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Once preguntas y resouestas sobre el laberinto legal del proceso
El caso Pinochet en su día 100

Pinochet cumple hoy 100 días de cautiverio en Gran Bretaña. Esta es una guía a través del laberinto legal en que se encuentra, en la Cámara de los Lores.

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Una manifestación en España resume en sus carteles el punto esencial de los argumentos de la acusación.
Pero la ley británica dice poco y nada sobre el caso, y cada punto está abierto hacia múltiples interpretaciones.
Página/12
en Gran Bretaña

Por Marcelo Justo
Desde Londres


t.gif (67 bytes) –¿Qué está en juego en la Cámara de los Lores?
–Los lores no están juzgando si Pinochet cometió o no violaciones a los derechos humanos en Chile sino si en su condición de ex jefe de Estado goza de inmunidad bajo la ley británica.
–¿Qué importancia tiene esto?
–La legitimidad del arresto de Pinochet el 16 de octubre está en juego. España, Interpol mediante, ordenó el arresto del ex dictador y solicitó a Gran Bretaña su extradición por delitos de genocidio, tortura, secuestro y crímenes contra la humanidad. El 28 de octubre la Alta Corte de Justicia de Londres y Gales se pronunció a favor de la defensa de Pinochet que aducía que Pinochet era inmune en tanto ex jefe de Estado, pero autorizó la apelación al fallo ante la última instancia judicial del Reino Unido, la Cámara de los Lores. El 25 de noviembre los lores fallaron por 3 a 2 en contra del general Pinochet, pero debido a los vínculos de Lord Hoffmann con Amnesty International, parte interviniente en la causa, se anuló el fallo “por apariencia de parcialidad” el 17 de diciembre. El lunes 18 de enero se inició una segunda vista con siete jueces lores en vez de cinco. Mañana finalizarán sus alegatos la Fiscalía y los abogados de Amnesty International. Se calcula que los alegatos de la defensa durarán toda esta semana y que el gobierno de Chile recién expondrá la semana siguiente.
—¿En base a qué se decide si tiene o no inmunidad como ex jefe de Estado?
–En base al derecho británico, sea en las leyes promulgadas por el Parlamento británico o en la Common Law (derecho consuetudinario y establecido por el precedente), y en referencia al derecho internacional. Esto determinará si Gran Bretaña tiene o no jurisdicción para extraditar a Pinochet.
–¿Qué dice la ley británica?
–Ese es el problema. Dice poco y nada. La defensa y la fiscalía están de acuerdo en que tanto el Estado como el jefe de Estado son inmunes bajo la ley británica de Inmunidad del Estado de 1978. En lo que concierne al jefe de Estado, esta ley hace expresa referencia a las normas establecidas por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, que se refiere a los jefes de misión diplomática. El artículo 39.2 de la Convención de Viena dice que el jefe de misión diplomática pierde la inmunidad cuando ya no ejerce sus funciones. La frase clave viene después. “Sin embargo en relación con los actos oficiales ejecutados por dicha persona, en el ejercicio de sus funciones como jefe de la misión, la inmunidad subsiste”. Para aplicar este párrafo al caso Pinochet hay que sustituir ex jefe de misión por ex jefe de Estado. “Un ex jefe de Estado tendrá inmunidad criminal en el Reino Unido en relación con actos oficiales ejecutados en el ejercicio de sus funciones de jefe de Estado”.
—¿Entonces?
–La Fiscalía y los tres lores que fallaron en contra de Pinochet en noviembre alegan que no se puede interpretar que el genocidio, tortura, secuestro y crímenes contra la humanidad son “actos oficiales ejecutados en el ejercicio de sus funciones de jefe de Estado”. Como demostración por el absurdo, Lord Steyn dijo en los fundamentos de su fallo que si un jefe de Estado mata a su jardinero porque no le arregló bien las flores nadie puede decir que lo hizo en el ejercicio de sus funciones de jefe de Estado. La inmunidad tiene límites: no puede ser absoluta.
–Parece clarísimo.
–Pero es complicado, al menos desde el punto de vista legal. La defensa alega que los actos de los que se acusa al general Pinochet no fueron “actos privados” (como por ejemplo sería el asesinato de su jardinero por el asunto de las flores). Es más, dicen que si la tortura, secuestro, etc. no fueron ejecutados en su capacidad de jefe de Estado y como función de gobierno, no se entiende en qué capacidad se realizaron. El mismo pedido de extradición que emana de la Justicia española reconoce que los delitos que se imputan a Pinochet fueron cometidos por el gobierno.
—¿Entonces, desde el punto de vista internacional, un jefe de Estado puede hacer cualquier cosa siempre y cuando sea un acto oficial?
–He ahí la cuestión. Según la Fiscalía, hay ciertos delitos de naturaleza tan aberrante que el derecho internacional –una de las dos fuentes legales en las que se basará el dictamen– no reconoce inmunidad al ex jefe de Estado. El tribunal de Nuremberg en 1945 es explícito en este punto, y marca, según la Fiscalía, un punto de inflexión del derecho internacional. Desde entonces se han firmado convenios contra el genocidio y la tortura que reafirman esta posición. Gran Bretaña, España y Chile son signatarios del convenio contra la tortura, lo que tiene claras consecuencias para este caso. Como el Convenio contra la Tortura forma parte de la legislación británica, los jueces lores tendrán que decidir qué tiene preeminencia, si la ley de Inmunidad del Estado o la Ley de Actos Criminales que tipifica el delito de tortura. En este terreno el problema de la defensa es que choca con el sentido común. Uno de los momentos más espectaculares de la apelación en noviembre fue cuando la abogada de Pinochet se vio obligada a admitir que, siguiendo su línea argumental, Hitler no podría haber sido juzgado debido a que el Holocausto era un acto oficial.
–¿Jaque mate a los argumentos de la defensa?
–No tanto. Los abogados de Pinochet aducen que el Tribunal de Nuremberg se aplica sólo a casos de guerra y que en todo caso marca nada más que el comienzo de una tendencia del derecho internacional. Para que sea considerado parte del derecho consuetudinario internacional se necesita un consenso que por el momento no existe.
–¿Alguien debe tener la razón, al menos desde el punto de vista legal? O se es inmune o no se es inmune como ex jefe de Estado, ¿no?
–Precisamente por eso el caso está en la Cámara de los Lores que debe decidir sobre lo que en Inglaterra se llama un point of law, es decir, cómo se interpreta la ley.
–¿Qué va a añadir a todo esto el gobierno chileno?
–Obviamente su interpretación del derecho internacional es la misma que hace la defensa de Pinochet. El gobierno dirá que en virtud de la Ley de Inmunidad del Estado Chile es inmune frente al Reino Unido en tanto Estado y en lo que respecta a las acciones que ejecutó su ex jefe de Estado.
–¿Qué va a pasar entonces?
–La pregunta del millón. Si predomina un análisis restringido y conservador, los jueces lores se van a inclinar por la idea de no innovar que favorece a Pinochet. Si en cambio tienen una línea más abierta de análisis, innovarán. Pero hay otros factores en juego. Está el dictamen del 25 de noviembre que fue anulado con sólidos argumentos legales pero en base a un tecnicismo: nadie sugirió que Hoffmann era parcial (más de una vez en su carrera falló en contra de los principios que sustenta Amnesty) sino que parecía parcial. Si los lores ahora se pronuncian en contra, la Justicia británica va a parecer un sistema errático que dictamina de acuerdo con quien da la casualidad que sea el juez de turno.
Está también en juego la posteridad del sistema judicial británico y de ellos mismos, que podrían proyectarse como la vanguardia de un nuevo concepto de derecho internacional. Y está la conciencia individual de estos siete jueces. Dado el tema, la propia formación moral y la noción del fair play (juego limpio) tendrán una parte en el dictamen que se alcance.

 

LA BIBLIOTECA, UNA VENTANA AL “ALMA” DEL GRAN DICTADOR
Dime qué lees y diré qué asesino eres

The Guardian
de Gran Bretaña

Por Decca Aitkenhead
Desde Londres


t.gif (862 bytes) “Los libros son los test de Rohrschach más efectivos. Si se va a la casa de alguien, uno encuentra una ventana a su alma a través de los libros en su biblioteca.” Eso dice la introducción a una nueva colección de los libros clásicos favoritos de los literatos, publicada esta semana. La introducción continúa: “Los clásicos elegidos por gente interesante son, curiosamente y a veces indiscretamente, auto reveladores”.
na24fo01.jpg (12722 bytes)Al general Augusto Pinochet no se le pidió que contribuyera al libro con su propia elección de clásicos, pero logramos atisbar a través de una ventana inesperada hacia su alma cuando invitó a los fotógrafos a su casa el domingo pasado. Se negó a pararse frente a las cámaras, declarando que “Un oficial en cautiverio no se para ante nadie”. Su deseo de ser retratado en un sillón puede haber sido una simple cuestión de etiqueta militar, pero la pose tuvo el feliz efecto de revelar, en las fotografías, gran parte de su biblioteca. Si esto fue o no intencional, es algo que sólo lo sabe el general, pero si quería decirnos algo vía su biblioteca, el mensaje fue totalmente ambiguo. El hombre a quien pertenecen estos libros no ama nada más –en realidad, prácticamente no ama ninguna otra cosa– que una buena guerra.
Están la Historia de la Guerra, la Enciclopedia de la Guerra y Los grandes comandantes y sus batallas, una colección completa de libros franceses sobre Napoleón, así como un diccionario francés, también sobre Napoleón. Hay al menos nueve libros sobre ese comandante en exhibición, y si a Pinochet le hubieran pedido que eligiera sus 10 clásicos preferidos, no cabe duda que Napoleón hubiera ocupado un gran espacio de su selección.
La colección de libros de Pinochet puede resultar reveladora, pero no es tan sorprendente para un anciano ex dictador de derecha. El autor de La Historia de la Guerra es H.W. Koch, un hombre con un considerable interés en Hitler, cuyas otras obras incluyen Aspectos del Tercer Reich, En el nombre del pueblo, La juventud de Hitler y La era de la guerra total. No resultaría sorprendente que Pinochet tuviera cualquiera de estos otros libros de Koch, ya que, entre cierto tipo de hombres de derecha, resulta predecible que tengan una fascinación por Hitler. Pero dadas las circunstancias algo delicadas de Pinochet, sería imprudente exhibir libros sobre Hitler en este momento.
Por otro lado, tener muchos libros sobre Napoleón es bastante aceptable y Pinochet no oculta su entusiasmo por el tema. Pocos hombres de grandes ambiciones lo hacen: desde Conrad Black a Idi Amin, los poderosos han estado públicamente fascinados por Napoleón, a veces, como en el caso de Amin, hasta la ilusión obsesiva. En verdad, tantos hombres mentalmente enfermos creen que en realidad son Napoleón, que la ilusión es una reconocida condición psicológica. Pinochet describe sus lecturas de libros de historia como meramente “de estudio”.
Varios de los libros están en francés, idioma que Pinochet habla bien; su familia era originalmente francesa y la elite chilena tiende a ser culta. Su inglés es también muy bueno. Lo suficientemente bueno para que él se regodee con su copia de Año de Libertad, un relato militar de una revuelta anti inglesa en Irlanda, muy apoyada por Napoleón.
Pero también tiene varios libros en castellano, entre ellos La Quinta Montaña, por Paulo Coelho. Es una novela corta sobre un hombre que se cree un profeta de Dios. Irónicamente, una encuesta con una librería en Internet, dice que los clientes on-line que compran las obras de Coelho también tienden a comprar los libros de Isabel Allende, sobrina del ex presidente de Chile al que Pinochet derrocó. Si Pinochet planeó su biblioteca como una presentación del hombre que le gustaría que el mundo viera, no sería el primero en hacerlo. Ni estaría gastando el tiempo,porque es absolutamente cierto que sacamos todo tipo de conclusiones de los libros que la gente lee.
Cuando el boxeador Mike Tyson llevaba poco tiempo en prisión cumpliendo una sentencia de seis años por violación, hizo saber que había entrado en un intenso esfuerzo de rehabilitación moral. Esto involucraba encontrar a Dios, lo que es bastante tradicional, pero también hizo saber que implicaba encontrar libros. Le dijo a los entrevistadores que estaba leyendo a Maquiavelo (“Escribió sobre el mundo en que vivimos, cómo es realmente, sin toda la pavada”), Voltaire (“Me encantó Cándido. Voltaire mismo, era un tipazo,”) y Hemingway: “Estoy leyendo esta cosa sobre Hemingway y dice que no quiere luchar 10 rounds con Tolstoi. Así que yo digo, ¡mejor ver quién era este Tolstoi! Lo hice. Fue difícil. Me senté ahí con el diccionario”. Mike Tyson no tuvo que cumplir sus seis años de prisión.
Cualquier editor literario dirá que los grandes y los buenos tampoco están exentos de usar libros para destacar sus imágenes públicas. La producción periodística anual de Navidad –las celebridades y sus libros del año– viene invariablemente acompañada por declaraciones en que las primeras se declaran extasiadas ante tal o cual obra erudita, que la mitad de ellas ni siquiera se molestó en abrir. Pinochet puede no haberle dado la menor importancia a su biblioteca antes de invitar a las cámaras a su actual hogar. Estos pueden no ser sus libros aunque, si no lo son, tuvo la enorme suerte de encontrar un dueño de casa cuyos intereses son muy parecidos a los suyos.

Traducción:
Celita Doyhambéhère.

HABLA MARCELO CAFUQUIR, DE LA COORDINADORA EUROPEO-CHILENA
“Los mapuches sufrimos un genocidio”

Por M. J.

Mestizo, de padre mapuche y madre de origen español, Marcelo Cafuquir de la Coordinadora Europeo-Chilena opina que la persecución de los mapuches es uno de los secretos mejor guardados de la dictadura de Augusto Pinochet. Cafuquir vivió ese proceso en carne propia. Su padre desapareció en septiembre del ‘73, su hermano fue asesinado ocho años más tarde, y toda su familia conoció la prisión. “Hay 1900 víctimas mapuches registradas. Lo que hizo Pinochet con los mapuches fue genocidio y nosotros vamos a seguir denunciándolo como tal”, indicó a Página/12.
–¿Por qué cree que hubo un ensañamiento especial con la población mapuche?
–El gobierno de Salvador Allende favoreció mucho al pueblo mapuche con la reforma agraria y porque intentó integrarlos: los encuadró legalmente, les ofreció planes habitacionales. De modo que desde un principio el pueblo mapuche estuvo en la mira del gobierno de Pinochet. Había además, un racismo muy claro de los militares y era muy fácil reprimir porque muchos mapuches ni siquiera estaban inscriptos en el registro civil chileno.
De modo que la muerte o desaparición de un mapuche en la sociedad misma no se notaba. Y por el aislamiento mismo en que vivían lo que les pasaba no dejaba huella en el conjunto de la sociedad. En el seno de la sociedad chilena si desaparecía alguien había reclamos, preguntas, se notaba. En cambio, los mapuches no reclamaban porque si lo hacían, sabían que llegaban las tropas a las poblaciones mapuches y reprimían brutalmente.
–Usted mismo estuvo preso.
–Estuve preso, fui torturado. Como toda mi familia. Pero para darle una idea de la mentalidad racista que había en la represión contra los mapuches le voy a contar algo más. Cuando me metieron a mí preso en un campo de concentración en el ‘75, mi madre me vino a visitar un día. La policía de Pinochet me dijo, anda que ahí viene la india ésa de tu madre. A ella que era de origen español. No podían percibir otra cosa.
–¿Cuál era la población mapuche en ese entonces?
–La que vivía en reducciones mapuches sumaba 350.000 personas. Después había muchos que emigraron a la ciudad por razones de trabajo. Además están los mestizos. Hoy en día diría que la población total, entre mestizos e indígenas, suma más de un millon.
–Daría la impresión de que en Chile hay bastante menos información sobre desaparecidos que en Argentina.
–En efecto. En Chile recién se hizo un censo de los desaparecidos a principios de los ‘90 con la Comisión Rettig.
Pero hubo mucha gente que no pudo hacer las declaraciones a tiempo por diversos motivos. Por ejemplo en Francia, a través de las comisiones de testimonios, encontramos 25 compañeros desaparecidos que no estaban apuntados en la Comisión Rettig. Lo mismo pasa con los mapuches. Recién ahora están empezando a dar a conocer sus casos de desaparecidos. Por eso nosotros creemos que el número total de desaparecidos se va a triplicar a partir de la información que estamos recopilando. Tenemos ya oficialmente repertoriadas unas 3.600 personas desaparecidas que no están en la lista de poco más de 1000 personas que compiló la Comisión Rettig. Por eso queremos que haya una nueva Comisión Rettig que pueda dar cuenta de estos crímenes que no han sido investigados.

 

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