|
Por Washington Uranga Poco después de arribar desde Roma, Juan Pablo II firmó ayer en México el texto final de una exhortación apostólica postsinodal que resume los principales temas que le fueron presentados por los obispos americanos en 1997 y que incluye un llamado a globalizar la solidaridad, una nueva defensa de los pobres y excluidos, la reafirmación del valor de las culturas y sus identidades, críticas al modelo económico de libre mercado, advertencias sobre el tráfico de drogas, un nuevo pedido de reducción o condonación de la deuda externa de los países más pobres y un llamado a todos los católicos de la región para que confirmen su filiación religiosa y desarrollen sus valores espirituales. Karol Wojtyla sintetizará hoy en la Basílica de Guadalupe los aspectos principales de ese documento frente a más de 500 miembros de la jerarquía eclesiástica católica del continente y buscará reafirmar la preeminencia del catolicismo en la región. En América habitan aproximadamente 650 millones de católicos, que representan cerca del 60 por ciento de la feligresía mundial de la Iglesia Católica. Por esta razón tanto Juan Pablo II como toda la curia vaticana le otorgan al continente una importancia fundamental dentro del marco institucional, algo que ha quedado también en evidencia a través del incremento de miembros de la jerarquía latinoamericana en puestos claves de la conducción de la Iglesia en Roma. El Papa llegó ayer a la capital mexicana cumpliendo su cuarta visita a ese país veinte años después de su primer viaje, que fue también la primera de las 85 peregrinaciones internacionales de su pontificado, el más largo del siglo. El documento que hoy se hará público comenzó a gestarse en el Sínodo de los obispos americanos realizado en Roma a fines de 1997, y en el cual la delegación argentina encabezada por el arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic, tuvo una destacada presencia. El propio Karlic, que es miembro del secretariado permanente del Sínodo, encabeza ahora la delegación del episcopado local que se encuentra en México. La exhortación apostólica postsinodal recoge gran parte de las 78 proposiciones que en 1997 los obispos americanos pusieron en manos de Juan Pablo II y, según los trascendidos, los acentos que ahora pone el Papa en su documento son los mismos que preocuparon a los padres sinodales. Por ello se descuenta que temas como el rescate del valor de la piedad popular, observaciones sobre la presencia de las sectas pero también un llamado a un más efectivo diálogo ecuménico que contribuya a la unidad de los cristianos estarán incluidos en la declaración. Junto a ello habrá un nuevo y categórico llamado a consolidar la unidad de la misma Iglesia Católica, atravesada por diferencias políticas y teológicas. Hace un año Juan Pablo II estaba en Cuba en uno de sus viajes políticamente más trascendentes. Allí se encontró con Fidel Castro y su presencia impulsó cambios importantes en la vida social y política de aquel país. Yo creo que Cuba no es igual después de la visita del Papa, dijo el presidente de los obispos cubanos, Adolfo Rodríguez Herrera, en un reportaje concedido a la revista española Vida Nueva. El obispo cubano recordó que durante esa visita Juan Pablo II dijo que llevaba los anticuerpos del comunismo, pero que cuando veía la sociedad de consumo y los modelos neoliberales imperantes, se preguntaba cuál de los dos modelos es mejor. En México el presidente Ernesto Zedillo también recibirá personalmente a Juan Pablo II. Nadie quiere dejar pasar por alto la oportunidad de mostrarse junto a una figura como Karol Wojtyla que, más allá de las opiniones que sobre él se expresan, continúa siendo uno de los líderes más carismáticos del fin de siglo. Se espera que por lo menos seis millones de mexicanos participen de tres actos masivos programados en la capital del país. En los ambientes políticos y eclesiásticos mexicanos existen duros debates en torno del fenómeno indígena de Chiapas, la presencia del EZLN y la actuación de la Iglesia allí y no habría que descartar una palabra delPapa en favor de los derechos de los indígenas sobre la tierra que habitan, lo que fue anticipado ayer en el avión que lo llevó a México. El propio presidente norteamericano Bill Clinton, acosado por un juicio político originado a partir de sus conductas sexuales, esperará al Papa el próximo martes 26 para darle al bienvenida a los Estados Unidos y entrevistarse en forma privada con el jefe de la Iglesia Católica en Saint Louis (Missouri). Probablemente Clinton y Wojtyla no hablen sobre los problemas políticos y personales del mandatario norteamericano, pero en el Vaticano se descuenta que Juan Pablo II incluirá en la conversación tres cuestiones fundamentales: la reducción de la deuda externa de los países pobres, su condena a los bombardeos contra Irak y una nueva solicitud para el levantamiento del bloqueo norteamericano a Cuba.
|