OPINION |
Por Sergio
Kiernan |
Cosas del Primer Mundo
El gobierno argentino está
mostrando un racismo poligriyo y guarango que sienta un precedente siniestro. En plena
democracia, las más altas esferas del poder constitucional declaran a los inmigrantes de
países limítrofes oficialmente indeseables, ladrones y marginales. Argentina por fin
tiene sus propios wetbacks, como corresponde a un país del Primer Mundo.
La mala fe de esta súbita preocupación por la inmigración queda probada no sólo por la
coyuntura, en la que sindicar a una minoría como ladrona y negrera consuela por la
inseguridad y el desempleo, sino porque los proyectos de ley que se menean prácticamente
no cambiarían nada. Inmigrar legalmente a este país es muy difícil y muy caro, implica
demostrar buenos antecedentes, tener un empleo y cumplir una montaña de trámites. No es
casual que el típico extranjero legal, con DNI, sea de clase media.
Ver la mala fe es fácil, basta darse una vuelta por Migraciones. Allí se descubre que la
Constitución sigue dando privilegios a los europeos, y que intentar radicarse portando
pasaporte norteamericano o australiano, por ejemplo, garantiza por lo menos buenos modales
de los empleados. Bajo el sol, una cola de inmigrantes morochos y pobres recibe un
verdugueo inmisericorde: trámites, sellos, ofertas de arreglo, mal tono. La peonada tiene
que pedir por favor.
O sea, que el inmigrante pobre y sin contactos, el que ahora es perseguido por orden
presidencial, es acusado por no cumplir con un trámite diseñado para que no pueda
cumplirlo.
Argentina siempre tuvo una política inmigratoria pareja, que consistía en no tener
política inmigratoria. Las leyes estaban y, como siempre, nadie les prestaba atención.
Las pocas veces en que el Estado se aplicó al tema fue para traer buques enteros de nazis
alemanes. Para los demás, el mensaje era vengan si quieren, pero
arréglenselas.
¿Hace falta repetir que así se creó la Argentina moderna? ¿Hace falta recordarle a
Menem que sus ancestros eran vistos como él ve a los peruanos? ¿Hace falta soplarle a
Corach qué piensan de él los racistas?
Argentina no va a evitar la inmigración ilegal y quien lo dude puede pensar un minuto en
EE.UU. y su río Grande. Perseguir de esta forma a peruanos y otros vecinos sólo
alimentará el racismo local, aumentará la explotación del inmigrante y pudrirá del
todo la ya mala imagen de los argentinos en América latina. Para pasar leyes y hacerlas
cumplir de un modo moral, hay que empezar por cumplir en general las leyes. Y eso no es
una especialidad de este país.
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