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Guadagni confía en que
Brasil le dé una mano


La propuesta que el secretario de Industria piensa ofrecerle a Brasil es que ese país imponga un impuesto a sus ventas a la Argentina. Así le evitaría a Roque Fernández el duro trance de aplicar medidas proteccionistas.

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Alieto Guadagni se guarda en la manga una carta sorpresa para jugar ante la delegación brasileña.
Si logra consenso, piensa sorprender invirtiendo los roles: que Brasil proteja a la industria argentina.
Por Cledis Candelaresi


t.gif (67 bytes) Si consigue consensuar su idea con el resto del equipo económico, Alieto Guadagni llevará el lunes a Brasil una ingeniosa propuesta para moderar el impacto que la crisis de ese país tiene sobre la economía argentina. La alternativa barajada por el secretario de Industria consiste en que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso grave con un impuesto a las exportaciones brasileñas que tienen por destino Argentina o, en el mejor de los casos, el Mercosur. Mientras el funcionario de Economía le daba vueltas a su idea, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Campbell, explicaba en Brasilia cuán fuerte es la presión de los empresarios argentinos para que la administración menemista los ampare.
“No se superarán los efectos de la crisis brasileña con medidas proteccionistas, sino con resoluciones para aumentar la competitividad de la economía argentina”, sentenció ayer públicamente Guadagni, reservando para la intimidad sus lucubraciones sobre la alternativa de invertir los roles y que sea el gobierno de Cardoso –y no el de Carlos Menem– el que proteja a la industria argentina.
La posibilidad de que Brasil trabe sus ventas a la Argentina castigándolas con algún impuesto (a semejanza de las retenciones argentinas) eximiría a Economía de tener que gravar las importaciones que vienen de Brasil con un derecho compensatorio o una suba de aranceles, aunque sea provisoriamente. Esta medida, reclamada a gritos por los industriales argentinos, aún no tiene todo el consenso que requiere en el seno del equipo de Roque Fernández, poco proclive a apelar a recursos que puedan ser tildados de proteccionistas.
Ayer, el ministro de Economía desestimó públicamente cualquier filtro a las importaciones, acusando a los industriales de aprovechar la crisis para presionar por ventajas que anhelan al margen del efecto banana. Pero a la idea de Guadagni tampoco le faltan bemoles. Aun en el caso que el gobierno de Brasil se aviniera a aplicarla, sería muy difícil que pueda obligar a sus exportadores a resignar los beneficios que le otorga esta devaluación del real. “En los últimos años Argentina aprovechó las ventajas de la sobrevaluación y expansión de la moneda brasileña. Ahora sería como exigirles a ellos un seguro para que nuestro país tenga garantizado el superávit comercial”, reflexionó ayer ante Página/12 el embajador argentino en Brasilia, Jorge Herrera Vega.
Amén del insalvable problema de instrumentación que entrañaría castigar, selectivamente, a las exportaciones que van a un país y no hacer lo mismo con el resto de los compradores, incluyendo a los Estados Unidos, principal destino de los productos brasileños. Pero por ahora la iniciativa Guadagni sólo integra una batería de hipótesis de trabajo, ya que el secretario aún no tiene libreto definido para discutir el lunes a su par de Brasil, Celso Lafer.
El secretario de Relaciones Económicas Internacionales argentino lleva la delantera. Campbell ayer interrumpió sus vacaciones en Florianópolis para entrevistarse con Celso Lafer, ministro de Industria de Brasil, y con el canciller Luiz Lampreia. Durante el almuerzo en Itamaraty, el funcionario argentino detalló cuáles son los reclamos de los industriales argentinos afectados por la devaluación del real, quienes –se ocupó de subrayar– exigen al gobierno de Carlos Menem inmediatas medidas compensatorias. Pero, de inmediato, aclaró que sólo se pensará en “salidas consensuadas” con la administración de Cardoso, socio dilecto de la unión aduanera.
Después de escuchar a sus anfitriones confesar idéntico amor hacia el Mercosur y detallar cómo evolucionan las variables macroeconómicas de su país, el encuentro concluyó sin que se abriera la discusión sobre medidas concretas. “Hay que esperar que Brasil se estabilice”, se excusó Campbell, quien a media tarde repitió su discurso ante el ministro de Finanzas PedroMalan, pero sólo en una comunicación telefónica de pocos minutos, antes de regresar a las playas sureñas.
La partida fuerte se podría jugar el lunes cuando Guadagni, por Economía, y Campbell, por Cancillería, se entrevisten en forma conjunta con Lafer y otros funcionarios de Cardoso, posiblemente para empezar a debatir sobre la viabilidad de tocar el diagrama arancelario del Mercosur. Hasta el momento las coincidencias son de diagnóstico: 1999 será para ambos países uno de los años más difíciles de la última década, ya que ambas economías están amenazadas por la recesión.

 

Un acuerdo incompleto

Desde el punto de vista legal no es fácil encontrar medidas que puedan atenuar el impacto que la crisis brasileña tenga sobre las economías del resto de los países de la región. Ayer el propio ministro de Economía argentino, Roque Fernández, recordó que el Tratado de Ouro Preto, celebrado en 1994, tiene un vacío: no contempla qué pueden hacer los socios del Mercosur si alguno de los otros devalúa.
Pero según el embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vega, aquel desamparo legal trasciende los límites del Mercado Común del Sur. “En la teoría del comercio internacional, las devaluaciones no son compensables”, recuerda el diplomático. Esa sede diplomática tiene en cuenta, además, que la devaluación de Brasil no fue un recurso para aumentar la competitividad de su economía, sino una medida “indeseable” para el gobierno de Fernando Cardoso, forzada por la millonaria fuga de divisas.
Por ahora, la alternativa de bajar el arancel externo común del bloque -una medida que circuló en fuentes oficiales brasileñas– ni siquiera fue planteada.

La UIA pide negociar “con dureza”

La Unión Industrial Argentina presentó ayer a Roque Fernández el paquete de medidas que considera necesarias para amortiguar el impacto de la crisis brasileña. El titular de la central fabril, Alberto Alvarez Gaiani, reclamó “la mayor de las durezas en las negociaciones (con el país vecino), porque entendemos que la situación es crítica”. En ese sentido, descartó que la rebaja de 5 puntos en los aportes patronales para la industria y el agro, anunciada anteayer por el gobierno, garantice que no vayan a producirse despidos de personal.
“Es un compromiso imposible de asumir, porque se trata de medidas de decisión no sólo sectorial, sino de las empresas, que resuelven en base a su situación particular”, dijo ayer Alvarez Gaiani, en referencia a la inestable situación del empleo. El dirigente no quiso revelar las propuestas acercadas al gobierno, aduciendo que “los funcionarios deben preservar un margen de negociación, y esto no puede salir a la luz a través de la prensa”.
De todos modos, una alta fuente de la UIA comentó a Página/12 las medidas reclamadas en el frente interno: devolución automática del IVA a los exportadores, suspender la aplicación de los impuestos a los activos y a los intereses, y subsidiar las tasas de interés para los créditos que saquen las pequeñas y medianas empresas. También dijo que debe negociarse con Brasil la imposición de aranceles transitorios.
El secretario de Industria, Alieto Guadagni, quien el lunes negociará con su par brasileño, Celso Lafer, calificó el plan de la UIA como “sensato, positivo, prudente y muy constructivo”. Alvarez Gaiani, en tanto, subrayó que “no se pretende, bajo ningún punto de vista, un quiebre del Mercosur”, pero “es necesaria la mayor de las durezas en las negociaciones”.

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