Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York
Los norteamericanos recibieron con una calurosa aprobación el discurso de Bill
Clinton. Cuatro de cada cinco estadounidenses que miraron por televisión el discurso del
Estado de la Unión expresaron su acuerdo con las propuestas presentadas por el
mandatario. No sólo eso: en una inequívoca prueba de que la voluntad de la opinión
pública está con este acusado de perjurio, los encuestados aplaudieron la decisión
presidencial de no mencionar siquiera el `impeachment en el reporte anual a la
nación que tuvo lugar el martes a la noche.
Difícil es saber, con semejante dato sorprendente, si el país está en
estado de negación o en estado de hartazgo, pero lo cierto es que el apoyo a
Clinton continúa inamovible. En el sexto año de gestión y en medio del terremoto de su
posible destitución, obtuvo un rating de aprobación a su desempeño que osciló entre el
66 por ciento, según la cadena ABC, y el 75.8 por ciento, según la cadena NBC.
Reconfortado por el apoyo popular, pero con el destino político pendiendo de la misma
cuerda floja, Clinton hizo ayer una pequeña gira por algunos puntos del este del país
para promover la agenda enunciada el martes. Fue ovacionado por una multitud tan
numerosa que sólo es equiparable con la que se congrega en la época de campaña,
dijeron funcionarios de la Casa Blanca.
En Washington, el equipo legal del presidente continuó con los argumentos de defensa
frente a los senadores. Refutando los cargos presentados por los representantes
republicanos, el abogado Gregory Craig, consejero especial de la Casa Blanca, instó al
Senado a que relea el testimonio que diera Clinton ante el grand jury en
agosto, para comprobar que el presidente es veraz. Hoy concluye la
presentación de los argumentos de la defensa.
Entre las propuestas más importantes que Clinton hizo el martes figuraron el refuerzo del
sistema previsional con el uso del excedente presupuestario, un aumento del presupuesto de
Defensa, el mejoramiento de las escuelas públicas y un incremento de los efectivos
policiales en las calles. Insistiendo en un tipo de iniciativa que le ha dado beneficios
políticos, anunció también que el Departamento de Justicia preparaba una demanda a las
empresas tabacaleras. El plato fuerte de la arenga, el refuerzo económico al
sistema de previsión, fue particularmente bienvenido en las encuestas. En materia de
seguridad exterior, Clinton propuso que se aumente la asistencia económica estadounidense
para disminuir el peligro nuclear en Rusia y lanzó advertencias contra Saddam Hussein y
Slobodan Milosevic.
Los republicanos algunos de los cuales como Henry Hyde, el fiscal principal en el
juicio, estuvieron conspicuamente ausentes en el recinto de la Cámara de Representantes
durante el discurso de 77 minutos, criticaron las propuestas diciendo que eran
un kiosco de caramelos, con golosinas para dejar contentos a todos.
La prensa tuvo comentarios de elogio a la actuación de Clinton. Un político menor
o un alma más tímida se hubiese retraído al enfrentar a sus acusadores de la Cámara y
al jurado de los senadores, en el momento del peligro político más grande que ningún
otro presidente ha enfrentado en muchos años. Pero Clinton parece crecer en la
adversidad, dijo el New York Times en un artículo donde también se destacó que el
presidente había llevado a cabo un show maestro, en el que logró que los
legisladores reunidos, ninguno de los cuales ha sido acusado (impeached), parecieran
pequeños por comparación.
En otra nota, el diario comentó que los analistas políticos, en particular los de
televisión, usaron todos los sinónimos posibles de los términos surreal y
surrealista para describir la superposición desituaciones, en las que por un
lado tenía lugar el juicio de destitución del político de Arkansas, y por otro, los
mismos que buscaban destituirlo se sentaban a escuchar la agenda que se propone cumplir,
si su audiencia del Congreso no lo echa antes de la Casa Blanca.
Mientras tanto, los abogados de la Casa Blanca, Gregory Craig y Cheryl Mills, ofrecieron
argumentos detallados para cuestionar las acusaciones de perjurio y obstrucción de
justicia, en el segundo día de presentación de la defensa. Craig dijo que el caso
presentado por la fiscalía era frecuentemente trivial, casi siempre técnico, a
menudo inmaterial y siempre insustancial.
Rechazando el argumento de que Clinton había hecho una distorsión leguleya de ciertos
conceptos, Craig sostuvo que esa táctica era necesaria debido al tipo de acusaciones.
Sostuvo que los fiscales republicanos habían hecho lo mismo al desplegar los cargos.
Es difícil tomar los cargos en serio cuando en cada caso se reducen a argumentos
sobre aspectos semánticos, ironizo Craig.
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