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El gobierno brasileño se quiso evitar un viernes negro y lo consiguió. Pero el logro tuvo su precio. El Banco Central de Brasil debió vender en el mercado 500 millones de dólares para satisfacer la fuerte demanda de billetes estadounidenses e impedir un nuevo derrumbe de la cotización del real. La moneda brasileña cerró ayer a 1,73 unidades por dólar, un nivel similar al cierre del día anterior. A sabiendas de la estabilidad ficticia que ayer vivió el real y de la escasa chance de continuar con estas intervenciones por mucho tiempo, el ministro de Hacienda, Pedro Malan, advirtió que las turbulencias en la economía brasileña continuarán en el corto plazo. Es un proceso que estará con nosotros por algún tiempo, admitió el ministro en referencia a los bruscos movimientos de los mercados. Al mismo tiempo, descartó que el gobierno de su país vaya a implementar un nuevo plan económico. A su vez, Fernando Henrique Cardoso excluyó la posibilidad que se aplique un control al flujo de capitales. La falta de reacción gubernamental no implica que la situación haya mejorado. Por el contrario, las perspectivas de Brasil no son las mejores. Entre los analistas existe consenso con respecto a que la libre flotación del real no constituye la solución a la crisis. Por el contrario, desde que el Banco Central de Brasil liberó el tipo de cambio no hubo signos de que la confianza de los inversores hubiera retornado. Un buen ejemplo de la incertidumbre que pesa sobre la economía del país vecino se vivió durante el día de ayer: no bien abrieron los mercados, el real volvía a devaluarse frente al dólar. En las primeras operaciones mayoristas, la moneda brasileña caía a 1,81 unidades por dólar desde 1,75 del cierre del jueves. Fue entonces que el BC brasileño apareció en escena vendiendo a través del Banco do Brasil dólares a quien se los pidiese. Según operadores brasileños, la entidad oficial debió intervenir ocho veces durante la jornada para atender la demanda de billetes estadounidenses. En total se deshizo de 500 millones. Además, ayer volvieron a fugarse desde Brasil otros 400 millones de dólares, el mismo monto que dejó el país diariamente durante toda la semana. La estabilidad del real se reflejó en los mercados. El índice de acciones líderes MerVal subió 0,5 por ciento y en San Pablo hubo una baja del 1,8 por ciento. Advertidos de que la intervención del BC brasileño estaba achatando artificialmente la cotización del real, un número apreciable de agencias de cambio de San Pablo y Río de Janeiro dejaron ayer de vender dólares al público. Y sólo atendieron las necesidades de los turistas por hacerse de reales. Desde el miércoles 13, la moneda brasileña se devaluó el 30 por ciento. La pérdida de valor del real empezó a evidenciarse en los comercios de las principales ciudades brasileñas. Muchos negocios comenzando por las agencias de viajes y las concesionarias de autos dejaron de promocionar productos, alteraron las condiciones del crédito y están fijando el precio de la mercadería en dólares. Otros, como las disquerías, ponen los precios en reales pero los van aumentando al ritmo que impone el valor del dólar. La remarcación de precios ya está alejando del consumo a los brasileños. El director de la Ford Brasil calculó que la producción de automóviles caerá este año más de un 30 por ciento en relación a 1998. La contrapartida de la devaluación se puede apreciar en los rostros de los brasileños cuyos ingresos dependen del turismo. Embratur, la oficina oficial del sector, calcula que en el 99 la cantidad de turistas que visitarán Brasil llegará a 6,2 millones de personas, un 12 por ciento más que el año pasado.
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