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Por Julio Nudler Carlos Menem expresó ayer todo su respaldo a la adopción del dólar como única moneda de curso legal en la Argentina, con la consiguiente eliminación del peso. La iniciativa, que trascendió diez días atrás después de una reunión del gabinete nacional, y que Pedro Pou, presidente del Banco Central, pormenorizó ante los medios de prensa el jueves último, fue ahora personalmente apuntalada por Menem en el curso de una rueda de prensa, celebrada en la residencia del gobernador riojano, Angel Maza. Como punto central, el Presidente de la Nación aseguró que Argentina no va a ser menos soberana porque adopte una moneda común para todo el continente o para toda una región, rechazando así opiniones en contrario de Raúl Alfonsín y Graciela Fernández Meijide. Sin embargo, aunque como meta última el plan se proponga alcanzar una unión monetaria americana, en lo concreto impulsa la celebración de un Tratado de Asociación Monetaria con Estados Unidos, con la adopción del dólar como signo y la desaparición del Banco Central argentino. Desde ese momento, la política monetaria del país dependería de las decisiones de la Reserva Federal (banca central norteamericana). Obviamente no existe la menor posibilidad de que Washington admita la jurisdicción de un órgano monetario supranacional, como en cambio acordaron los países europeos. Otra diferencia sustancial reside en que no se trataría de renunciar al peso en pro de una moneda común, como es el caso del euro, sino del dólar, que es el signo monetario preexistente de un país concreto. Menem apoyó la elección, diciendo: Para muchos (la moneda común) tiene que ser el dólar. Yo también sostengo que la moneda fuerte en el mundo es el dólar. Y dijo que no se peca ni venialmente (al renunciar al peso); es una estupidez cuando se afirma que esto es atentar contra la soberanía. Para apoyar su punto de vista razonó que con ese criterio en Europa todos los países atentaron contra su soberanía al reemplazar sus monedas monedas de siglos por el euro. Precisamente, el proyecto de los países incorporados a la Unión Europea es marchar hacia la unificación política. Ya hoy están sometidos, en múltiples aspectos, a los dictados de los organismos supranacionales de la UE. En cualquier caso, las características de la unificación monetaria del Viejo Mundo no parecen ser el fuerte de Menem. Consultado ayer si la alianza monetaria con Estados Unidos implicaría someterse a la tutela de la Reserva Federal, respondió: No, porque con ese criterio el Banco Central que se ha creado en Europa está tutelando a todas las economías de la región. Sí, eso es precisamente lo que ocurre, pero como fruto de un acuerdo celebrado entre once países, tras muchos años de previa integración económica, y sin estar separados por los tremendos desniveles que existen entre EE.UU. y los países latinoamericanos. Menem afirmó que con su propuesta eliminamos el riesgo país, que tan de moda está en este momento en toda la región. En realidad, lo único que desaparecerá es el riesgo cambiario, porque careciendo de moneda propia no habrá ninguna posibilidad de devaluarla, para bien o para mal. Pero el riesgo país subsistirá por las debilidades de la economía argentina, en relación con la economía de Estados Unidos u otras potencias. Por tanto, la financiación seguirá siendo más cara para la Argentina, de igual modo que lo es para las empresas pequeñas o frágiles en relación a las grandes o sólidas. Cuando sienten algún rumor de devaluación o algún cambio, ¿qué hacen? Inmediatamente van a comprar dólares. Esta es la realidad, sostuvo Menem en diálogo con los periodistas. De hecho, parece desconocer todo lo que cambió durante esta década en la Argentina, ya que prácticamente no se registraron corridas de pánico hacia el dólar. En todo caso, el sistema bimonetario establecido con la convertibilidad permite el libre pasaje entre pesos y dólares. En momentos de tensión, como noviembre de 1992 y los peores instantes del efecto tequila en 1995, la conducción económicatomó medidas para facilitar aún más el tránsito del peso al dólar para quien lo deseara, y el eventual retorno al peso. Superar la psicosis devaluatoria que caracterizó a la Argentina hasta comienzos de 1991 fue, precisamente, un enorme logro de la política económica durante las dos presidencias de Menem. Todo eso es ahora reducido a trizas por el propio riojano. Pretendemos fundamentalmente una soberanía en serio, que le dé a la gente la posibilidad de tener más seguridad en la cuestión económica, explicó el Presidente como propósito de la alianza monetaria con Washington. Pero esa reforma monetaria no le ahorraría a la Argentina los problemas que afronta, entre otros el deprimido precio mundial de sus exportaciones y la sobrevaluación cambiaria, acentuada por la ola de devaluaciones que recorre el mundo, y particularmente la del real. Con una competitividad insuficiente para convalidar la paridad 1 a 1 con el dólar, el país sufre una alta tasa de desocupación y una tendencia a la caída en los salarios, además del déficit externo. La adopción del dólar en lugar del peso no modificará en nada sustantivo esta situación. Pero las aspiraciones del Presidente parecen modestas en esta materia: Panamá tiene el dólar desde hace mucho tiempo, y no le va nada mal, sostuvo. En cualquier caso, Menem descartó que su propuesta se materialice en lo que resta de su mandato, y prefirió verla floreciendo para su eventual retorno al poder en el 2003. Paladeando muy por adelantado ese momento, se jactó de su clarividencia: En muchos aspectos de la vida económica argentina me anticipo en tres o cuatro años a lo que opinan verdaderos economistas sobre el tema. Y no soy un sabio ni mucho menos, sino que por ahí tengo una rara facultad de mirar (ver) el futuro antes que lo miren (vean) otros. Fíjense lo que está ocurriendo en Brasil, remató.
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