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Por María Esther Gilio desde Montevideo ¿Cuáles serían, según usted, los progresos más notorios en el tratamiento de los problemas psíquicos a partir de los avances de la neurociencia? Los avances de la neurociencia son enormes. La nueva psicofarmacología ha significado cambios radicales en el tratamiento de la psicosis. Mucho menos en los trastornos graves de personalidad y muy poco en la neurosis. Estuvieron hace poco en Montevideo los psicoanalistas franceses Françoise Davoine y Jean Max Gaudillère que se oponen salvo en casos muy puntuales a cortar el delirio del loco mediante medicamentos. Ellos dicen que el delirio permite al loco salir de su locura, que el delirio es algo precioso, que no debe destruirse con medicamentos. No conozco esos autores ni la base sobre la cual dicen esto, pero en mi experiencia yo diría lo contrario. El tratamiento psicofarmacéutico puede cortar la psicosis y hacer posible un tratamiento psicoterapéutico que ayude a reeducar a estos pacientes y a readaptarlos a la sociedad. A partir de hace alrededor de 30 años el psicoanálisis y la psiquiatría, después de desvalorizarse mutuamente, han comenzado a acercarse. Usted, que pertenece a ambos campos, podría contarnos sobre esos enfrentamientos. Para empezar los psiquiatras no daban ninguna importancia a los psicoanalistas. Estos eran los huerfanitos de la salud mental. Pasados los años el psicoanálisis se puso de moda y los psiquiatras tomaron ese lugar. El de huerfanitos. Sí, pero la cosa no paró allí. Vinieron los descubrimientos de la neurobiología con lo cual los psicoanalistas volvieron a su posición defensiva. ¿Y usted qué cree sobre todo esto? Que la neurobiología y el psicoanálisis se necesitan mutuamente; que son dos ciencias fundamentales para comprender al ser humano. Pienso que con el tiempo terminarán por integrarse en forma original y no sospechada. ¿Quiere decir entonces que para usted locos y neuróticos tienen un buen futuro? Pienso que nuestra comprensión de ellos y nuestras posibilidades de ayudarlos lo tienen. Pero hay que evitar integraciones prematuras, reduccionistas. Todavía hay abismos significativos entre los hallazgos de ambas ciencias. Sin embargo, a la larga se encontrarán porque ambos tienen que ver con el ser humano. ¿Lo ve como algo posible y cercano? No lo sé. Pero sé que tenemos ya dos puentes trazados para unir esos terrenos. Uno es el estudio de los afectos, porque los afectos, las emociones son estructuras psicobiológicas en que podemos estudiar el desarrollo del sistema nervioso central y al mismo tiempo el desarrollo de las estructuras psicológicas. Yo creo que éste va a ser un campo con profunda influencia en la neurobiología por un lado y en el psicoanálisis por otro. Usted habló de dos caminos. Sí, el otro camino tiene que ver con la capacidad del cerebro de establecer estructuras cognitivas, especialmente del manejo de símbolos. Lo cual se relaciona con la capacidad y el desarrollo del lenguaje. Este es un campo en el que aún existen muchas posibilidades no exploradas. ¿Cuáles, por ejemplo? Las que relacionan el funcionamiento psíquico normal y el patológico con el funcionamiento del sistema nervioso central. Pero, no nos apresuremos, estamos en el comienzo. Para un lego resulta curioso que sea casi imposible leer algún trabajo sobre psicopatologías sin que aparezca la palabra narcisismo. Uno siente que el narcisismo está en la base de todos los trastornos psíquicos, desde los más leves a los más graves, aunque claro, esto puede ser un disparate. El concepto de narcisismo es uno de los conceptos centrales de Freud, una de sus grandes contribuciones. La palabra narcisismo tiene muchos significados, es un término que se usa para cubrir muchas cosas diferentes. Lo cual crea una confusión fuera y dentro del campo. Freud, en su trabajo sobre narcisismo, plantea muchísimos problemas y considera que narcisismo desde un punto de vista teórico es la investidura libidinosa del yo. ¿Es lo que en lenguaje corriente llamamos amor por sí mismo? No. La investidura libidinosa del self es un concepto metapsicológico que tiene una contrapartida clínica. Clínicamente es el amor de sí mismo, es la autoestimación. Desde este punto de vista implica tanto la continuidad como la estabilidad de la estimación de sí mismo. ¿Cómo concebía Freud la psicosis? Como un retiro de las cargas libidinosas del mundo exterior. ¿Se retiran del mundo exterior y se vuelcan hacia uno mismo? Sí, pero esta manera de hablar Freud de la psicosis fue una manera demasiado simple. El hablaba de neurosis narcisista cuando se refería a lo que hoy llamamos psicosis. Nuestros conocimientos avanzaron mucho después de Freud. Hoy sabemos que en la psicosis no es cierto que se ha retirado la energía del mundo exterior. Lo que hay es una fusión entre el concepto de sí mismo y el de los otros. Entre uno y el mundo exterior. ¿Quiere decir que la frontera entre ambos mundos desaparece? ¿Los límites se pierden? Claro. Pero además de esto que describimos hay otras complicaciones en las que es mejor no entrar. Hablemos del narcisismo no patológico. Sí, claro porque el narcisismo no es siempre índice de anormalidad. Hay un narcisismo normal del cual también habló Freud. Freud habló de las estructuras psicológicas que protegen el sentimiento de respeto, de amor por sí mismo. Estructuras que salvaguardan la autoestimación. Es interesante algo que él dice sobre esos casos de enamoramiento loco que llegan a afectar al narcisismo normal. Sí, según Freud en estos casos se inviste tanta energía libidinosa en otra persona que se llega a empobrecer el narcisismo. En definitiva que el narcisismo es uno de los temas trabajados por Freud, una de sus grandes contribuciones. Sin embargo hay dentro de este campo algo sobre lo que Freud no habló. El no habló de la personalidad narcisista la cual puede definirse como una combinación de estimación exagerada de sí mismo, grandiosidad, omnipotencia donde el yo normal es reemplazado por un yo patológico. Que se manifiesta como usted acaba de describirlo. Clínicamente estas personas aparecen como si estuvieran enamoradas sólo de sí con poca o ninguna capacidad de investidura en los demás. Su actitud es la de quien se siente grandioso. Con una tremenda arrogancia y egolatría. ¿Cómo se explica este fenómeno? Pensamos que estas personas en el fondo se defienden contra agresiones inconscientes muy profundas. Se defienden de fuertes sentimientos de envidia. El narcisismo patológico en ese sentido, como trastorno de personalidad, es la patología de la envidia. Envidia consciente e inconsciente a la que acompaña devaluación y sensación de vacío. Fíjese entonces, cómo el narcisismo aparece en varios territorios, lo cual explica que al término se lo vea a cada rato en los trabajos sobre patologías psíquicas. ¿Bien usado? Mmm... En general el término está usado en forma excesiva, no muy específica. Diferentes personas quieren significar diferentes cosas con ese término. Pero del punto de vista clínico lo más importante es el narcisismo patológico. Que se manifiesta en lo que se llama personalidad narcisista. ¿Tienen alguna posibilidad terapeutas y pacientes de modificar esta situación? Primero le digo que el 30 por ciento de los trastornos graves presenta esta estructura. Y también le digo que gracias a los progresos del psicoanálisis se han implementado técnicas muy efectivas en el tratamiento de las personalidades narcisistas. ¿En cuál de los tres campos neurosis, borderline y psicosis se da la personalidad narcisista? Se da sólo en la estructura borderline. Existen trastornos narcisistas en las neurosis y en las psicosis, pero son de tipo general, no específico. ¿Desde el punto de vista clínico, lo importante es la personalidad narcisista? Sí. Usted ha dicho que el psicoanálisis tiene indicaciones y contraindicaciones. Es indicado para todos los trastornos sintomáticos como angustia crónica, depresión, reacciones fóbicas crónicas, neurosis obsesivocompulsivas, inhibiciones laborales, sociales y sexuales. También es indicado en las perversiones. Es contraindicado en muchos de los trastornos graves de personalidad y también en el caso de personalidades patológicas con grave conducta antisocial. Se refiere a conductas criminales. Pacientes que roban, engañan y matan. ¿En estos casos podemos hablar de psicóticos? No, porque tienen perfecto criterio de realidad. Cuando hay conducta antisocial crónica y graves fallas de la conciencia moral, el psicoanálisis es muy limitado. No tiene buen pronóstico. Para explicar en parte la violencia que caracteriza a la sociedad de hoy, se ha hablado de la inseguridad a que está sometido el hombre. Inseguridad en el trabajo, en el amor, en la vida social. Está comprobado que el ser humano es lesionado en su psiquismo por el miedo a las pérdidas en esos terrenos. ¿Hasta qué punto tiene en cuenta el analista a ese mundo exterior que está golpeando al paciente? Hay una anécdota que es ilustrativa de otra época en que sólo se tenía en cuenta lo que venía del interior del paciente. Refiere que Melanie Klein, interpretando a un niño que hablaba de bombas, decía que esta alusión del niño a las bombas tenía que ver con la relación sexual de los padres. Pero ocurre que en Londres caían bombas muy reales todos los días. Yo creo que ahí hay un cierto error. El analista siempre ha tomado en cuenta la realidad externa. También Melanie Klein, aunque, es verdad, ella insistía en la importancia de los fenómenos intrínsecos, intrapsíquicos. Hoy el analista, antes de decidir que hay un conflicto interno, debe conocer la realidad exterior. ¿Cuánta eficacia muestra el análisis en aquellos casos en que el trauma en el individuo se produjo a partir de la violencia exterior? Hay dos aspectos de la relación del análisis con esta problemática. Uno está referido al tratamiento de individuos que fueron profundamente afectados por violencia personal en su infancia. Los psicoanalistas hemos desarrollado técnicas para tratar a estos individuos, que se basan en la comprensión de que el ser humano sometido a situaciones de violencia extrema desarrolla en su interior una doble identificación inconsciente con el agresor y la víctima. Y en el tratamiento es importante que lleguen a conocer las raíces profundas de su identificación como víctima y como victimario. ¿Conocer estas identificaciones es un camino hacia la solución? Sí, esto además puede considerarse una contribución importante del psicoanálisis en el tema. La otra contribución importante tiene que ver con el desarrollo de la comprensión de lo que pasa en las masas que, formadas por ciudadanos normales, sufren una transformación que los lleva a atacar y destruir minorías que consideran diferentes. ¿No cree que el siglo XX ha sido de los más atroces en la historia del hombre? Quizá el peor que ha vivido la humanidad. ¿Intentó el psicoanálisis entender qué pasó con el hombre en este siglo? El psicoanálisis ha desarrollado instrumentos que permiten comprender por qué bajo ciertas circunstancias renace la agresión primitiva. Freud comenzó este análisis en su libro sobre psicología de las masas y análisis del yo. Su trabajo fue continuado por otros psicoanalistas muy distinguidos y por sociólogos de influencia psicoanalítica. Así se ha conformado un conocimiento de los hechos que seguramente a la larga podrá contribuir a la creación de medidas preventivas al desarrollo de estos fenómenos que son una vergüenza para la humanidad.
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