vecino afectaría más sus ventas
que la propia devaluación.
En el análisis por sector, el informe observa que la industria automotriz aparece
como la más afectada, dado que Brasil absorbe el 85 por ciento de sus exportaciones
y más del 50 por ciento de su producción. Por otra parte, el indicador de
endeudamiento de estas empresas está por encima del promedio de la industria. El
sector textil se encuentra en una posición similar: alto nivel de endeudamiento y con
colocaciones en el vecino país que rondan el 60 por ciento sobre el total exportado.
El sector refleja tener mayores obligaciones corrientes que en la anterior crisis
mexicana, señala la UADE.
El sector de empresas químicas y petroquímicas sufrió, en los últimos meses, un
crecimiento de sus vencimientos corrientes, dando la noción que se acrecentó su
exposición ante shocks de tasas de interés. La industria alimenticia en su
conjunto parece no estar demasiado expuesta a la caída de la demanda brasileña, en
cuanto a la participación de las compras del vecino país en sus exportaciones, señala
el informe. No obstante, corre con la desventaja de un elevado nivel de endeudamiento,
además de que las actuales circunstancias debilitan el proceso de reconversión de
vencimientos que venían encarando las principales empresas del sector.
Sin plata y sin mercados |
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Brasil ataca de nuevo, con compras a
otros países
Propondría que el Mercosur baje el
arancel para compras a otros países, con lo cual resolvería problemas internos. |
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Por Cledis Candelaresi
Sobre llovido, mojado. Al
impacto que la devaluación tendrá sobre la industria local, Brasil sumó ayer la
intención de impulsar una rebaja del Arancel Externo Común del Mercosur. Una medida de
ese tipo por ahora sólo insinuada desde el otro lado de la frontera podría
descolocar a los proveedores argentinos que abastecen al mercado brasileño frente a la
competencia de terceros países, por citar uno de los riesgos. Hasta anoche la
Cancillería Argentina desconocía que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso fuera a
adoptar aquella iniciativa, de la que Jorge Campbell podría tomar nota mañana, durante
una serie de decisivas reuniones en Brasilia.
La mecha la encendió el secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo, Industria y
Comercio de Brasil, Bolívar Moura Rocha, quien ayer admitió públicamente la posibilidad
de abrir negociaciones con los socios del Mercosur para rebajar el AEC. Esta decisión
sería consecuencia de otra más amplia, como es la de instrumentar una rebaja general de
aranceles para facilitar la importación, y que también incluirá a productos exceptuados
de la agenda común.
El objetivo que Brasil persigue con aquellas bajas es doble. En algunos casos serviría
para aliviar a las industrias brasileñas más golpeadas por la devaluación, ya que
tienen muchos insumos importados. En otros, sería un recurso para controlar la
inflación, aumentando la competencia de importados.
Rocha eludió precisar cuáles son los sectores que podrían demandar más amparo. Pero,
previsiblemente, el listado incluiría a los de la alimentación (Brasil importa muchos
farináceos y lácteos) y, quizás, al automotor. Este último es el que tiene un arancel
para las importaciones de extrazona (desde otros países distintos al Mercosur) más
elevado y, estrictamente, no es común, ya que mientras para Argentina
asciende al 35 por ciento, para Brasil es del 49 por ciento, en unos casos, y 24,5 por
ciento, en otros.
Si Brasil impulsara una rebaja arancelaria para productos alimenticios, los lácteos
argentinos que hoy venden, por ejemplo, La Serenísima o Sancor podrían perder posiciones
en el mercado del vecino país frente a, por ejemplo, los productos de la Unión Europea,
sostenidos con grandes subsidios. Para evitar este perjuicio, el consultor Raúl Ochoa
recuerda que Argentina podría escudarse en una cláusula del tratado de Asunción, que le
permite exigir prioridad en la provisión: esto obligaría a Brasil a comprarle más a
nuestro país, antes de acudir a otros proveedores.
Según presumía ayer el encargado de negocios de la embajada argentina en Brasil, Juan
Sola, ese país también podría querer beneficiar con una rebaja arancelaria a su
industria automotriz, terriblemente golpeada por la caída del consumo. Si el ministro de
Economía, Pedro Malán, eligiera este camino, es posible que las terminales radicadas en
Argentina disminuyan sus exportaciones, la mitad de las cuales nutren el mercado
brasileño. Como consecuencia, aumentaría el multimillonario déficit comercial del
sector.
Estos son sólo algunos de los impactos que tendría sobre la economía argentina la
rebaja del AEC que impulsaría Brasil, aunque después de una negociación. La
decisión aún no es firme, pero en Buenos Aires no suena descabellada. Ayer parte de la
cúpula de la Unión Industrial Argentina también la adoptó como hipótesis de trabajo
para analizar la situación, y reforzar sus pedidos de protección a Economía.
Pero es posible que los industriales puedan hacer un análisis más minucioso a partir del
jueves, después que Campbell, secretario de Relaciones Económicas Internacionales, y el
embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vega, con su equipo, se entrevisten con
varios funcionarios de la gestión Cardoso. Según la agenda que maneja la embajada, el
periplo comenzaría con un almuerzo con el canciller Luiz Lampreia y seguiría conJosé
Botafogo Gonçalves y el ministro de Desarrollo, Comercio e Industria de Brasil, Celso
Lafer, a quien el secretario de Industria argentino, Alieto Guadagni (órbita de
Economía), entrevistará recién el lunes.
LA INDUSTRIA METALURGICA LLEVO SUS PESARES A
MENEM
Más de mil empresas en la cornisa
Por Pablo Ferreira
La onda expansiva de la
crisis brasileña golpea cada día nuevos sectores económicos. A la grave situación de
la industria automotriz se le sumó ayer el alerta generalizado de las empresas
metalmecánicas. El fenómeno pone en riesgo el empleo de unos 200 mil trabajadores
ocupados en más de 1500 empresas Pymes y sus proveedoras. Todas están afectadas y
no pueden mantener a su personal pagando suspensiones como las automotrices, alertó
a Página/12 Juan Carlos Lascurain, presidente de la flamante Confederación de la
Industria Metalúrgica (CIMA).
Una docena de representantes industriales se reunieron ayer de urgencia en Olivos con el
presidente Carlos Menem para manifestarle particularmente su preocupación por las
devaluaciones competitivas producidas en Brasil. El ministro Roque Fernández
también presente en el encuentro escuchó de boca de los dirigentes
metalúrgicos el pedido de que el gobierno haga un exhaustivo monitoreo de las
importaciones procedentes de Brasil y del sudeste asiático. La avalancha de embarques que
prevén éstos aparejará una caída del nivel de actividad y una mayor desocupación.
Los directivos de CIMA esbozaron ante los funcionarios, con quienes volverán a reunirse
mañana, un panorama sombrío. Desde hace algunos meses se han incrementado las
presiones negativas sobre la industria metalúrgica, reza una nota presentada a
Menem aludiendo a la interminable crisis de los mercados financieros internacionales.
Basados en ese razonamiento, requirieron a Economía que se estudie de inmediato las
posibles consecuencias negativas a nivel local. Para los empresarios, la devaluación de
la moneda brasileña tiene efectos (...) que no habrá forma de compensar con los
derechos de importación vigentes. Por eso reclamaron, amén del monitoreo de las
importaciones vía el sistema de licencias automáticas, que se aplique, en el caso que
corresponda, los derechos compensatorios pertinentes.
Lascurain, quien también es titular de la Asociación de Industriales Metalúrgicos
(Adimra), detalló a este diario el actual panorama de la industria metalmecánica. Entre
los cerca de 400 autopartistas la situación es similar a la del sector automotor.
La diferencia es que los autopartistas no pueden pagarle a su personal meses de
suspensión. Ya hay decenas de ellas que están suspendiendo personal, producto de
la caída de las ordenes de compra de las terminales locales y la pérdida del mercado
brasileño para las que exportaban. Las empresas fundidoras, buloneras y estampadoras,
entre otras, emplean la friolera de 40 mil trabajadores. En el sector de
electrodomésticos, las perspectivas son similares. A la ola de importaciones de productos
de origen asiático y de Brasil, se le suma un previsible proceso recesivo en el mercado
local.
Los caciques empresariales pidieron al Gobierno dos medidas vinculadas al castigado
segmento de bienes de capital. No es un pedido menor. En lo que hace al régimen de
importación de plantas llave en mano, por ejemplo, Lascurain calcula que la industria
podría proveer unos 500 millones de dólares que ahora se importan bajo la forma
prescindible de cables eléctricos y de telefonía, escritorios, y hasta de sillas. Otros
2000 millones de dólares podrían ser abastecidos localmente de premiarse a los
compradores con una amortización impositiva acelerada de sus compras de maquinarias.
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