Por Cledis Candelaresi
Si
consigue consensuar su idea con el resto del equipo económico, Alieto Guadagni llevará
el lunes a Brasil una ingeniosa propuesta para moderar el impacto que la crisis de ese
país tiene sobre la economía argentina. La alternativa barajada por el secretario de
Industria consiste en que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso grave con un impuesto a
las exportaciones brasileñas que tienen por destino Argentina o, en el mejor de los
casos, el Mercosur. Mientras el funcionario de Economía le daba vueltas a su idea, el
secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Campbell, explicaba en
Brasilia cuán fuerte es la presión de los empresarios argentinos para que la
administración menemista los ampare.
No se superarán los efectos de la crisis brasileña con medidas proteccionistas,
sino con resoluciones para aumentar la competitividad de la economía argentina,
sentenció ayer públicamente Guadagni, reservando para la intimidad sus lucubraciones
sobre la alternativa de invertir los roles y que sea el gobierno de Cardoso y no el
de Carlos Menem el que proteja a la industria argentina.
La posibilidad de que Brasil trabe sus ventas a la Argentina castigándolas con algún
impuesto (a semejanza de las retenciones argentinas) eximiría a Economía de tener que
gravar las importaciones que vienen de Brasil con un derecho compensatorio o una suba de
aranceles, aunque sea provisoriamente. Esta medida, reclamada a gritos por los
industriales argentinos, aún no tiene todo el consenso que requiere en el seno del equipo
de Roque Fernández, poco proclive a apelar a recursos que puedan ser tildados de
proteccionistas.
Ayer, el ministro de Economía desestimó públicamente cualquier filtro a las
importaciones, acusando a los industriales de aprovechar la crisis para presionar por
ventajas que anhelan al margen del efecto banana. Pero a la idea de Guadagni tampoco le
faltan bemoles. Aun en el caso que el gobierno de Brasil se aviniera a aplicarla, sería
muy difícil que pueda obligar a sus exportadores a resignar los beneficios que le otorga
esta devaluación del real. En los últimos años Argentina aprovechó las ventajas
de la sobrevaluación y expansión de la moneda brasileña. Ahora sería como exigirles a
ellos un seguro para que nuestro país tenga garantizado el superávit comercial,
reflexionó ayer ante Página/12 el embajador argentino en Brasilia, Jorge Herrera Vega.
Amén del insalvable problema de instrumentación que entrañaría castigar,
selectivamente, a las exportaciones que van a un país y no hacer lo mismo con el resto de
los compradores, incluyendo a los Estados Unidos, principal destino de los productos
brasileños. Pero por ahora la iniciativa Guadagni sólo integra una batería de
hipótesis de trabajo, ya que el secretario aún no tiene libreto definido para discutir
el lunes a su par de Brasil, Celso Lafer.
El secretario de Relaciones Económicas Internacionales argentino lleva la delantera.
Campbell ayer interrumpió sus vacaciones en Florianópolis para entrevistarse con Celso
Lafer, ministro de Industria de Brasil, y con el canciller Luiz Lampreia. Durante el
almuerzo en Itamaraty, el funcionario argentino detalló cuáles son los reclamos de los
industriales argentinos afectados por la devaluación del real, quienes se ocupó de
subrayar exigen al gobierno de Carlos Menem inmediatas medidas compensatorias. Pero,
de inmediato, aclaró que sólo se pensará en salidas consensuadas con la
administración de Cardoso, socio dilecto de la unión aduanera.
Después de escuchar a sus anfitriones confesar idéntico amor hacia el Mercosur y
detallar cómo evolucionan las variables macroeconómicas de su país, el encuentro
concluyó sin que se abriera la discusión sobre medidas concretas. Hay que esperar
que Brasil se estabilice, se excusó Campbell, quien a media tarde repitió su
discurso ante el ministro de Finanzas PedroMalan, pero sólo en una comunicación
telefónica de pocos minutos, antes de regresar a las playas sureñas.
La partida fuerte se podría jugar el lunes cuando Guadagni, por Economía, y Campbell,
por Cancillería, se entrevisten en forma conjunta con Lafer y otros funcionarios de
Cardoso, posiblemente para empezar a debatir sobre la viabilidad de tocar el diagrama
arancelario del Mercosur. Hasta el momento las coincidencias son de diagnóstico: 1999
será para ambos países uno de los años más difíciles de la última década, ya que
ambas economías están amenazadas por la recesión.
Un acuerdo incompleto
Desde el punto de vista legal no es fácil encontrar medidas que puedan atenuar el impacto
que la crisis brasileña tenga sobre las economías del resto de los países de la
región. Ayer el propio ministro de Economía argentino, Roque Fernández, recordó que el
Tratado de Ouro Preto, celebrado en 1994, tiene un vacío: no contempla qué pueden hacer
los socios del Mercosur si alguno de los otros devalúa.
Pero según el embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vega, aquel desamparo legal
trasciende los límites del Mercado Común del Sur. En la teoría del comercio
internacional, las devaluaciones no son compensables, recuerda el diplomático. Esa
sede diplomática tiene en cuenta, además, que la devaluación de Brasil no fue un
recurso para aumentar la competitividad de su economía, sino una medida
indeseable para el gobierno de Fernando Cardoso, forzada por la millonaria
fuga de divisas.
Por ahora, la alternativa de bajar el arancel externo común del bloque -una medida que
circuló en fuentes oficiales brasileñas ni siquiera fue planteada. |
La UIA pide negociar con
dureza
La Unión Industrial Argentina presentó ayer a Roque Fernández el
paquete de medidas que considera necesarias para amortiguar el impacto de la crisis
brasileña. El titular de la central fabril, Alberto Alvarez Gaiani, reclamó la
mayor de las durezas en las negociaciones (con el país vecino), porque entendemos que la
situación es crítica. En ese sentido, descartó que la rebaja de 5 puntos en los
aportes patronales para la industria y el agro, anunciada anteayer por el gobierno,
garantice que no vayan a producirse despidos de personal.
Es un compromiso imposible de asumir, porque se trata de medidas de decisión no
sólo sectorial, sino de las empresas, que resuelven en base a su situación
particular, dijo ayer Alvarez Gaiani, en referencia a la inestable situación del
empleo. El dirigente no quiso revelar las propuestas acercadas al gobierno, aduciendo que
los funcionarios deben preservar un margen de negociación, y esto no puede salir a
la luz a través de la prensa.
De todos modos, una alta fuente de la UIA comentó a Página/12 las medidas reclamadas en
el frente interno: devolución automática del IVA a los exportadores, suspender la
aplicación de los impuestos a los activos y a los intereses, y subsidiar las tasas de
interés para los créditos que saquen las pequeñas y medianas empresas. También dijo
que debe negociarse con Brasil la imposición de aranceles transitorios.
El secretario de Industria, Alieto Guadagni, quien el lunes negociará con su par
brasileño, Celso Lafer, calificó el plan de la UIA como sensato, positivo,
prudente y muy constructivo. Alvarez Gaiani, en tanto, subrayó que no se
pretende, bajo ningún punto de vista, un quiebre del Mercosur, pero es
necesaria la mayor de las durezas en las negociaciones. |