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Pedro Pou presentó un plan para
cambiar de moneda y de próceres

La convertibilidad
no convence, admitió el presidente del Banco Central para justificar la propuesta. La presentación de
Pou y facsímiles del documento
que entregó a la prensa.

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El peso se despide para cederle el lugar al dólar, si el Tesoro estadounidense lo acepta.
El remedio del gobierno para evitar la devaluación es no tener moneda. Ni política económica.
Por Pablo Ferreira

t.gif (67 bytes) Hoy tenemos billetes con nuestros próceres y después los tendremos con otros (próceres).” La polémica imagen fue utilizada por Pedro Pou, titular del Banco Central, al anunciar ayer –en conferencia de prensa– la inédita decisión del gobierno de marchar hacia la dolarización de la economía. El banquero presentó la defunción del peso como la única alternativa viable para eliminar el temor a una devaluación y a una cesación de pagos de la deuda pública externa. Y, además, las virtudes del nuevo sistema permitirían lograr un descenso de las tasas de interés que deben pagar los bancos, las empresas y el gobierno en cada crisis financiera global.
La adopción del dólar estadounidense se plasmaría mediante un Tratado de Asociación Monetaria a concretarse inicialmente con Estados Unidos. El presidente del Central aseguró que las autoridades del Tesoro de ese país habrían decidido darle luz verde al proyecto (ver aparte). El acuerdo previsto incluye como concesiones argentinas una convergencia con las metas fiscales fijadas por Maastricht, la coordinación de las políticas financieras (desaparecerá el Banco Central) y una mayor flexibilización del mercado de trabajo.
El presidente Carlos Menem, quien lanzó en general la iniciativa la semana pasada, busca dar una fuerte señal a los especuladores de que la Argentina no piensa devaluar su moneda. El Gobierno mira con gran preocupación la posibilidad de contagio de la debacle del Brasil, cuya moneda, el real, se derrumbó 31 por ciento en siete jornadas hábiles.
Además, ayer la banca de inversión estadounidense Morgan Stanley alertó acerca de una inevitable devaluación del peso argentino, predicción que golpeó de lleno en la sensibilizada piel del equipo económico.


La convertibilidad



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De acuerdo a la evaluación de Pou, quien estuvo acompañado en su presentación por Martín Lagos, número dos del BCRA, y por el superintendente de Entidades Financieras, Javier Bolzico, la convertibilidad sólo convence a los argentinos. No obstante que el país cumple –aseguró el funcionario– con exigencias financieras dignas de la Unión Europea, los grandes inversores externos huyen del peso cada vez que algún país sufre ataques a su moneda. El fenómeno se repite inexorablemente por lo menos desde 1994, cuando se produjo el estallido de México bautizado como “efecto Tequila”.
“No ha sido exitoso en eliminar el riesgo de devaluación”, reconoció abiertamente Pou en la tarde de ayer, aludiendo al intocable plan implementado por Domingo Cavallo. El banquero central dijo que “los mercados siempre desconfían de estos compromisos”. En su opinión, ello obedece en parte al desconocimiento de este sistema por la gran mayoría de los países del mundo. Sin embargo, apuntó como razón primordial de la incertidumbre de los brokers externos “al costo de la desordenada historia monetaria del país”.
“Pese a que la tendencia a contagiarse tiende a disminuir desde el efecto Tequila, cada vez que sobreviene un ataque a algún país hay una tendencia a pasarse de pesos a dólares”, un fenómeno que implícitamente Pou reconoce está ocurriendo en este momento. El responsable del Central se lamentó de que la Argentina no tenga una mejor situación en el escenario mundial pese a que los standards financieros superan las exigencias del Tratado de Maastricht (que fijó las bases de la conformación de la unión monetaria europea).
La convertibilidad, tras casi ocho años de dura implantación, muestra -a criterio de las autoridades– serias fallas. Los grandes mercados financieros del mundo observan que se trata de una medida unilateral. Esto significa que puede modificarse a través de una ley, tal como ser originó.Otra falla que admiten ahora es que limita la capacidad de prestamista de última instancia del BCRA.


Tres opciones

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Con ese diagnóstico, Roque Fernández y Pou evaluaron tres caminos alternativos para consolidar la convertibilidad. El Tratado de Asociación Monetaria es el único que resistió el análisis oficial. En cambio, la dolarización unilateral y la implementación de una Unión Monetaria americana fueron desechadas. La primera porque, pese a la posibilidad de una rápida implementación, puede ser percibida como una pérdida de “soberanía”, es modificable también unilateralmente.
La Unión Monetaria Americana, en tanto, que ofrece –además de la dolarización– una serie de ventajas, como la implantación del dólar mediante un tratado multilateral internacional con jerarquía constitucional, es objetada fundamentalmente porque lograr tal unión exigiría una negociación que, “con optimismo”, demoraría entre 5 y 10 años.


El tratado

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Frente a estas alternativas, el tratado no exige la formación de un Banco Central Regional, pero sí la firma de un tratado bilateral que le otorga rango constitucional. Además, la implementación aunque no inmediata llegaría en forma progresiva a lo largo de dos a tres años. Economía le suma como elemento favorable la posibilidad de incorporación de otros países con miras a la formación de una unión monetaria continental. El ente monetario cuantificó en “una estimación conservadora” que desde la implementación hasta el año 2010, la asociación monetaria empujaría el crecimiento del PBI del 5 al 7 por ciento, lo que se reflejará en una producción mayor equivalente a 150 mil millones de dólares. La inversión escalaría del 24 al 29% de ese PBI y, un punto vital, el empleo se vería incrementado en 1,6 millones de trabajadores adicionales.

 

 

 

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