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...EL PAPA FUE RECIBIDO AYER POR CLINTON
Junto al Gran Satán

En su primer encuentro desde el Braguetagate, Juan Pablo II defendió a Cuba e Irak y condenó el aborto ante Hillary y Bill Clinton. Después presidió un mítin de jóvenes católicos.

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t.gif (67 bytes)  El papa Juan Pablo II condenó ayer martes la “violencia de los conflictos armados, que lejos de resolver las divisiones y tensiones las aumentan” y “la violencia de armas aborrecibles como las minas antipersonales” en el discurso que pronunció ante el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a su llegada a San Luis (Missouri), única etapa estadounidense en su visita al continente americano, y después de pasar cuatro días en México. Las palabras duras se dirigían a un presidente embarcado en una intensificada ofensiva contra Irak, que ya ha merecido repetidas condenas del Papa.
El Pontífice, que sólo mantuvo una entrevista de poco más de media hora de duración con Bill Clinton y su esposa Hillary, en un hangar especial del aeropuerto Lambert de San Luis, aprovechó su respuesta al discurso de bienvenida de Clinton para expresarle la preocupación de la Iglesia Católica por la “cultura de la muerte” que se afirma en los Estados Unidos. “El conflicto entre una cultura que afirma, cuida y celebra el don de la vida, y una cultura que pretende colocar a grupos enteros de seres humanos –los no nacidos y demás personas consideradas ‘inútiles’– fuera de los límites de la protección legal.” La situación es tan grave que el Papa no dudó en compararla con el conflicto desencadenado por la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, que en tiempos de la Guerra Civil norteamericana decidió en San Luis “colocar fuera de la comunidad nacional y de la protección de la Constitución a toda una clase de seres humanos: los descendientes de africanos”. Wojtyla condenó todas las formas de violencia, la guerra, las armas, “la violencia del tráfico de drogas; la violencia del racismo; la violencia del que daña por descuido el medio ambiente”.
Los Clinton escucharon sin conmoverse la mención al aborto, un derecho que ambos defienden y del que habló elogiosamente la primera dama el pasado viernes, aniversario de su legalización total en Estados Unidos. Pero ninguna de las condenas del Papa se puede comparar con el particular calvario que vive Clinton en estos momentos, con el proceso del “impeachement” abierto y sus prácticas sexuales, condenados en Estados Unidos por la derecha religiosa, en boca de casi la totalidad de los ciudadanos del mundo.
El Papa comenzó su discurso en inglés saludando al presidente y a todas las personalidades presentes, empezando por el arzobispo de San Luis, Justin Rigali, que le acompañó en el trayecto aéreo de México a la ciudad estadounidense. También hizo especial mención a la comunidad católica de la ciudad –medio millón de los dos millones de habitantes–. No olvidó tampoco mostrar su ecuménica estima a “los compañeros cristianos, a la comunidad judía en América, a todos los hermanos musulmanes”.
Después del encuentro con Clinton, el papa abordó un flamante “papamóvil” que lo llevó de recorrido por la ciudad, donde saludó a los centenares de miles que lo esperaban desde temprano. Luego se reunió con miles de jóvenes de todo Estados Unidos en el Kiel Center, un estadio de hockey adornado para la visita. La juventud norteamericana es una de las preocupaciones de la Iglesia Católica, en un país donde cada vez hay menos sacerdotes, y donde los nacidos en el catolicismo se polarizan contra los padres en cuestiones como las relaciones prematrimoniales y la homosexualidad, cuya condena por la enseñanza tradicional fue renovada por el actual pontífice. La estadía del Papa en el país de Clinton será de casi 30 horas, y es esperado mañana de regreso en Roma, en el fin del viaje número 85 desde el inicio de su pontificado en 1978.

 

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