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Por Esteban Pintos Puede pensarse que sólo en tiempos de pausa veraniega (que no es tal, y basta con recorrer la sobreabundante programación deportiva de estos días) es que pueden surgir programas como Inconsciente deportivo, un atípico producto periodístico-ficcional que pone en el cable la señal TyC Sports en la medianoche de los domingos. Efectivamente, así parece ser. El envío de media hora conducido por Mónica Tesconi, antes presentadora del noticiero de otros deportes esto es, no fútbol Polideportivo, intenta implantar un aire casual a sus intenciones periodísticas que giran alrededor del deporte y sus protagonistas. Ver las cosas, mostrarlas y dejar sentado qué se quiere decir, pero desde otro ángulo. No es poco. Montado en un estilo de edición que a veces roza el exceso de velocidad (un mal de los tiempos) pero que a su vez opera en beneficio del impacto visual final, con buenos climas de ambientación musical y escenografía -casi siempre la calle, la mejor locación de todas y de una interesante concatenación temática, Inconsciente ... tiene, como deber ser, su mayor atractivo en los personajes y no en su conductora (en los títulos finales la srta. periodista). En las emisiones han aparecido, con testimonios sin desperdicios, el cineasta Fernando Spiner, contando sus días como informante sobre futuros rivales para el exitoso entrenador argentino de vóley Julio Velazco; un jugador de handball que trabaja de cocinero; el tristemente célebre José Alfredo Martínez de Hoz, presidente de una increíble Asociación Safari Club de caza; un atleta que vive de su trabajo en una casa funeraria; deportistas amateurs que limpian vidrios para juntar plata y denunciar el estado de abandono de sus disciplinas; una voleybolista manejando un taxi, y Horacio Accavallo contando que durmió con los 10.000 dólares guardados en un bolsillo cosido de un saco que ganó en su pelea por el título mundial que ganó en Japón. En cada uno de los casos, la intención conceptual de cada emisión, ya sea el padecimiento de los deportistas amateurs en la Argentina o la violencia social canalizada hacia un juego, se conforma como un rompecabezas que sólo se puede visualizar al final, cuando ya ha pasado el tiempo de las palabras y las imágenes. He ahí su mayor logro: editorializar desde la levedad de una frase graciosa o una anécdota. Que un esgrimista que ha representado al país en competencias internacionales concluya, después de recibir unas monedas por limpiar un parabrisas, con un explícito salimos a dar lástima a la calle es mucho más contundente que una mesa redonda con señores de saco y corbata debatiendo sobre una política deportiva institucional. Desde una mínima ficción que hace de su conductora una eventual caminante que se va encontrando con los entrevistados, Inconsciente ... es, cada vez, un programa conceptual que se ocupa de buscar el otro lado de todo aquello que, paradójicamente, se puede ver en el mismo canal. Pero en otro horario, el central. Lo del otro lado no es una casual mención. Es quizá intangible, pero indudable, la enorme influencia que dejó como legado el estilo que hace más de un lustro concibió Fabián Polosecki en la televisión argentina. Esa estética del periodista accidental que se choca con las historias de vida de la vuelta de la esquina, sigue apareciendo y ayudando a cambiar las cosas, para mejor, en un medio que hace de la repetición de fórmulas una religión. Sin dudas, semejante cambio narrativo-visual provocado por un programa y un hombre que siempre se movieron en los bordes de la TV de masas, merece mucho más que una mención referencial. Aunque siempre, aunque sea al pasar, hay que recordarlo.
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