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Por Raúl Dellatorre No hubo sorpresas ni tapados. Repsol es, desde ayer, el principal accionista minoritario de la petrolera YPF, la mayor empresa local, al adjudicarse el 14,99 por ciento del capital puesto a la venta por el Estado nacional. Pagará, en efectivo y en forma inmediata, algo más de 2010 millones de dólares, y tendrá derecho a ocupar dos asientos en el Directorio, de un total de 12. Para muchos, es el primer paso hacia el control de la ex petrolera estatal. Para otros, que ayer confiaron muy reservadamente la versión a Página/12, podría ser el paso previo a una transacción que desembocaría en la fusión de Repsol con el consorcio anglonorteamericano BP-Amoco, uno de los grupos precalificados que ayer no presentó oferta. La cesión de la porción principal de las acciones estatales de YPF a Repsol --todavía conserva el 5,31 por ciento-- despertó reacciones de distinta índole. Una fue protagonizada por los trabajadores de YPF de Comodoro Rivadavia, que ayer ocuparon la playa de tanques de almacenamiento de la petrolera en dicha ciudad, en protesta por los dos mil empleos perdidos en el último año por recortes en el plan de inversiones. Otra es la de la actual dirección de YPF, encabezada por Roberto Monti, quienes piensan resistir el asalto al control de la empresa por parte de los españoles. Alfonso Cortina, presidente de Repsol, estuvo presente ayer en el Ministerio de Economía en el acto de adjudicación. Inmediatamente después de resuelta la licitación, anticipó la intención de unir bajo una misma estrategia el desarrollo de YPF y la empresa española. "Para Repsol no es una inversión financiera", advirtió, lo cual indica que no se limitará al rol de mero accionista, sino que va en busca del manejo de la empresa. "Es una oportunidad para estudiar un proyecto de integración a desarrollar, en detalle, junto a la Dirección de YPF", agregó Cortina. En el mismo sentido, el subsecretario de Finanzas, Alejandro Quiroga López, consideró que "es muy probable" que Repsol busque dialogar con el resto de los accionistas para lograr el control de YPF. La empresa española fue sindicada, desde el inicio del proceso licitatorio, como "el número puesto" de Economía para adjudicarse el paquete en venta. El propio comunicado distribuido ayer por la empresa reveló que "el gobierno argentino se obliga, en el contrato de compraventa de las acciones, a autorizar y votar favorablemente durante los próximos tres años una propuesta de modificación de los Estatutos de la Sociedad, que permita a Repsol formular, en su momento, una oferta pública de adquisición de acciones representativas del resto del capital, que pueda ser pagada mediante otras acciones". Esto es, que los accionistas privados podrían ser víctimas de una oferta hostil por la que sólo recibirán papeles a cambio de sus acciones. Durante esos tres años, el gobierno nacional no podrá autorizar "otras ofertas de adquisición realizadas por un tercero", a menos que iguale las condiciones y compromisos ofrecidos por Repsol y esté dispuesto a ofrecer "un precio por acción al menos un 25 por ciento superior al precio pagado en esta transacción". Es decir que, mediante un acuerdo con el Gobierno, Repsol se reservó en los hechos el derecho exclusivo de poder acceder en el futuro al control de YPF. El espacio estratégico que ayer ganó Repsol en el sector petrolero y en la economía local podría no ser, sin embargo, para beneficio propio. Fuentes bien informadas señalaron a Página/12 que la británica British Petroleum no se quedó quieta después de su fusión con Amoco, y ahora iría tras una petrolera europea y otra estadounidense. La europea sería Repsol, lo cual explicaría en gran medida por qué, siendo el segundo candidato firme, se bajó tempranamente de la puja por YPF.
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