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Por Alejandra Dandan Si existe el infierno, bien, aquí está. ¿Mi diosito por qué nos castigaste así?. Ni el colombiano Alfonso Ramírez ni ningún otro encontró respuestas para comprender el desastre. Fueron sólo 60 segundos de temblor y a continuación una pesadilla que reunió demasiada muerte. En Armenia, Pereira y Calarcá las ciudades cafeteras destruidas en un 50 por ciento por el sismo del lunes, murieron según datos oficiales 568 personas. Los heridos estimados por Cruz Roja son 2500 y las víctimas probables otras 2000. El gobierno de Andrés Pastrana declaró estado de emergencia nacional mientras se apresura el trabajo entre escombros: si bajo las piedras resisten personas vivas, la posibilidad de rescatarlas se diluye con el paso del tiempo y la inminencia de nuevos derrumbes. Bajo esas mismas piedras aparecieron los cuerpos ya sin vida de los dos jugadores de fútbol argentinos y su representante. Rubén Bihurriet y Diego Montenegro se abrazaron antes de morir. Era media tarde y en Armenia cientos de anónimos cuerpos eran acarreados al estadio de Quindío convertido en campo de muerte. Asfixiada la voz por lágrimas, el encargado de Prensa de la embajada argentina en Colombia, Raúl Núñez no pudo sostener el diálogo con este medio. Por favor pidió háblenme luego. Aunque no lo crean nosotros todavía teníamos esperanza de que los argentinos estuviesen con vida. La cadena Caracol acababa de confirmar la muerte de los futbolistas Diego Montenegro y Rubén Bihurriet. Vamos a seguir rezando, alcanzó a decir el funcionario. Poco después, la embajada dijo desconocer la existencia de más víctimas argentinas. Hay dos colonias afincadas hace muchos años en Armenia y Pereira, pero aún no sabemos cómo están, dijeron. El estadio que concentra los restos de las víctimas es un coliseo. Hacen falta ataúdes y plásticos para cubrirlos y evitar principios epidémicos en los alrededores. Hay reclamos por la poca velocidad de la ayuda y falta de agua, luz y comunicaciones que agudizan la situación. Armenia es como un tablero de ajedrez... con blancos y negros. Los blancos son sitios donde no pasó nada, los negros donde todo se desplomó, repetía el gobernador del departamento del Valle, Gustavo Alvares, después de un sobrevuelo. En tanto, las autoridades colombianas intensificaban el tránsito de socorristas. Desde el lunes el alcalde de Armenia, Alvaro Patino decretó el toque de queda para facilitar trabajos de rescate y evitar saqueos. Pero la orden no detuvo el frenético tránsito en las calles donde hubo helicópteros que, improvisando un puente aéreo, trasladan desde Bogotá, a 300 kilómetros, médicos, sangre para abastecer hospitales, agua potable y grupos especializados en remover escombros. Ambulancias e incluso taxistas fueron encargados de transportar víctimas o alimentos hacia zonas transitadas por peregrinos que no dejaban de buscar familiares bajo pedazos de escombros removidos con sus propias manos. Durante ese minuto de temblor Don Alfonso miraba una telenovela. De repente intentaba repetir ayer el mundo a nuestro alrededor comenzó a dar vueltas. Y hubo un estruendo. Al lado de su casa escuchó bajo las ruinas llantos y gritos de su vecina y de sus cuatro hijos. Por tres horas cavó con un palo entre las piedras y rescató a los chicos de 6, 12 y 14 años pero no alcanzó a sacar a la vecina y su hijo más chico, de tres. El dolor no cesa ni siquiera en la piel de un nene de tres años que corre sobre montones de nada del brazo de su mamá con un biberón cargado de leche. Cerca de allí el temblor destruyó la sede principal de bomberos y 16 hombres quedaron atrapados. El subjefe del cuerpo, Ciro Antonio Guiza aseguraba ayer que en Armenia podría haber más de dos mil muertos. El peligro de derrumbes sucesivos aún persiste. Tras el terremoto hubo 16 réplicas apagadas sin nuevos castigos pero el alcalde local ordenó la evacuación de la zona ante la inminencia de más derrumbes. Una chiquilina de siete años andaba en Calarca con los ojos perdidos pidiendo dónde están mis padres. Con la misma desesperación, alguien bajo los escombros hizo sonar una caja musical para pedir auxilio. Los socorristas fueron enbusca del sonido. Preguntaron si había alguien y la caja se activó. Se cree que puede ser una niña. Pero hay una masa de escombros que la cubren y la remoción piensan puede terminar de aplastarla. Hay llantos y gritos desesperados entre hogueras improvisadas en calles mezcladas con tractores que remueven escombros. Las mujeres cocinan desde allí arepas y café y esperan.
LA HISTORIA DE LOS TRES FUTBOLISTAS ARGENTINOS
QUE MURIERON Desde Rosario Rubén Emilio Bihurriet nació en Trenque Launque, y se vino a Rosario para probarse como delantero en Newells Old Boys, donde el ahora técnico de la Selección argentina, Marcelo Bielsa, lo hizo debutar en primera división.
Darío José Campagna, hijo de ex directivo de Central, debutó en primera
de la mano de Angel Zof en 1982. Después de abandonar el
fútbol, se dedicó a la representación de jugadores. Ayer, los tres fueron encontrados
sin vida bajo los escombros del hotel Armenia Plaza. Habían llegado para cerrar un
contrato, pero la tierra los devoró antes de que pudieran estampar sus firmas.
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