Cinco motivos para seguir creyendo
|
Por Ariel Greco La duda se planteaba por saber cómo respondería anímicamente Argentina después del partido con Uruguay. Pero la incógnita duró dos minutos: golazo de Rivarola y partido liquidado. Como el mayor problema de los chicos de Pekerman había sido conseguir la ventaja ante sus rivales, esta vez no hubo inconvenientes. La apertura temprana del marcador posibilitó al equipo el poder desplegar su juego. Además, tres minutos después llegó el segundo y la tranquilidad fue total. Perú apenas había insinuado un esquema con un delantero y cinco volantes pero ya no había esquema que valiese. El juvenil tomó el partido como una revancha y siguió con una actitud decidida, como si desconociese el resultado. Con Cambiasso y Duscher como patrones en el medio y Rivarola y Fernández llegando por afuera, Argentina dominó a voluntad el trámite. Lo que se suponía un problema --la ausencia de Aimar-- terminó siendo beneficiosa porque Montenegro se soltó y llegó a ser el conductor que necesitaba el equipo. Adelante, Guillermo por afuera y Galetti por adentro desequilibraron todas las veces que lo intentaron. Así se sucedieron las llegadas y los goles, que pudieron ser más de cuatro en esta primera etapa. Y eso tuvo sus razones. El equipo de Juan Carlos Oblitas, aunque se limitó a taponar el juego del conjunto argentino, no lo consiguió de ninguna manera. Argentina siguió manejando la pelota pero con profundidad, sin toqueteos intrascendentes y con la disposición para conseguir una mayor diferencia. Entre el segundo gol y el tercero, los peruanos opusieron en su campo un poco más de resistencia y casi sin pasar la mitad de la cancha obligaron a los de Pekerman a retener la pelota atrás, a las espera de oportunidades. Esto hizo que el partido cayera en un pozo improductivo hasta que llegó el segundo zapatazo de Rivarola. Acaso fue la capacidad de producir desequilibrio por ambos los costados fue el rasgo determinante y causal de tan buena producción ofensiva durante ese primer período. El segundo, como suele decirse, estuvo de más: fue útil sólo para la interna de la Selección, ya que Pekerman tuvo posibilidad de darle 45 minutos más de fútbol a los recién recuperados Castromán y La Paglia y hacer descansar a dos de los que tardan más en recuperarse: el mejor de anoche, Rivarola, y Aldo Duscher. El gol de Cambiasso, que anduvo una vez más muy bien, al igual que una defensa que no se equivocó nunca, no le sirvió al rubio para mostrarse más ante el presidente del Madrid, que estaba en la cancha: Fernando Sanz se fue un minuto antes de su cabezazo... En cuanto a los demás, muy buena noche de Juan Fernández, por los dos lados, y de Adrián Guillermo, que juega a otra velocidad: si definiera como juega valdría 50 millones.
|