Por Horacio Bernades
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Bogart murió a los 57 años, acosado por un cáncer de garganta.
Su imagen quedó asociada para siempre al paradigma del cine negro.
Las crónicas hablan de festejos salvajes cada 25 de
diciembre.
Sin embargo, los libros dan por segura la fecha del 23 de enero |
Como corresponde a todo mito, la llegada de Bogart al mundo de
los mortales aparece envuelta en la bruma. Como si persona y personaje, hombre y leyenda,
tuvieran que desdibujar necesariamente sus límites para que la persona llegue a ser un
personaje, para que el nombre del hombre se vuelva leyenda. Lo que está fuera de
discusión es el año: Humphrey De Forest Bogart nació en 1899. Pero la pregunta del
millón es: ¿qué día nació Bogart? Los estudiosos manejan dos fechas, la del 23 de
enero y la del 25 de diciembre, y la forma en que se resolvió la disputa es de todo menos
convincente.
A favor de la opción 25 de diciembre se acumulan por lo menos seis
evidencias: 1) su certificado de nacimiento; 2) el anuncio del natalicio en un diario
local, donde se consigna esa fecha (el pequeño Humphrey nació de una familia acomodada,
por lo cual el acontecimiento llegó hasta las páginas de sociales); 3) un censo de junio
de 1900, donde figura la misma fecha; 4) el certificado de su casamiento con Lauren
Bacall; 5) las memorias de la Bacall, donde la viuda menciona la bendita Navidad del
99 como el día de la natividad de Bogie; 6) eran famosas en todo Hollywood las
tremendas festicholas que el astro daba todos los años para Christmas, supuestamente para
festejar su cumpleaños. La única argumentación en contra de la opción 25 de
diciembre no es una evidencia, sino apenas una especulación: se trataría de la
invención de un publicista de Hollywood, aprovechando que la Navidad es una fecha de
nacimiento vendedora. Seis evidencias contra una sospecha. Y sin embargo, la
fecha oficialmente aceptada, la que figura en casi todas las enciclopedias, es la del 23
de enero.
Un mito es alguien cuyo solo nombre evoca imágenes fuertes, vívidas, inconfundibles, que
están como almacenadas en el inconsciente colectivo, esperando salir. Dígase
Bogart, y de inmediato cobrará vida un rostro marcado, un gesto melancólico,
una boca apretada, un pucho ladeado, una palabra que sale mordida, como escupitajo.
Eventualmente, una trompada corta y certera. Cada vez que se quiera evocar una imagen de
dolor masticado pero nunca confesado abiertamente, de tipo gastado por la vida pero
todavía entero, de aguantador que calla y calla hasta que finalmente estalla, allí
estará el rostro de Bogart para expresarlo mejor que nadie. Bogart es tal vez el emblema
definitivo de una época que aprendió a ser escéptica, de una generación marcada
primero por la depresión económica del 30 y luego por la Segunda Guerra. Fue en esos
años que su personaje empezó a redondearse y terminó de definirse, pasando de papeles
de gangster a ser la encarnación definitiva del detective privado, con una infinidad de
aventureros solitarios entre unos y otros.
En todos los casos, un antihéroe: el personaje-Bogart andaba por su cuenta, no le
importaba demasiado la ley ni las autoridades, el sentido común ni el qué dirán. La
clase de tipo que los estadounidenses llaman loner y que en un castellano algo más
pomposo podría denominarse un autárquico. Es posible que el Rick Blaine de Casablanca
sea la encarnación esencial de ese personaje, una paradoja viviente. Blaine dice que lo
único que le interesa es su negocio, pero terminará ayudando a los que llevan las de
perder; le habla de igual a igual al gobernador, pero mira de soslayo al verdugo; emana
autosuficiencia, pero afloja frente al amor de su vida. Es posible también que esa
condición paradójica, ese interior dividido, esa distancia entre apariencia y realidad,
sean lo que convierte a Bogart en paradigma del héroe moderno. En oposición al héroe
tradicional, monolítico e inquebrantable: Bogart vs. Wayne, o Bogart vs. Fonda o Bogart
vs. Cooper, si se lo quiere simplificar con una fórmula.
Algo debían tener que ver persona y personaje, porque si éste aparecía como un
individualista que se regía sólo por sus propios códigos, al Bogart real lo expulsaron,
cuando era apenas un adolescente, de una academia militar. Bogie (dicen que el
apelativo se lo puso Spencer Tracy, allá por los comienzos de su carrera) había nacido
en Manhattan,hijo de un reputado cirujano y una ilustradora free lance. Antes de la
academia militar, pensó en seguir la carrera del padre, y después de la expulsión se
anotó en la marina. Cuenta la leyenda que el barco en que servía, llamado
Leviatán, fue averiado por una bomba alemana a fines de la Primera Guerra. Y
que ese torpedo le dejó como marca de fábrica una parálisis facial, de la que más
tarde se rehabilitó parcialmente, y que lo obligó a gruñir y morder las palabras por el
resto de sus días. Pero en este punto reaparecen las versiones y contraversiones: están
los que dicen que lo del torpedo no fue más que una versión echada a correr por la
Warner para acentuar los rasgos heroicos de la estrella; que el accidente real consistió
en la vulgar incrustación de una astilla y que además Bogie prestó servicios después
de terminada la guerra. Lo que es seguro es que, a partir de 1920, el joven Humphrey se
vinculó con el mundo de las tablas, relacionándose con un empresario llamado William S.
Brady, convirtiéndose en administrador de un teatro y más tarde, en actor. ¡Su
estilo es inadecuado! bramó un crítico, pero ya en 1930 el futuro Bogie debutaba
en un corto cinematográfico.
El bosque petrificado, de 1936, es la película en la que primero llamó la atención y
que le ganó un contrato con la Warner. Compañía a la que su nombre quedaría asociado
durante toda su edad de oro (de él y de la Warner), que se extiende hasta fines de los
40. En El bosque petrificado hacía de un gangster terrible, rol que siguió cumpliendo
unos años más, con picos como Héroes olvidados (The Roaring Twenties, 1939) y Altas
sierras (High Sierra, 1941), ambas dirigidas por el duro Raoul Walsh. A esa altura, Bogart
ya era, junto con Cagney, Edward G. Robinson y George Raft, uno de los hampones de primera
del estudio. En 1941, un guionista a sueldo de la Warner decidió dirigir su primera
película: para ello eligió una novelita policial de un tal Dashiell Hammett, y llamó a
Bogart para el protagónico, un detective privado de nombre Sam Spade. La película es El
halcón maltés y el director, John Huston, a partir de allí, amigo inseparable y su
director en cinco películas más.
Todos juntos (y con una pequeña ayudita de Peter Lorre, Sidney Greenstreet, Mary Astor et
al) estaban dando inicio a uno de los géneros más característicos y duraderos del cine
estadounidense, el film noir. Hasta tal punto está asociado al género el nombre de
Bogart, que en Al borde del abismo (The Big Sleep, 1946) será el otro private eye
paradigmático, el Philip Marlowe de Raymond Chandler, esta vez bajo la dirección del
gran Howard Hawks. Que le puso al lado a una rubiecita de sólo 22 años, Lauren Bacall,
con la que incendiarían la pantalla y con quien Bogart iba a casarse, por cuarta vez y
para siempre. Antes de morir de un cáncer de garganta (en 1957, a los 58), el Bogart de
los años 50 era ya un veterano de demasiadas guerras con el rostro y el espíritu cada
vez más marcados, tal como puede vérselo en Sabrina y La condesa descalza. Feo, petiso y
con esa voz rasposa que es parte del mito. Un mito que parece estar volviendo siempre, tan
moderno y anacrónico como lo fue toda la vida.
DIEZ PELÍCULAS ESENCIALES
* Héroes
olvidados (The Roaring Twenties, 1939): la mejor de la pareja Bogart/Cagney, una saga de
amigos-mafiosos que empieza como comedia, sigue como película de gangsters y termina como
tragedia. El modelo en el que se inspiró Sergio Leone para Erase una vez en America.
*La pasión manda (They Drive by Night,
1940): una de hermanos camioneros (Bogart y George Raft), tratando de salir adelante por
su cuenta, en contra de empresarios, sindicalistas y ricachonas tramposas. Populismo alla
Warner, con Bogart en uno de sus personajes más buenazos.
u Altas sierras (High Sierra, 1941): Bogie como Mad Dog Earle, dignificando la figura del
gangster y convirtiéndolo en un profesional con un código de ética, que, en el final de
su carrera, se dirige inevitable y tal vez estoicamente a la muerte.
* El halcón maltés (The Maltese
Falcon, 1941): Bogart como Sam Spade, en su primera aparición del otro lado de la
ley, luego de años como gangster. Inauguración oficial del film noir y despiadada
dureza final de Humphrey con Mary Astor, rompiendo todos los códigos de caballerosidad
cinematográfica.
* Casablanca (1942): Rick Blaine, o de
cómo el ex hampón llegó a galán romántico. Tal vez, el personaje que reúne a todos
los Bogarts posibles: el duro, el melancólico, el escéptico, el autárquico, en el fondo
el bueno con un corazón de oro. Comienzo de una bella amistad (la de Bogart con las
damas).
* Tener y no tener (To Have and Have
Not, 1944): o de cómo el romanticismo se volvió erotismo, de la mano de Bogie, la Bacall
y el siempre intencionado Howard Hawks, capaz de llenar la banda sonora con diálogos de
doble sentido. Cuentan que los encontronazos entre Humphrey y Lauren no terminaban con la
orden de ¡corten!.
* Al borde del abismo (The Big Sleep,
1946): después de Sam Spade, Philip Marlowe, que en la versión de Hawks (con guión de
Faulkner) se encuentra más acosado por las mujeres que por los hampones. ¡Qué
petiso que sos!, le dice una de las chicas, y Bogie gruñe una sonrisa para adentro.
* El tesoro de la Sierra Madre (The
Treasure of the Sierra Madre, 1948): Bogart en uno de sus papeles más son of a bitch,
como aventurero que pierde la cabeza por unas monedas de oro y es capaz de traicionar a
quien sea.
*La reina africana (The African Queen,
1951): el temible se volvió comediante, y de lo mejor, en un pas-de-deux con Bogie como
burlón baquiano borrachín en Africa y Katie Hepburn como dama pacata. Unico Oscar de su
carrera para Humphrey.
* La condesa descalza (The Barefoot
Comtessa, 1954): el aventurero se baña, se afeita e ingresa al mundo hipercivilizado de
Joseph Mankiewicz, en una sofisticada y melancólica muestra temprana de cine dentro
del cine. Bogie es un veterano director de cine que recuerda a la estrella que él
mismo inventó, Ava Gardner.
Todas se consiguen en video.
El halcón maltés, Bogie y Hammett.
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Casablanca (1942), el gran clásico.
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La cronología de un duro entre los duros
Con Lauren Bacall en 1948, en París.
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1899. El 23 de enero (¿o el 25 de diciembre?) nace en Manhattan, Nueva York, Humphrey
De Forest Bogart, hijo del cirujano De Forest Bogart y la ilustradora Maud Humphrey.
1919. Es dado de baja, con honores, de la marina estadounidense, tras haber cumplido
servicio, durante nueve meses, a bordo del buque Leviathan. Más tarde
reconocería que esa experiencia le sirvió para su composición del psicopático capitán
Queeg en El motín del Caine (1954).
1922. A los 23, Bogart debuta como actor, en la obra de teatro Drifting, recomendado por
la actriz Alice Brady, de quien se había hecho amigo, y que era hija de un poderoso
empresario del ramo.
1928. Debuta en cine, en el corto The Dancing Town. Dos años más tarde haría su debut
en el largometraje, en Up the River, junto a Spencer Tracy y bajo la dirección de John
Ford.
1932. Primer protagónico, en la película Love Affair, un olvidable melodrama en el que
hacía de galán.
1936. Luego de que Edward G. Robinson, gangster número 1 de la Warner Bros., rechazara el
ofrecimiento, Bogart toma el papel del hampón Duke Mantee en la versión cinematográfica
de El bosque petrificado, primer papel en el que se hizo notar. Fue recomendado por su
colega y amigo Leslie Howard, que había actuado junto a él en la versión teatral de esa
obra. En agradecimiento, años más tarde Bogart le pondría el nombre Leslie a su hijo.
1941. Tras haber compuesto innumerables papeles de gangster, Bogart acepta el ofrecimiento
de su amigo John Huston para dar vida al detective privado Sam Spade, en El halcón
maltés. Es la primera de seis películas junto a Huston, con quien compartía el gusto
por la navegación, el alcohol y las bataholas escandalosas en clubes nocturnos.
1942. El poco visionario George Raft rechaza el papel de Rick Blaine, propietario de un
club en Marruecos, y Bogart lo acepta. El resultado: Casablanca, una de las películas
más famosas de la historia de la humanidad, y uno de los finales más citados, imitados y
amados.
1944. Conoce a Lauren Bacall en el rodaje de Tener y no tener. Aunque en ese momento
estaba casado con la actriz Mayo Methot, la atracción entre ambos es fulminante. Luego de
una relación clandestina, Bogart se separa de Methot y contrae matrimonio con Bacall, su
cuarta esposa, con quien permanecería casado hasta el día de su muerte.
1951. Gana el Oscar por La reina africana. Es el único de su carrera. Antes, había sido
nominado por Casablanca, y en 1954 volvería a ser nominado por El motín del Caine.
1954. Bogart, en la cumbre de su estrellato, cobra 300.000 dólares por su papel en
Sabrina. Actualmente, Tom Cruise o Leonardo DiCaprio cobran 20 millones.
1956. Su papel de periodista deportivo en Más dura será la caída es el último de su
vida. The Good Shepherd y Melville Goodwin USA, dos películas que debía protagonizar
junto a Lauren Bacall, quedan sin realizar.
1957. El 14 de enero muere mientras dormía, tras haber sido operado de un cáncer de
garganta. |