Por Eduardo Fabregat |
El viernes, un poco antes de que surgiera la preocupación por la inestabilidad del mangrullo, los organizadores del ciclo Buenos Aires Vivo III manifestaban su asombro por una convocatoria que superaba los cálculos más optimistas. Sin embargo, que más de 50 mil personas se acercaran a ver a Los Pericos, Los Cafres y Skank no deja de ser lógico, aun con una ciudad vaciada por el éxodo veraniego. En primer lugar, y lógicamente, por el carácter gratuito del espectáculo. Pero también porque no hay muchas más opciones, y el veranito capitalino 99 es tan raro que ni calor hace. Esta vez no resuenan grandes nombres del rock internacional el primer grupo que llegará, aprovechando los buenos resultados del año pasado, será... Creedence Clearwater Revisited, a mediados de febrero y con funciones en Mar del Plata y Buenos Aires y el ámbito teatral estrena apenas un puñadito de obras a la espera del inicio real de la temporada. Es en el cine donde se producen las mejores sorpresas, con el estreno de la maravilla de un veterano como Manoel de Oliveira, con el encanto extra de incluir la última gran performance de Mastroianni. O, en una cuerda absolutamente diferente, Austin Powers, el ejemplo de que para hacer humor tonto también es necesaria la inteligencia. Un producto típicamente estacional y un film de plena temporada: al cabo, gana el espectador. El mayor consuelo de este verano asordinado, como suele ocurrir, termina siendo la tele. Que en estos días es la pesadilla de las señoras. Tras el respiro dado por el fin del campeonato local en el que el buen zappeador supo hallar la panacea en los campeonatos de Italia y España, la pantalla argentina estalló de verde, gracias al Sub-20 y las copas varias disputadas por los equipos de Primera. Eso, también, expone a una cuota de sufrimiento: la cantidad de partidos obliga a que diversos relatores y comentaristas tomen el micrófono, exponiendo al que está del otro lado a piezas de análisis que casi obligan a poner el aparato en mute y disfrutar de buena música mientras rueda la pelota. De cualquier modo, no deja de ser un buen aliciente frente al cable devaluado de películas con cierto nivel, y ofertas como las del nuevo Azul Televisión, que llega a hacer extrañar a Romay. Apenas los pibes de For Fai, la memoria de Quique Pesoa y las piezas de arte animado del persistente Caloi ponen algo de pasión en un estío livianito. En el que, al parecer, lo que ocurra en el escenario de Costanera Sur se irá llevando el protagonismo. Aun cuando su título obligue a preguntarse: Buenos Aires, ¿vivo?
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