Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


PESE A UN FUERTE ALEGATO POR CLINTON, LLAMARIAN A TESTIGOS
La defensa llegó en silla de ruedas

Charles Ruff, el abogado de la Casa Blanca, negó ayer ante el Senado convertido en tribunal los cargos contra Bill Clinton, pero lo que trata de evitar –el llamado a testigos– parece ya inevitable.

na17fo01.jpg (16952 bytes)
Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York

Página/12

en EE.UU.

t.gif (67 bytes)  “William Jefferson Clinton no es culpable de los cargos. No cometió perjurio. No obstruyó el accionar de la Justicia. No debe ser removido de su cargo”. Con una cadencia grave y pausada y poniendo énfasis en cada frase, Charles Ruff, el asesor legal de la Casa Blanca, refutó ayer así las acusaciones de la Cámara de Representantes contra el presidente, al iniciar su defensa frente a los senadores.
Ruff, que se desplaza en silla de ruedas y es una autoridad en los círculos legales de Washington, descalificó las pruebas presentadas la semana pasada por los fiscales. “Lo que ustedes tienen delante no es más que un juicio apresurado”, sostuvo, y agregó que “ninguna Corte, ni federal ni estadual, haría lugar a acusaciones de este tipo”. Acerca de la peliaguda cuestión del llamado a testigos que divide a republicanos y demócratas, el abogado defensor dijo que la convocatoria no era necesaria. “Ustedes tienen ya todo lo que necesitan para rechazar este pedido de destitución”, puntualizó. Los demócratas, sin embargo, han comenzado a acostumbrarse a la idea de que algunos de los protagonistas, como la propia Monica Lewinsky, la becaria que protagonizó el affaire con Clinton, y de Betty Currie, la secretaria privada del presidente, serán inexorablemente citados para prestar declaración. El senador Tom Daschel, líder de la minoría demócrata, dijo el lunes que la inclusión de algunos actores del Sexgate parecía “inevitable”. Por su parte, Joe Lockhart, vocero de la Casa Blanca, afirmó que miembros demócratas de la Comisión de Justicia de la Cámara de Representantes se unirán al equipo de abogados de la Casa Blanca en la argumentación de defensa. ¿Su misión? Probar que todo el proceso hacia el impeachment fue una empresa partidista “y poco justa con el presidente”.
De todas las jornadas extraordinarias que se sucedieron en Washington desde que empezó la saga del Sexgate y del impeachment, la de ayer fue una de las más peculiares. Mientras el equipo legal de la Casa Blanca emprendía la defensa de Clinton, éste –como si nada pasara– pulía el discurso del Estado de la Unión que pronunciaría unas horas después, ante el mismo Congreso que debate su posible destitución. Al cierre de esta nota, había trascendido que Clinton no se referiría a “la palabra que empieza con “I” (impeachment)” en el discurso. La superposición de los dos acontecimientos, como si ambos se desarrollasen en dimensiones paralelas pero en un mismo escenario teatral, agudizó la sensación que últimamente experimentan los norteamericanos de que su clase política se comporta en forma ligeramente esquizofrénica.
Los comentaristas radiales y televisivos tuvieron un día excelente barajando alternativas. ¿Saludarían los legisladores demócratas al presidente con una ovación de pie? Y los republicanos, ¿aplaudirían o se quedarían sentados en completo silencio? Las especulaciones dichas en tono expectante y divertido rodaron al mismo tiempo, o casi, que se desgranaba la información de lo que ocurría en el recinto del Capitolio convertido en tribunal, donde Ruff proclamaba que Clinton era “inocente”.
Las cadenas de televisión trabajaron intensamente en la doble cobertura del juicio y el discurso, con periodistas que describieron la alocución del Estado de la Unión como otra forma que asumía la defensa del presidente. “Esta noche, otro abogado se encargara de la defensa de Bill Clinton, el propio Bill Clinton”, dijo el veterano Dan Rather de CBS. Elabogado Ruff también hizo una breve alusión al discurso, diciendo que el mandatario reportaría a una nación que es “fuerte, vibrante y libre”.
Pero Ruff concentró gran parte de sus energías en una estrategia novedosa para la Casa Blanca, la de atacar directamente a los principales acusadores. El defensor cuestionó con dureza la actuación de Linda Tripp, la mujer cuyas grabaciones secretas de las confesiones de Lewinsky sobre su amorío con el presidente, desencadenaron la crisis. Ironizó acerca de la capacidad de Tripp de “jugar este rol raramente multifacético”, ayudando a los abogados de Paula Jones, quien había demandado a Clinton por acoso sexual, y al fiscal independiente Kenneth Starr. También criticó a Starr porque no había impedido que Tripp, una testigo que cooperaba con su investigación, asistiese a los abogados de Jones. Starr “optó inexplicablemente por no impedirlo”, dijo.
Al subrayar que las dificultades de Clinton habían comenzado con la demanda de Jones, Ruff acusó a los abogados de la mujer de Arkansas por haber buscado pruebas de otras relaciones con mujeres del demócrata. Buscaron estas evidencias “con un único y claro propósito: avergonzar al presidente”, dijo.
La presentación de la defensa obtuvo elogios en los medios. “Es la defensa más convincente del presidente que hemos escuchado hasta la fecha”, dijo Candy Crowley, periodista de CNN. Jeffrey Toobin, analista legal de ABC, afirmó que la argumentación de Ruff había sido “muy poderosa”.
Pero el entusiasmo no se extendió a los legisladores republicanos, algunos de los cuales señalaron que no se sentían impresionados por las palabras de Ruff. “La defensa sólo ha sido una negación en forma muy general”, dijo uno de los fiscales.
Con respecto de la intervención de miembros demócratas del Comité de Justicia en la defensa, el vocero Lockhart dijo que se unían al equipo legal “para brindar un insight valioso acerca de cómo se llegó a esta situación”. Fuentes del Congreso dijeron que la Casa Blanca estaba interesada en la participación de los representantes John Conyers de Michigan y Tom Barrett de Wisconsin. Lockhart no quiso dar nombres de los posibles participantes, pero dijo que estos representantes explicaran a los senadores como el proceso hacia el impeachment “se llevó a cabo en forma muy partidista y de manera poco justa con el presidente”.
La Casa Blanca esperaba ayer con ansiedad las encuestas post discurso Estado de la Unión, ya que generalmente la popularidad presidencial sube después de este informe a la nación. Parecía, sin embargo, casi imposible que la popularidad de Clinton trepase todavía más. Según una encuesta de USA Today y CNN, realizada a principios de esta semana, un 70 por ciento de los norteamericanos está satisfecho con la presidencia del acusado.

 

PRINCIPAL