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Los republicanos quieren Sexgate
más explícito con Monica en vivo

Para la defensa de Clinton, las pruebas que ofrece la fiscalía
son circunstanciales y ambiguas.
Pero los republicanos dicen
que por eso hay que llamar a Monica Lewinsky y otros testigos.

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Bill Clinton estrecha las manos de una ciudadanía opuesta al impeachment en la ciudad de Buffalo.
Es su primera aparición oficial desde el discurso del Estado de la Unión, un éxito de Relaciones Públicas.
Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York


t.gif (67 bytes)  Con una dramática invocación al Senado estadounidense para que mantenga “la estabilidad constitucional y la cordura política”, y rechace los cargos de la Cámara de Representantes contra Bill Clinton, David Kendall, el abogado personal del presidente, concluyó ayer la argumentación de la defensa. Los fiscales lo cuestionaron en declaraciones periodísticas. Posteriormente, el senador demócrata Dale Bumpers, un político apreciado y respetado por ambos partidos, puso el broche final con un emocional alegato en favor de Clinton, a quien dijo defender no como amigo sino como un legislador preocupado por la Constitución. Los Padres Fundadores, afirmó Bumpers, pusieron el “impeachment” en la Constitución “para proteger” al pueblo estadounidense y “no para castigar a los presidentes”.
Bumpers no integró el equipo de defensores, pero fue invitado por la Casa Blanca para pronunciar las palabras de cierre por su ascendiente sobre los restantes senadores. Ofreció el perfil “humano” de los padecimientos legales. Dijo que el móvil presidencial al no mencionar el affaire con Monica Lewinsky había sido no “provocar una vergüenza indecible” a su esposa, “a la que adora”, y a su hija. Aun cuando se hubiese cometido perjurio para ocultar una infidelidad, este acto “ni siquiera se acerca a lo que puede considerarse un delito que merezca el impeachment”, enfatizo.
Los fiscales y la defensa responderán hoy a las preguntas escritas de los senadores, pero que leerá el juez William Rehnquist. En el terreno estrictamente jurídico, las pruebas contra Clinton son “circunstanciales” y de carácter “especulativo”, sostuvo Kendall. En forma metódica y sin ahorrar criticas a los acusadores del presidente, el abogado sostuvo que la evidencia presentada sobre obstrucción de justicia era “profundamente ambigua”. Fue todavía mas lejos y acusó a los trece miembros de la Comisión de Justicia por ignorar pruebas importantes que hubiesen exonerado a Clinton. Dicha exclusión constituye “un intento de hacer coincidir algunos de los hechos dentro de un esquema siniestro”, dijo.
La defensa de Kendall y sus colegas, que duro tres días, fue cuestionada por los fiscales en varios apartes con los periodistas. Aprovecharon básicamente los señalamientos de los abogados de la Casa Blanca acerca de que había incoherencia en las pruebas para llevar agua a su molino. El objetivo a corto plazo de los ultraconservadores es incluir testigos en el juicio: en primer lugar, la ex becaria Monica Lewinsky, protagonista del “affaire”, pero también Betty Currie, la secretaria privada del presidente, e inclusive el propio Clinton, tal como sugirieron Henry Hyde y otros fiscales. Los fiscales se apoyaron en las críticas de la defensa para afirmar que las declaraciones de testigos eran imprescindibles para que los senadores puedan decidir. Los senadores votarán el lunes si convocan o no a los testigos. Pero los demócratas podrían proponer que se voten directamente los artículos de “impeachment”. Aunque casi no tienen posibilidades de éxito con este movimiento, ven en ello una ganancia política: pondrían en evidencia el deseo republicano de alargar el impopular proceso.
Mientras crecía la oposición de los norteamericanos a una eventual destitución –una encuesta del Wall Street Journal y la cadena NBC estableció que esta semana un 60 por ciento de encuestados opinó que Clinton no debe ser removido del cargo, frente a un 57 por ciento en la semana pasada–, dos afamados líderes republicanos se pusieron, con diversos matices, de parte del demócrata. De los dos respaldos, el mássorprendente provino de Pat Robertson, el pastor evangelista que es una de las voces más importantes de la derecha cristiana. A pesar de haber insistido durante mucho tiempo en que Clinton debe ser destituido, Robertson dijo el miércoles en su programa televisivo “El club de los 700” que Clinton había ganado la batalla de las relaciones públicas con el discurso del Estado de la Unión. “Ellos (los senadores) pueden muy bien desechar el juicio y continuar con otro tema. En lo que a mí respecta, la cuestión esta terminada.”
Aunque en forma indirecta, el ex presidente George Bush fue el otro republicano que manifestó simpatía por el acosado mandatario. En un encuentro con los senadores, en el que fue invitado a hablar, Bush, sin pronunciarse a favor o en contra del ‘impeachment, dijo que lamentaba la “falta de civilidad de nuestro debate político” y criticó “la maledicencia, la excesiva intromisión en las vidas privadas”.
Pero los legisladores conservadores no perdieron el tiempo en retrucar a los dos dirigentes. El representante Cristopher Cannon, uno de los fiscales de la Cámara, dijo que la observación de Robertson era “desalentadora, porque no entiende lo que pasa”. Y el senador Phill Gramm de Texas, tambien acérrimamente conservador, relativizó las palabras de Bush. “Son las cosas que se suelen decir cuando uno abandonó el escenario”, comentó.

 

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