Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York
William Jefferson Clinton no es culpable de los cargos. No cometió perjurio. No
obstruyó el accionar de la Justicia. No debe ser removido de su cargo. Con una
cadencia grave y pausada y poniendo énfasis en cada frase, Charles Ruff, el asesor legal
de la Casa Blanca, refutó ayer así las acusaciones de la Cámara de Representantes
contra el presidente, al iniciar su defensa frente a los senadores.
Ruff, que se desplaza en silla de ruedas y es una autoridad en los círculos legales de
Washington, descalificó las pruebas presentadas la semana pasada por los fiscales.
Lo que ustedes tienen delante no es más que un juicio apresurado, sostuvo, y
agregó que ninguna Corte, ni federal ni estadual, haría lugar a acusaciones de
este tipo. Acerca de la peliaguda cuestión del llamado a testigos que divide a
republicanos y demócratas, el abogado defensor dijo que la convocatoria no era necesaria.
Ustedes tienen ya todo lo que necesitan para rechazar este pedido de
destitución, puntualizó. Los demócratas, sin embargo, han comenzado a
acostumbrarse a la idea de que algunos de los protagonistas, como la propia Monica
Lewinsky, la becaria que protagonizó el affaire con Clinton, y de Betty Currie, la
secretaria privada del presidente, serán inexorablemente citados para prestar
declaración. El senador Tom Daschel, líder de la minoría demócrata, dijo el lunes que
la inclusión de algunos actores del Sexgate parecía inevitable. Por su
parte, Joe Lockhart, vocero de la Casa Blanca, afirmó que miembros demócratas de la
Comisión de Justicia de la Cámara de Representantes se unirán al equipo de abogados de
la Casa Blanca en la argumentación de defensa. ¿Su misión? Probar que todo el proceso
hacia el impeachment fue una empresa partidista y poco justa con el
presidente.
De todas las jornadas extraordinarias que se sucedieron en Washington desde que empezó la
saga del Sexgate y del impeachment, la de ayer fue una de las más peculiares. Mientras el
equipo legal de la Casa Blanca emprendía la defensa de Clinton, éste como si nada
pasara pulía el discurso del Estado de la Unión que pronunciaría unas horas
después, ante el mismo Congreso que debate su posible destitución. Al cierre de esta
nota, había trascendido que Clinton no se referiría a la palabra que empieza con
I (impeachment) en el discurso. La superposición de los dos
acontecimientos, como si ambos se desarrollasen en dimensiones paralelas pero en un mismo
escenario teatral, agudizó la sensación que últimamente experimentan los
norteamericanos de que su clase política se comporta en forma ligeramente
esquizofrénica.
Los comentaristas radiales y televisivos tuvieron un día excelente barajando
alternativas. ¿Saludarían los legisladores demócratas al presidente con una ovación de
pie? Y los republicanos, ¿aplaudirían o se quedarían sentados en completo silencio? Las
especulaciones dichas en tono expectante y divertido rodaron al mismo tiempo, o casi, que
se desgranaba la información de lo que ocurría en el recinto del Capitolio convertido en
tribunal, donde Ruff proclamaba que Clinton era inocente.
Las cadenas de televisión trabajaron intensamente en la doble cobertura del juicio y el
discurso, con periodistas que describieron la alocución del Estado de la Unión como otra
forma que asumía la defensa del presidente. Esta noche, otro abogado se encargara
de la defensa de Bill Clinton, el propio Bill Clinton, dijo el veterano Dan Rather
de CBS. Elabogado Ruff también hizo una breve alusión al discurso, diciendo que el
mandatario reportaría a una nación que es fuerte, vibrante y libre.
Pero Ruff concentró gran parte de sus energías en una estrategia novedosa para la Casa
Blanca, la de atacar directamente a los principales acusadores. El defensor cuestionó con
dureza la actuación de Linda Tripp, la mujer cuyas grabaciones secretas de las
confesiones de Lewinsky sobre su amorío con el presidente, desencadenaron la crisis.
Ironizó acerca de la capacidad de Tripp de jugar este rol raramente
multifacético, ayudando a los abogados de Paula Jones, quien había demandado a
Clinton por acoso sexual, y al fiscal independiente Kenneth Starr. También criticó a
Starr porque no había impedido que Tripp, una testigo que cooperaba con su
investigación, asistiese a los abogados de Jones. Starr optó inexplicablemente por
no impedirlo, dijo.
Al subrayar que las dificultades de Clinton habían comenzado con la demanda de Jones,
Ruff acusó a los abogados de la mujer de Arkansas por haber buscado pruebas de otras
relaciones con mujeres del demócrata. Buscaron estas evidencias con un único y
claro propósito: avergonzar al presidente, dijo.
La presentación de la defensa obtuvo elogios en los medios. Es la defensa más
convincente del presidente que hemos escuchado hasta la fecha, dijo Candy Crowley,
periodista de CNN. Jeffrey Toobin, analista legal de ABC, afirmó que la argumentación de
Ruff había sido muy poderosa.
Pero el entusiasmo no se extendió a los legisladores republicanos, algunos de los cuales
señalaron que no se sentían impresionados por las palabras de Ruff. La defensa
sólo ha sido una negación en forma muy general, dijo uno de los fiscales.
Con respecto de la intervención de miembros demócratas del Comité de Justicia en la
defensa, el vocero Lockhart dijo que se unían al equipo legal para brindar un
insight valioso acerca de cómo se llegó a esta situación. Fuentes del Congreso
dijeron que la Casa Blanca estaba interesada en la participación de los representantes
John Conyers de Michigan y Tom Barrett de Wisconsin. Lockhart no quiso dar nombres de los
posibles participantes, pero dijo que estos representantes explicaran a los senadores como
el proceso hacia el impeachment se llevó a cabo en forma muy partidista y de manera
poco justa con el presidente.
La Casa Blanca esperaba ayer con ansiedad las encuestas post discurso Estado de la Unión,
ya que generalmente la popularidad presidencial sube después de este informe a la
nación. Parecía, sin embargo, casi imposible que la popularidad de Clinton trepase
todavía más. Según una encuesta de USA Today y CNN, realizada a principios de esta
semana, un 70 por ciento de los norteamericanos está satisfecho con la presidencia del
acusado.
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