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Por Luis Vivori En
la lista de necesidades de Claudia Fontán no figura el de ser una estrella más en el
firmamento de la televisión. Ante una supuesta crisis de identidad –nadie en la
calle recuerda su nombre–, se conforma con el reconocimiento por su rol de conductora
en “Infómanas” a pesar de ser actriz de toda la vida, o con arrastrar el
sambenito de “la mujer de Fontova”. Pero si bien para Fontán “una es a lo
largo de su carrera, no creo en los grandes éxitos”, “Margaritas”, el
ciclo para el que la convocó Rodolfo Ledo, puede ser una buena oportunidad de dejar su
rúbrica. Con Anabel Cherubito, Florencia de la Vega y Karin Cohen, “Margaritas”
promete gracias a este curioso elenco resultados difíciles de anticipar, que comenzarán
a develarse en América desde febrero, todos los días a las 20. –¿Es una ventaja o un problema un elenco tan particular? –Como casting, al programa no le viene mal, hablando comercialmente. Aunque es cierto que por ahí no es el elenco que elegiría para hacer teatro. En TV las cosas se arman así. Yo soy actriz, y trabajar con Ledo es una buena experiencia. En “Infómanas” era distinto porque tenía más injerencia en las decisiones. –¿Cuál sería el impacto de ese reparto? –Lo raro. Es el casting más raro que escuché en mi vida. Lo bueno es que son cuatro minas muy distintas... y así es en la realidad. La ventaja es el riesgo absoluto. Yo quiero que Karin Cohen esté bien. Y somos todos muy compañeros en ese sentido, nos ayudamos mucho. El problema es que cuando se trabaja con actores de experiencia una no tiene que estar pendiente de lo que hacen, y aquí sí, por lo que el compromiso es mayor. Las chicas están muy bien, porque Ledo es un mago que puede resolver cualquier problema. –¿Por qué es tan importante para usted trabajar con él? –Es una de las personas que conozco que más sabe. Le tiene respeto a los actores, y ningún proyecto sale bien sin eso. Deja hacer, confía y alienta, dice: “Hacelo con tus palabras, cambiále la letra”. –¿Siendo la de mayor experiencia como actriz, el proyecto le puede ofrecer mayor posibilidad de lucimiento personal? –Si bien es cierto que tengo muchísimas más armas como actriz porque estudié mucho, el público casi no me conoce actuando. En las notas soy la ex conductora y, la verdad, no sé si mi estilo va a gustar. Por otro lado, actores sin experiencia en muchos casos terminan siendo la figura. Y mi estilo no tiene nada que ver con el naturalismo que está de moda, eso de hacer de uno. Para una sola tira está bien, pero después de un tiempo la gente dice: “Ya te conocemos, no hagas más de vos”. A mí me gusta componer, y mi personaje es completamente diferente a mí. –¿Cómo sería eso? –Mi personaje es una mujer argentina de 35 años, la típica. En un momento se replantea todo. Va cortar con su vida anterior y va empezar una nueva, lo que le cuesta un huevo, como a las otras. Son cuatro treintañeras que no se conocen y se encuentran en una ruta escapándose de sus problemas. A partir de situaciones límite que ya arrastran y de la experiencia hecha entre ellas, logran replantearse parte de sus vidas. –¿Dónde se apoya el humor? –Es una comedia dramática. El humor va estar en la reinserción de estas minas en un vida nueva. Va a tener la charla típica de mujeres en el baño. Está muy bien contado porque los hombres describen mejor nuestro mundo que nosotras, porque muchas veces no nos animamos a hacerlo. Se van a la calle sin nada y están en una edad que es muy buena para replantearse cosas. –¿Cuál sería el antecedente de esta comicidad femenina en TV? –Creo que “Infómanas”. Es igual, hay un travesti, una locutora, una gallega y yo. Por ahí también hay algo de eso que pasaba en Thelma &Louise, de cuando una le cuenta a la otra que curtió con Brad Pitt y le cambia la cara, el pelo, todo. Es como contarse cosas que nunca te habían pasado, algo de gran intensidad. Pero no es un programa sólo para mujeres.
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