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LOS REPUBLICANOS QUIEREN EL FIN DEL IMPEACHMENT
Terminemos ya con esta farsa


En Estados Unidos quieren terminar con el juicio de destitución a Bill Clinton. La novedad es que ese deseo ahora parte de los republicanos que lo impulsaron, cada vez más vencidos por la opinión pública.


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Clinton (der.) camina tranquilamente por los jardines de la Casa Blanca con un asesor.
Dijo que no duerme de noche, pero el motivo es el terrorismo químico, no Monica Lewinsky.

Página/12

en EE.UU.


Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York

t.gif (67 bytes) Después de prolongar, estirar, dilatar y arrastrar durante meses y más meses la persecución legal a Bill Clinton, la dirigencia republicana pareció ayer atacada por un súbito sentimiento de urgencia. Conscientes de que la saturación de los norteamericanos con el hostigamiento a un presidente que aprecian y con el impopular juicio de destitución excede los límites de lo imaginable, los líderes conservadores comenzaron a explorar la posibilidad de una salida rápida al espectáculo judicial que ellos armaron.
El senador Trent Lott, líder de la mayoría republicana, dijo que estaba pensando convocar a los senadores a una nueva reunión a puertas cerradas para discutir el futuro del juicio. La sugerencia de Lott dio pie a la especulación de que quizá se avecina una negociación para poner un punto final al impeachment. Hasta los ultraconservadores han dado señales de que están dispuestos a tirar la toalla y dejar a Clinton en paz, para que se quede dos años más en el Salón Oval. El senador Richard Shelby de Alabama, un legislador al que no se puede acusar de “moderado”, comentó que él escucharía los argumentos de los fiscales para que se incluya testigos en el proceso pero “va a ser el mismo viejo tema; están perdiendo el tiempo”, subrayó. Interpretando “los signos de los tiempos”, el senador demócrata Robert Byrd dijo ayer que el lunes presentará una moción de desestimación del juicio ante sus colegas de la Cámara alta.
Los senadores cumplieron ayer con el primer round de las 16 horas asignadas para hacerles preguntas a los fiscales y a la defensa. El interrogatorio escrito de los legisladores a las partes, realizado a través del juez William Rehnquist, concluye hoy. Sin embargo, los fiscales, como el enmascarado, no se rinden. Pese a que un número cada vez mayor de republicanos, que incluye hasta a conservadores acérrimos como el líder de la derecha cristiana Pat Robertson, se sumaba al movimiento para terminar con el impeachment, los representantes del Comité de Justicia siguieron insistiendo en la necesidad de convocar testigos. El fiscal principal Henry Hyde envió ayer una carta a los líderes de ambas bancadas del Senado, pidiendo formalmente que se invite a Clinton a testificar. Ya que todo el mundo está apurado, Clinton puede agilizar mucho las cosas, dio a entender Hyde. “Puesto que el presidente es el único individuo con conocimiento de casi todos los hechos materiales relevantes para el juicio, su testimonio podría ayudar enormemente a llevar este asunto a un fin rápido y justo”, escribió Hyde a Lott y al demócrata Tom Daschel.
Mientras en el Capitolio seguían los tironeos detrás del telón y el interrogatorio a las partes, Clinton dijo a la prensa que se quedaba despierto a la noche... que a veces no podía dormir por la angustia que tenía... Pero no dio como motivo de su desvelo literal la posibilidad de convertirse prematuramente en desempleado ni el recuerdo de un romance desventurado con una joven becaria, sino el fantasma de un ataque terrorista, de tipo bacteriológico o químico, a EE.UU. Con renovados bríos, enorme confianza –o la apariencia de ella– insuflada por el éxito de su discurso del Estado de la Unión y las encuestas rabiosamente a su favor, Clinton decidió estos días transitar por el camino que suele darle mejores frutos: hacer propuestas con espíritu de campana y hablar a los estadounidenses de sus preocupaciones, también con espíritu de campana.
Por cierto, la Casa Blanca no se arriesga a aventurar que esta historia del impeachment está terminada. Con sobriedad, los funcionarios se han limitado a decir que están satisfechos con la “defensa convincente” que hicieran el senador Dale Bumpers y los miembros del equipo legal. En su discurso de cierre de la argumentación de la defensa, Bumpers dijo el jueves a los senadores que “el pueblo norteamericano está pidiendo desde hace un tiempo que lo dejen tener una noche de buen sueño. Está pidiendo que se le dé un fin a esta pesadilla. Es un pedido legítimo”.

 

 

 

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