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Por M. P. Sentado en la sala del Cantegril dedicada a las conferencias de prensa, al director francés Patrice Chéreau sólo le preocupa una cosa: la pileta olímpica que alcanza a ver allá afuera. Tanto es así que, después de su conferencia de prensa con los medios acreditados en la muestra de Punta del Este y antes de su entrevista con Página/12, le entrega las llaves de su cuarto a uno de sus jóvenes asistentes con la orden de que le traiga una malla. Chéreau ha decidido darse un chapuzón aquí y no en la pileta de su hotel, y todos tratan de complacer los deseos del primer director que acompaña la presentación de su film en las costas esteñas. Cuando uno llega por primera vez a un lugar no queda nada mal decir que le encantaría volver, afirmó sobrio pero encantador el miércoles por la noche, ante el público reunido para la exhibición de Los que me aman tomarán el tren, su último film. Que, según sus propias palabras de esa misma noche, ha sido amado y odiado en todo el mundo, sin término medio. Es la primera película con la que me dije: Si hago esto, ya no voy a extrañar el teatro, asegura Chéreau, más conocido por su actividad como director teatral, e incluso por sus puestas de escena de óperas de Wagner, Mozart y Allan Berg. Su breve filmografía (siete títulos en veinticuatro años) incluye El hombre herido, adaptación de la novela de Hervé Guibert, y La Reina Margot, ampulosa megaproducción francesa presentada en Cannes 94. Los que me aman ... significó para mí un nuevo comienzo, ya que por primera vez me sentí naturalmente bien filmando, confiesa, al tiempo que reconoce cierta afinidad con los cineastas del Dogma de Lars Von Trier. La Nouvelle Vague cambió la historia del cine, pero es una revolución que ya tiene cuarenta años. Siempre he pensado que ya era necesaria una nueva Nouvelle Vague, y el Dogma es un movimiento con esas características. Ellos hacen películas muy fuertes, que perturban. Y las realizan con un sentimiento de urgencia que le vuelve a dar un sentido al cine. Una urgencia que también se percibe claramente en Los que me aman ..., film de cámara en mano, secretos familiares y amores urgentes. La idea para la película nació de una historia real que me contaron, sobre un anciano que al morir pidió ser enterrado en Limoges. Cuando le dijeron que era muy lejos, el hombre respondió: los que me amen tomarán el tren. Una frase que me gustó, al punto que comencé a trabajar en esa historia hasta que se transformó en la mía. Una de las claves del film en el cual el fallecido es un pintor interpretado por Jean Louis Trintignant son los amores malditos, varios de los cuales son homosexuales pero bien podrían (a la manera del Happy Together de Wong Kar Wai) cambiar de género sin que eso afectase a la historia. Happy Together es uno de mis films preferidos de los últimos tiempos, y es verdad que se puede cambiar el sexo de los enamorados sin alterar lo básico de la historia. Pero no es eso lo que yo estaba buscando. Para nada, confiesa Chéreau. Otra de las claves de su film es la decidida utilización de los temas elegidos para la banda de sonido The Doors, Björk y Jeff Buckley, entre otros dentro de la trama, especialmente musicalizando el largo viaje en tren de los protagonistas. Me interesaba utilizar música que es la que se escucha cuando se prende la radio o la TV, y que le agregase más lirismo al film, introduciéndose en los diálogos, explica Chéreau, que aún lamenta no haber conseguido incorporar temas de Tricky y Prince. El de Tricky era muy caro para nuestro presupuesto, y Prince se negó a cedernos nada. Una lástima.
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