Por Marcelo Justo
Desde Londres
La
defensa del general Augusto Pinochet afinó la puntería y generó divisiones en el panel
de siete jueces lores que entienden en la apelación ante la Cámara de los Lores, máxima
instancia judicial británica. En el séptimo día de audiencias, la abogada Clare
Montgomery puso en tela de juicio la definición de crimen de lesa humanidad y
su aplicabilidad al caso Pinochet. El Derecho Internacional sólo reconoce los
crímenes de lesa humanidad en casos de conflicto armado, algo que no ocurrió en
Chile, indicó la abogada.
Según la defensa, el Derecho Internacional avanzó en su tipificación de los crímenes
de lesa humanidad, extendiendo su aplicación de la guerra entre Estados a la existencia
de un conflicto armado en un país, pero en ningún momento hizo referencia a la
represión de la población civil que caracterizaría el caso Pinochet. Clare Montgomery
adujo que uno de los principales argumentos de la fiscalía, los principios establecidos
en el Tribunal de Nüremberg en 1946, se referían a hechos ocurridos durante una guerra
internacional y que incluso instancias posteriores, como los estatutos del Tribunal
Internacional de la ex Yugoslavia en 1993 y del Tribunal Internacional de Ruanda en 1994,
sólo se extendían a civiles en caso de conflictos armados internos en un país.
Puede que no se necesite una guerra internacional, pero lo que sí se precisa es un
conflicto armado para hablar de crimen de lesa humanidad, alegó la letrada.
El argumento provocó revuelo entre los lores. Lord Hope le preguntó si la definición de
crímenes de lesa humanidad no abarcaba los atropellos que se realizasen contra una
población civil, hubiese o no conflicto armado. La resolución de las Naciones
Unidas de 1954 es el único acuerdo en el que se deja de lado la idea de conflicto armado.
Hasta en el estatuto de Roma (para la formación de un Tribunal Penal Internacional) del
año pasado se mantuvo esta idea, respondió Montgomery. Intervino entonces Lord
Philips, nombrado JuezLord a principios de este mes, con un argumento afín a los
que ha utilizado en más de una oportunidad esta corresponsalía. Parece Alicia en
el país de las Maravillas. Es mucho más un crimen contra la humanidad atacar a una
población indefensa que a un grupo armado, dijo.
A pesar de estas objeciones, la estrategia de la defensa ganó adeptos y por un momento
dio la impresión de que los jueces lores discutían entre ellos. Lord Salville, que debe
su fama de moderno a sus intentos de computarizar la Justicia, fue el más claro apoyo de
la defensa de Pinochet al comparar lo que sucedió en Chile con lo ocurrido en Irlanda del
Norte. Nunca se ha sugerido que la tortura o los castigos corporales que se infligen
en Irlanda del Norte sean un crimen internacional, indicó Lord Salville. Después
de dos días de continuo asedio por parte de los lores, Clare Montgomery aceptó esas
palabras como música celestial. Precisamente, precisamente, dijo.
En el marco de una estrategia que apunta a sembrar dudas entre los jueces lores, la
defensa indicó que aun en el marco de la Convención contra la Tortura de 1984, Gran
Bretaña tenía el derecho pero no el deber de extraditar a Pinochet a España. No
es una convención que exige de los signatarios el ejercicio obligatorio de jurisdicción,
sea extraditando o juzgando por sí mismos, señaló Montgomery. La abogada hizo
hincapié en que la Convención, definida ayer por Lord Browne Willkinson como el factor
que quizás decida el caso, no hacía referencia explícita a la inmunidad y que por lo
tanto sus señorías no debían concluir que si Gran Bretaña noextraditaba a Pinochet
estaba incumpliendo sus obligaciones. Siguiendo esa línea argumental, y
procurando probar con ejemplos del derecho internacional que éste no había evolucionado
desde 1946 en la dirección que sugiere la fiscalía, la letrada indicó que ni la
convención ni el estatuto de Roma clasificaban a la tortura como un crimen de lesa
humanidad, aunque reconoció que el estatuto de 1998 lo aceptaba en casos de uso
sistemático contra la población.
En ese momento Lord Browne Willkinson intervino para indicar que precisamente de eso
se acusa al senador Pinochet. La abogada respondió que el tratado se refería a la
tortura de la población en general y no de miembros de un movimiento revolucionario o
insurgente. El paralelo que planteó fue el de la Alemania nazi. Según la letrada, en
dicho caso el estatuto de Roma prohibiría la persecución de judíos pero no cubriría
ataques contra un movimiento judío de resistencia que tomara las armas o que
amenazara hacerlo. La lógica no era diferente de la que Lord Philips había
calificado como Alicia en el país de las maravillas, pero por primera vez en sus tres
días de alegato Clare Montgomery pareció crear una rendija legal por donde podría
colarse el general Pinochet.
Del vino como viaje de ida
De color rubí intenso, aroma a bayas y frutos silvestres y
larga permanencia en boca suele leerse en las críticas de vinos y a veces en las
mismas botellas. ¿Qué tal una descripción que dijera color rojo sangre, aroma
agrio, sabor a brasas y una resaca vitalicia? Porque los admiradores del general
Pinochet acaban de largar al mercado un exclusivo Cabernet Sauvignon (21 dólares la
botella) en homenaje a su tata, bajo el nombre de Capitán
General, el grado militar que se inventó para retirarse del ejército. Las ventas
servirán para ayudar a Pinochet, y la botella dice que es un reconocimiento a la
máxima figura castrense mundial del siglo XX y Segundo Libertador de nuestra
Patria. |
|