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Pocos se quieren vestir de verde para apoyar la dolarización

La insólita propuesta de Carlos Menem sigue sumando detractores.
Economistas de diferente orientación critican ese proyecto. La oposición a la dolarización también viene de Brasil.

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t.gif (67 bytes)  “La dolarización quita muchos grados de libertad a la política económica”. La crítica a la polémica iniciativa del Gobierno surgió de Juan José Llach, el jefe de IEERAL, el instituto de investigaciones económicas de la Fundación Mediterránea. El rechazo también fue compartido por el economista radical Mario Brodersohn quien, en línea con un duro documento de la Alianza conocido el domingo, destacó que la propuesta oficial es “inmadura e inaudita.” En tanto, las repercusiones en la región, sobre todo en Brasil, tampoco fueron positivas. Ayer Celso Lafer, ministro de Desarrollo, Industria y Comercio del vecino país, rechazó de plano la idea de dolarizar su economía expuesta en el encuentro con funcionarios argentinos realizado en Brasilia.
Sin embargo, no todas fueron pálidas para el plan expuesto por Pedro Pou, titular del Banco Central, el jueves último. “Es una idea brillante”, exageró Robert Barro, académico de Harvard y sucesor de Milton Friedman. Este experto considera que sería tan costosa de deshacer, que resultaría más creíble que la convertibilidad. Además, piensa que, pese a que no eliminaría el riesgo de default (cesación de pagos), contribuiría a la baja de las tasas de interés. El proyecto de terminar con el peso argentino tomó impulso diez días atrás de la mano del presidente Carlos Menem que pretende aventar un probable ataque contra la moneda local. Anteayer volvió a insistir desde Anillaco con la misma idea.
“La dolarización no me gusta” enfatizó ayer el colaborador de Domingo Cavallo durante su gestión en Economía. Llach desestimó la idea de Menem de dolarización porque “es un sistema compulsivo”. El economista argumentó que con la convertibilidad vivimos en un régimen de libertad absoluta donde las personas pueden pactar libremente sus operaciones “en la moneda en que tengan ganas”. Respecto de la extensión de la experiencia al resto de los países latinoamericanos cree que “tendríamos que apuntar a una unión monetaria de tipo regional más que a la dolarización la cual quita muchos grados de libertad a la política económica”.
En su opinión –acorde con las críticas de Cavallo que calificó la iniciativa gubernamental de “error garrafal”– desestimó que el peso pueda ser afectado por un ataque especulativo y consideró que la Argentina “dio una evidencia muy contundente de que iba a defender la convertibilidad”. No obstante se cuidó de abrir el paraguas. Llach no descartó que pueda dispararse un ataque a la moneda local. En ese caso lo esperable es “que se dé una dolarización natural la cual es la autodefensa del sistema.”
Por su parte, Brodersohn advirtió que dolarizar “tiene un efecto muy delicado para el largo plazo porque perdemos toda autonomía monetaria y desaparece el Banco Central”. Al mismo tiempo el secretario de Hacienda del gobierno de Raúl Alfonsín consideró que sería “un muy duro golpe al Mercosur” porque de adoptarse el dólar como moneda oficial en Argentina “obligaría a que lo hagan también Brasil, Paraguay y Uruguay”.
Precisamente ayer se conoció la respuesta sobre este tema del ministro brasileño Lafer a las autoridades argentinas reunidas en Brasilia (ver página 5). “Nuestra primera evaluación es que la dolarización no contribuye a un encaminamiento constructivo de largo plazo respecto del Mercosur”, aseguró el ministro de Desarrollo. Su explicación apuntó a que “Brasil y el Mercosur tienen flujos comerciales que se dirigen no solamente a América sino también a Asia y Europa y, por lo tanto, el tema de la dolarización nos preocupa desde el punto de vista de la diversidad de nuestros mercados”.
Por su parte la Alianza plasmó en un documento su oposición al proyecto presidencial. El paper –denominado “Alianza, dolarización y Mercosur– se divulgó el último domingo en Mar del Plata, donde se congregaron sus máximos referentes. Allí calificaron al plan de Menem como “una muestra de desconcierto transitorio y no un pronunciamiento político a favor de un país dominado”. El texto enfatiza que “ni la dolarización ni otra medida monetaria alguna podrá por sí misma otorgar a la economía argentina lacompetitividad necesaria, ni las nuevas ventajas comerciales que sólo una adecuada política exportadora puede otorgarle”.
Finalmente, el experto estadounidense Charles Colominis destacó desde Washington sin ironía alguna que, en realidad, “lo que más convencería a los inversores es el pasaje del tiempo y el pasaje de Menem”. Colominis es uno de los especialistas convocados por los legisladores de Estados Unidos para discutir la reestructuración del sistema financiero internacional.

 

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