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Por Monica Flores Correa Desde Nueva York Página/12
Con gestiones sigilosas y sorpresivas, los fiscales lograron la semana pasada que una jueza ordenase a Lewinsky que respondiese a un interrogatorio informal de los fiscales. Si no, habría peligrado la inmunidad que le concedió el fiscal independiente Kenneth Starr. Previamente, la ex becaria protagonista del affaire con Bill Clinton se había negado, a través de su abogado, a reunirse con los legisladores. Pero Henry Hyde, el fiscal principal, le escribió a Starr pidiéndole su cooperación para que la mujer compareciese. La defensa de la Casa Blanca protestó porque los fiscales habían recurrido a Starr, el investigador de Whitewater y del 'sexgate', para conseguir su objetivo. Y porque los legisladores no informaron en el juicio de su intención de interrogar a Lewinsky. "Las dos personas con más conocimiento de lo que ha ocurrido son Monica Lewinsky y el presidente William Jefferson Clinton", dijo el representante Bill Mc Collum al presentar la lista al Senado y comenzar la argumentación en favor del llamado a testigos. "Pensamos que es extremadamente importante que tengan la oportunidad de examinarlos a él (Clinton) y a estos otros testigos para llegar a la verdad de este asunto y de todas las especulaciones que ha habido alrededor de la cuestión. Esto les permitirá hacer sus propias inferencias y conclusiones", agregó. David Kendall, quien lidera el equipo legal del presidente, descalificó el pedido de que Clinton testimonie, sosteniendo que semejante requisito por parte de los fiscales era "su deseo, su esperanza, su plegaria de que algo venga a rescatar su caso". Esgrimiendo como arma la prolongación del juicio --posibilidad que con la sola excepción de los fiscales, todos rechazan--, Kendall advirtió que la Casa Blanca exigirá contar con un tiempo de preparación extenso si se incluye a los testigos. Voceros de Clinton han dicho reiteradamente que el presidente se negará a testificar. Además de Monica Lewinsky, protagonista femenina del "sexgate", los fiscales dijeron que ordenarían que Vernon Jordan y Sidney Blumenthal se presenten a declarar. Jordan, un antiguo confidente de Clinton, ayudó a Lewinsky a conseguir un empleo para la misma época en que había sido llamada a declarar en el caso por acoso sexual que hiciera Paula Jones contra el presidente. Jordan niega que su ayuda a Lewinsky fuese un soborno. Blumenthal fue uno de los asesores a quien Clinton en un primer momento le negó que hubiese tenido una relación sexual con la ex becaria. En cambio, el presidente había admitido que la mujer lo había perseguido insistente y asiduamente. Los fiscales quieren demostrar que Clinton mintió a sus asesores para que éstos informasen erróneamente al Grand Jury. Con los demócratas firmemente unidos en contra del llamado a testigos, se pronosticaba que los votos de hoy se dividirán en forma partidista. En un rebuscado intento de encontrar un equilibrio entre su deseo de humillar a Clinton y el rechazo que este juicio provoca en la opinión publica, la dirigencia republicana comenzó a explorar la posibilidad, poco ortodoxa desde el punto de vista constitucional, de que Clinton sea encontrado culpable de perjurio y obstrucción de justicia pero que no se lo destituya del cargo.
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